Capítulo 5

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Después de todo el día de ayer y todo lo que nos dijimos mi jefe ha estado de un humor extraño.

Y con eso me refiero a que ha empezado a ser algo más amable y atento.

Yo creo que es porque se ha dado cuenta de que el no tenía la razón y se siente culpable, como no sabe pedir perdón me trata mejor para que se me olvide.

Pero yo no soy así.

De todas formas voy a aprovechar que esté más majo, quiero volver a salir con Matteo el sábado, antes de irnos de nuevo a Los Ángeles.

Y así podría estar todo el tiempo que quiera y no tener que volver antes porque Leonardo lo diga. Antes hice lo que me dio la gana y la cagué. No puedo volver a hacerlo aunque quiera, me jugaría mi puesto.

Tomo una respiración y miro a mi jefe, está comiendo delante mía.

El levanta la mirada y yo la bajo a mi plato.

No sé cómo ponerlo en una conversación, conversar con él no es algo fácil, así que lo voy a decir directamente.

-Oiga...- comienzo, arrepintiendome al momento al sentir su mirada sobre mí- He pensado que, ya que hoy es el último día que estaré aquí y... Quiero volver a salir- le sonrío nerviosamente, tratando así poder convencerlo con mis encantos.

-¿Volverás a llegar a las cuatro de la mañana?- pregunta, casi haciéndome suspirar.

-Esa es la cosa, podría salir sin tener que llegar a ninguna hora, mañana no hay trabajo, solo hacer las maletas y salir- sonrío, tratando sonar convincente.

-Ya no es solo eso, Gema. Estás en una ciudad desconocida, ¿Crees que es seguro salir sola hasta altas horas?- pregunta. Mi ceño se frunce por un momento. ¿Está preocupado por mi? 

Trato de esconder mi sorpresa y sigo.

-No voy sola, voy con Matteo- contradigo.

-No conoces a Matteo y no sabes que intenciones tiene- reprocha, haciéndome enfurecer.

-¿Pues entonces que hago, no salgo?- frunzo el ceño, estoy cansada de sus reproches sin sentido- Parece que la única manera de estar segura es yendo contigo porque no aceptas nada de lo que digo-

El sonríe. Mierda.

-Pues es una gran idea- mierda- Podría ir contigo y así salgo un poco, me vendría bien- 

Mierda.

Se bebe la copa de un trago, importándole poco mi cara en shock. Se levanta, coge su chaqueta y se va, dejándome confundida.

Entonces, todo me cae como un cubo de agua fría. La última noche que tengo en Italia y con Matteo acaba de ser arruinada por este hombre que tiene que tener todo bajo control. Normalmente le tengo aco pero el de hoy es superior a cualquier otro.

Salgo sigilosamente para que no me note y poder ir sola. Si pregunta después diré que se me había olvidado o algo parecido.

Sin embargo, cuando salgo lo veo apoyado en la pared delante de mi puerta. Ruedo los ojos y paso delante de el directa al ascensor. Tomo una respiración antes de montarme en el ascensor con el a mi lado. Mi vestido es rojo vino ajustado con diseño de cadena, fruncido y de terciopelo.

No puedo levantar la mirada pero sé que me está mirando, es muy incómodo porque no es un atuendo muy tapado y, comparado con como me ve en la oficina, esto da vergüenza, nunca antes me había visto así,

Cuando las puertas del ascensor se abren salgo prácticamente corriendo, queriendo huir de su mirada. Cuando veo a Matteo en la puerta siento pena por el, no sabe la noche que le espera.

-A mi coche- ladra mi jefe a ambos, haciendo que ponga cara de resignación. 

-Luego te cuento- le susurro dentro del coche, ambos estamos en la parte de detrás mientras Leonardo conduce.

-Te ha vuelto a mirar el culo- me grita Matteo por encima de la música- Creo que cuando salgamos me va a matar- ríe, haciéndome reír a mi también.

Estamos bailando en medio de la pista, muy pegados. La verdad, ahora mismo me da igual, estoy bastante borracha y no me molesta demasiado.

Desde que le he contado lo de antes a Matteo, no ha dejado de insistir en que le gusto y que estaba caloso de que fuera solo con el.

-Estás loco- contesto entre risas, no sé si son del alcohol o de que, pero ahora mismo no me importa.

-Voy al baño- me dice al oído para que lo pueda escuchar. Yo le saco el dedo pulgar en señal de que lo he escuchado y se va, perdiéndose entre la gente.

Yo me quedo allí sola, no me voy a mover para que le sea más fácil encontrarme. De repente, unas manos se posan en mi cintura.

Yo giro la cabeza con una sonrisa, pensando que es Matteo, pero me encuentro la cara de un desconocido. Este tiene una sonrisa socarrona que no me gusta nada.

-Hola bonita- me dice por encima de la música.

-¿Quién eres?- pregunto, tratando mantener la calma.

-Eso no importa, lo que si importa es lo buena que estás tía- sus manos empiezan a bajar y me toca la cadera, rozando mi culo con sus dedos. Estoy paralizada- Te llevo mirando un rato y joder, me la pones dura con solo bailar-

Trago saliva para mantener mis ganas de vomitar, que quiero asociar al alcohol, lejos.

-A ver, primero apártate y-- soy interrumpida por el sonido de un cristal roto.

Un cristal encima de mí.

Levanto la mirada y veo a mi jefe detrás del sujeto, quien se está poniendo las manos en la cabeza mientras grita.

Mi jefe le ha dado un botellazo al chico que me estaba acosando.

Un-botellazo.

SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora