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- Muy buenos días! - hablé alto mientras bajaba saltando dos en dos los escalones hasta llegar a la sala. - Hoy es un lindo día par-

- Cállate Williams. - me empujó Mark haciendo que resbalara y cayera en los últimos tres escalones.

Hice un puchero, y lo mire mal - Pero no tienes que tratar mal a los demás solo porque empezaste mal el día, es de mala educación empujar a las personas.

- Acaso dijiste algo, Omega? - acentuó al final con su voz de alfa, haciendo que agachara la cabeza y me mordiera los labios. - Tal y como pensé, estúpido Omega de mierda.

Escupió con asco mientras seguía su camino a la sala, simplemente me levanté y sacudí mis jeans. En otras circunstancias mis ojos se hubieran hundido en lágrimas, pero esta clase de insultos ya eran parte de mi vida diaria, ya no me afectaban.

Desde hace tres años mi vida se volvió totalmente un infierno, siempre me habían discriminado por ser bajito y delgado, pero cuando cumplí quince y se dio a conocer nuestro rango, mi vida se hundió aún más, pues el resultado fue Omega, y no era nada agradable ser el único Omega de una de las manadas más ignorantes del mundo sobrenatural.

Caminé hacia la cocina y abrí la nevera para tomar la jarra de jugo y servirme en un vaso de vidrio. - Buenos días cariño, - dijo la señorita Lydia alegremente entrando a la cocina. - cómo amaneció lo más lindo de esta casa?

Se acercó rápidamente hacia mi para apachurrarme las mejillas hasta dejarmelas coloradas - Stoy muig mien tidia - apenas podía hablar bien, me soltó y revolvió mi cabello.

- Quieres una ensalada de frutas para desayunar? O unas tostadas con huevos revueltos? - pregunto mientras sacaba unas cosas de los gabinetes blancos al lado de las estufas.

Ella era una de las pocas personas que me trataban como un ser vivo en este lugar, tenía cerca de 35 años y era una beta muy hermosa, cabellos castaños y ojos marrones como un tronco de abeto, y era una de las encargadas de la limpieza y mantenimiento de toda la casa.

- Mmm una ensalada está bien, hoy tengo educación física y no quiero nada fuera de mi estómago.

- Vale, ve a tomar asiento en la mesa, y dentro de unos minutos te lo llevo.

- Si pues.. preferiría que me lo prepararas para llevar, no quiero sentarme allá. - hablé cabiz bajo mientras me sentaba en una silla de la isla.

- Ethan otra vez? - pregunto arrugando las cejas, negué con la cabeza. - Austin?

- Mark.. - confesé mientras ponía mi mochila sobre el mesón.

- Ese niño malcriado, cree que por ser el próximo Alfa le da el derecho de tratar a los demás como cosas, voy a-

- No te preocupes Lyd. Anda apresurate, - le hice gestos con las manos para que empezará a rebanar las fresas. - quiero tomar el autobús escolar.

Ella suspiró y asintió, - Pero no pienses que voy a dejar esto así. - finalizo para poner los cubitos de fresas en un Topper de plástico y ahora empezar a cortar la piña, luego las bananas, sandía, melón, y otros.

Por cierto, mi nombre es Sky, Sky Williams, de la Manada Royal Blood, tengo 17 años y voy en mi último año de secundaria en una preparatoria para humanos en el pueblo que queda bajando la montaña. ¿Por que vas a una escuela para humanos si eres un hombre lobo? Porque no soy un hombre lobo completamente, ni siquiera la mitad, de no ser porque cada 5 días cada tres meses viene mi celo sería un humano completamente, y como no cumplo con los requisitos básicos para estar en la institución de la manada, la mejor solución que ofreció el Alfa supremo fue enviarme a estudiar al pueblo con los humanos.

No es tan malo como piensas, los humanos son increíbles, no todos pero algunos si.

Sky, y tu familia? Bueno, la verdad es una historia triste, trágica y corta, mi papá, el hermano del Alfa supremo, asesino a mi mamá que era humana porque le fue infiel con otro humano, pero como no soporto ni su traición, ni su muerte, se suicidó sin pensar en su hijo de 7 años.

Después de eso mi tío me acogió y por eso vivo en la mansión, junto con su linda familia, su Beta y su familia, y uno que otro personal de servicio, como Lydia.

- Aquí tienes cariño. - me extendió el Topper y le sonreí. - Muchas gracias Lydia, eres la mejor, te quiero mucho.

Lo guarde en mi mochila y me despedí con la mano lanzadole un beso. - Vale, cuidate mucho.

Salí por la puerta de la cocina rodeando el gran patio, la manada tenía una gran extensión de bosque, casi 60 hectáreas les pertenecían al Alfa, y muy pronto al futuro Alfa, Mark.

Caminé cuesta abajo hasta llegar a la carretera donde tenía que esperar pacientemente a que pasara el bus escolar.

- Hoy será un gran día. - sin perder la esperanza, cada vez que pudiese repetir lo mismo, lo hacía.

No importa que tanto llueva, siempre sale el sol.

Un Omega Para El Alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora