Super Sons II

Prólogo

¿Que hice para merecer esto?

Su pasado no define su futuro

¿Porque todos los que amo me abandonan?

Lamentablemente así es la vida

Antes... ¿Me habría importado?

Antes solo tenia a su madre

Ella era todo lo que conocía

¿La ama?

Nunca deje de hacerlo... Intenté odiarla por matarme... Pero nunca pude

Apesar de su locura, Ella es su madre

Pero ella no me ama, nadie lo hacé

Yo lo aprecio amo Damián

Entonces ¿Porque te fuiste?

...

Los que creí mis aliados me abandonaron porque me tenían miedo, el que considere mi hermano también y el... Me mintió

Su hermano regresó

Nunca podré olvidar su indiferencia, prefiero no volver

El le dio su espacio para que fuera al torneo

¿Que me garantiza que no se irá de nuevo?

Entiendo que esté dolido pero...

¡No!
Ya no más, debo matar mis emociones para que nunca me vuelvan a lastimar

....

Damian Wayne se encontraba junto a una tumba, sus ojos perdidos y su corazón hecho pedazos, pero, como siempre, el peso de su tristeza quedaba oculto bajo una máscara de indiferencia que pocos lograban descifrar.Una mano se extendió hacia él desde la penumbra. —¿Estás bien? —la voz era suave, casi compasiva.Damian alzó la mirada, desconcertado.

—¿Alfred? —susurró, confundido al ver a su madre en su lugar.Ella le ofreció ayuda para salir de la tumba.

—Lo lamento, hijo mío —murmuró con un tono pesaroso mientras lo ayudaba a incorporarse—. Temía que la magia de Madre Alma no hubiese cumplido su propósito por completo.

Damian desvió la mirada, incapaz de ocultar el dolor en su voz. —¿Cómo me encontraste?—Por mucho que desees lo contrario... te conozco. —Ella observó la tumba a la que él había estado visitando—. ¿Por qué no lo resucitaste? —preguntó, desconcertada. Damian tardó en responder.

—He visto lo que los fosos de Lázaro le hacen a las personas... A ti, a mí, a Ra's... Ponen algo oscuro en el alma. No maldeciría a Alfred con eso. No sería realmente él. —Damian mantenía el tono firme, pero sus ojos delataban una batalla interna.

Ella dio un paso hacia él, su voz tranquila, sin la frialdad intimidante de siempre. —Te fuiste antes de que pudiéramos hablar.

Damian apretó los puños, frustrado. —¿Hablar de qué, madre? —la apartó con un gesto seco—. Cuando te vi antes del torneo, me dijiste que solo estaba allí para ser un arma. ¿Qué cambió ahora?

Ambos querían creer la mentira de que no se importaban el uno al otro. Pero era solo eso, una mentira. Por mucho que lo negaran, siempre serían madre e hijo.

—Estoy reconstruyendo el imperio de nuestra familia y... he cometido errores en el pasado. —Ella lo miró con una tristeza sincera que pocas veces mostraba—. Pero quiero...

Damian la interrumpió abruptamente, poniéndose en guardia. —Ve al grano, madre. Ya es hora de que tú y yo... acabemos con esto. A muerte.

—¿Qué...?

—¿No es para eso que estás aquí? ¿Para probar el arma que creaste? Asegurarte de que estoy listo para cualquier guerra que se avecine. —Su voz se quebró, y el dolor asomó entre las grietas de su rabia—. Levanta tu espada. Solo uno de nosotros saldrá de este cementerio.

Ella lo miró en silencio, percibiendo la desesperación que él intentaba esconder detrás de su desafío. Sabía que, en el fondo, él solo quería un descanso, una tregua en esa vida de luchas sin fin.—Este es el ciclo de nuestras vidas —dijo, intentando encontrar una paz que ella misma ansiaba—. Ra's odia a su madre, tú odias a tu padre... Yo sé que nunca tendré hijos. No sometería a nadie a esta vida.Damian cerró los ojos por un instante, deseando liberar las lágrimas atrapadas en su pecho. Aún así, avanzó, determinado. —Enfréntame, madre. Sin islas, sin resurrecciones.

La atacó, pero ella solo esquivaba sus golpes. Cada movimiento de ambos reflejaba años de resentimientos acumulados. Damian sabía que, al final, ella era la única que lo entendía, y él la comprendía como nadie más podía.

—Podemos detener este ciclo, Damian. —Sus palabras lo paralizaron.Él la miró, incrédulo. —¿Qué? ¿De qué estás hablando?—Tienes razón sobre todo esto. Nuestra familia ha estado rota por siglos. —Se acercó lentamente—. Pero podemos romper el ciclo juntos. Quiero que te quedes conmigo, no como un arma, sino... como mi hijo.Damian dudó, dejando entrever un rayo de esperanza. —Yo... podría considerarlo.

Ella percibió su dolor, el mismo que había cargado toda su vida. No quería que él sufriera como ella, aunque sabía que eso implicaba destruir su confianza.

...

Un ruido rompió el silencio, y Damian se giró para ver a alguien caer herido al suelo. Su madre arrojó su espada a un lado y caminó hacia él. —Ya nos han hecho suficiente daño. No dejaré que nadie más nos separe.Damian sintió una mezcla de confusión y tristeza.

—Madre... El abuelo quería redimirse. Tú también podrías.

—¿Redimirme? —gritó entre lágrimas—. ¿Pasar el resto de mis días enjaulada? ¡No! Ya he soportado demasiado de Ra's... y de tu padre. Ambos pueden arder en el infierno. No los necesitamos.

Damian intentó formular una respuesta, pero las palabras se le escapaban. Solo quería huir, empezar de nuevo, escapar del peso de su destino.—Así que... —ella interrumpió sus pensamientos, acercándose para abrazarlo—. Será lo que siempre soñaste, Damian. Solo tú y yo. —La voz de su madre fue lo último que escuchó antes de caer en la inconsciencia, exhausto.Ella lo sostuvo, susurrándole con una suavidad que él jamás había escuchado de ella.—Nadie te volverá a lastimar, mi amor...