capitulo 6

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Algún tiempo atrás...


Hacía días que su madre lo había encerrado en aquella mazmora. Recordaba aquella conversación entre su madre y su abuelo; este quería entregarse, pero su madre no. Estaba harta de luchar y que le quitaran. ¿Tenía derecho a estar molesta? Había recuperado todo lo que su familia había perdido, y su abuelo quería botarlo a la basura. Estaba en su derecho, lo sabía perfectamente, pero eso no quitaba que no estaba de acuerdo. Pensaba en ello mientras trataba de romper uno de los barrotes de su celda con una pequeña navaja que se había escondido en la boca. Al escuchar el ruido de la puerta abriéndose, dejó su labor.


—Finalmente, una sirvienta —dijo con burla—. Espero que sea la sopa que pedí.


La joven gruñó y lo miró con odio, pero se limitó a hacer la entrega.


—Sea lo que sea eso, ponle sal —dijo, asqueado.


—No es un restaurante, idiota, te comes lo que te dan.


—Fabuloso... Encerrado y ahora hasta humillado. ¡Qué gran día! —admitió.


—Tienes suerte de que la tía Talía aún te quiera con vida, de lo contrario te mataría aquí mismo —amenazó antes de irse.


 El petirrojo aprovechó la oportunidad para continuar con su trabajo. Sus palabras lo habían desconcertado. ¿Por qué su madre lo quería con vida? Si tan pronto pudo, lo encerró en una celda y ni siquiera se había dignado a visitarlo. Probablemente quería liderar la liga; era obvio, esa siempre fue la ambición de su madre. Para eso lo tuvo. Su abuelo no permitiría que ella fuera la líder a pesar de sus grandes habilidades en combate y estrategia, pero eso no quitaba que ella era la favorita. Recordaba cómo su madre le decía que los hermanos eran rivales a vencer, que él debía vencer a su prima para que su abuelo lo reconociera.

"Back"


El barrote se había roto. De inmediato lo usó para romper la cerradura y, al correr hacia la puerta, con facilidad derrotó a los guardias, pero no esperó lo que vendría al final.—¡Descansa, Damián! —gritó alguien a sus espaldas. Reconocería esa voz donde fuera y, antes de poder voltear, cayó al suelo inconsciente.


...Al despertar estaba encerrado nuevamente. Sin embargo, esta vez la puerta era de metal y tenía las manos encadenadas. Tan pronto despertó, trató de liberarse.


—Damián —ahí estaba esa voz otra vez—. Lamento haber tratado, pero necesitaba aclarar las cosas con nuestros socios primero.


El joven no se dignó a mirarla. Ella suspiró con pesar.—Sé que estás molesto, pero todo lo que hice fue por nosotros. Ellos nos han quitado mucho; ya no voy a tolerar sus tonterías. Desde ahora, tú eres lo único que me importa —declaró—. ¿No me dirás nada, hijo?


—TT —fue el único sonido que salió de sus labios.


—Antes de empezar quiero que sepas... que esto es por tu bien.


—Espera, ¿empezar?

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