Capítulo 9

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Mi hermano se acaba de ir, hemos cenado unas pizzas y después hemos estado un rato hablando. Se ha ido porque decía que tenía algo que hacer.

¿A las once de la noche?

Creo que esconde algo.

Llamo a Sam para contarle lo de hoy pero me cuelga a los segundos.

Segundos después recibo un mensaje de ella.

Sam: Estoy ocupads, luego te llamp

Frunzo el ceño, nunca me cuelga ni nada parecido, le digo que la llamaré mañana y me preparo para ir a dormir. Joder, no sé si arrepentirme o simplemente aceptarlo. Ha estado mal, sabiendo que no éramos los únicos en el edificio, había más gente aunque estuviéramos solos en la planta. Leonardo solo nos tiene a nosotros dos en la planta de su despacho.

Habría bastado con asomarse por la escaleras para verlo, aunque ya era la hora de cerrar y a esa hora nadie sube, podríamos haber sido descubiertos. 

Pero no he pensado en nada de eso cuando lo he besado, la verdad. Y menos con su polla en la boca.

Joder, no sabía que dar una mamada podía ser tan bueno.



Han pasado dos días desde lo ocurrido, desde que Leonardo no me habla.

Me ignora hasta el punto de echarme del despacho, no quiere ni que le lea la agenda diaria.

La verdad, no voy a engañar a nadie, esto me molesta mucho. Es humillante que después de usarme como su agujero de descarga me ignore de esta manera.

No me esperaba repetirlo, ni mucho menos. Es sabido por todos que Leonardo no tiene relaciones con empleados ni las acepta en nadie, pero al menos hablarme o dejarme leerle la puta agenda.

Más que nada porque este hombre, por muy perfecto que parezca, tiene memoria de pez. Nunca se acuerda de nada de lo que tiene que hacer.

Mientras pienso en esto, me estoy comiendo un sandwich en la cafetería de la empresa (hoy no puedo ir a la de mi hermano porque con la abertura del nuevo hotel estamos desbordados) cuando se me aparece el chico que Leonardo rechazó por mí.

Mientras pienso en su nombre, ya que se me ha olvidado, el saluda.

-Hola preciosa- saluda con una "sonrisa seductora". ¿En serio los hombres creen que así los vamos a tomar en serio?

-Hola- saludo.

-Ya mismo es el gran día eh- me muerdo los labios, tratando de no soltar una estupidez.

-Llevo una semana partiéndome el lomo, no hace falta de que me lo recuerdes-

Reemplazo la respuesta de mi yo interior por una sonrisa.

-Lo sé, lo organizo yo- 

-Oh, es verdad- se reacomoda en la silla- ¿Y da mucho trabajo?-

-Es un evento internacional, ¿Tu que crees, genio?- 

-Bastante, la verdad- me levanto- Bueno, es hora de volver al trabajo- le doy una pequeña sonrisa y salgo corriendo al ascensor.

Cuando estoy llegando a mi mesa veo un montón de papeles y encima un post-it que dice:

"Enseñar a Leonardo, URGENTE!!"

Cojo el montón y toco a la puerta.

Al ver que nadie contesta llamo otra vez.

Sigue sin contestar, así que supongo que no está. Abro la puerta para dejarlos en su mesa pero veo que la puerta de su baño individual está cerrada.

Si, tiene un baño en su despacho.

Me acerco levemente para ver si escucho algo y vaya si escucho.

Lo escucho gemir.

En un primer momento pienso que está con otra persona, pero solo se le escucha a el.

La presión en mi entrepierna no tarda en aparecer, sé que se está masturbando y joder, no puedo apartarme por más que quiera.

Mi clítoris empieza a doler, bajo una mano y hago presión ahí para disminuirlo pero el deseo solo aumenta.

-Mierda, Gema...- el mundo se paraliza a mi alrededor.

¿Acaba de gemir mi nombre?

Joder, puedo notar a través de las medias mi humedad, me aparto lo más lentamente posible y salgo del despacho corriendo.

Voy al baño de la planta, el único que hay. Aunque estemos solos en este piso a veces viene gente por lo sucios que están los otros baños, pues este solo lo uso yo.

Pero ahora mismo me da igual, solo quiero aliviar mi excitación.

Me siento en la taza del váter y levanto mi falda de tubo hasta mi cadera. Aparto mis bragas y empiezo a masturbarme. Lo único en lo que puedo pensar es en su voz gimiendo mi nombre y en como se veía su rostro aquella noche.

Tan excitado, mirándome como si fuera a comerme. Imagino como se sentirían sus dedos en mi interior. Dios, esos dedos gruesos y firmes.

Después de unos minutos finalmente llego al orgasmo, teniendo que taparme la boca para no gemir fuerte. Estas paredes son de papel.

Cuando me recompongo, subo mis bragas, abro el cubículo, arreglo mi maquillaje, me lavo las manos y salgo.

Leonardo está esperándome en mi escritorio.

-¿Qué hacías?- pregunta, con tono molesto.

-Estaba en el baño- contesto, obvia.

-No estarías haciendo alguna llamada, ¿No?- 

-Mi móvil está en mi bolso-

Leonardo tiene fobia a que entremos al baño con el móvil para hablar, de verdad, no entiendo porqué.

Y tampoco entiendo porqué, después de una semana entera ignorándome, me habla para esto.

¡Y porqué dice mi nombre mientras se masturba!

-¿Qué son los papeles en mi escritorio?- pregunta.

-No lo sé, estaban en el mío-

-¿Por qué entras a mi despacho sin permiso?-

-Estaba abierto y no había nadie-miento. Joder, puedo ver el alivio en su cara.

-Lo dejaré pasar por esta vez- y se va.

Me encanta nuestra conversación, llena de formalidades cuando hace una semana se corrió en mi boca, acaba de decir mi nombre mientras se masturbaba y yo me he masturbado en un baño público pensando en el. Joder, estamos jodidos.



-¡¿Qué hizo qué?!- chilla Sam, tirando la almohada que tenía en las manos a algún lugar de la habitación.

-Pues eso, me besó- escucho su grito y cierro los ojos- Y eso no es lo peor-

-¿Qué es lo peor?-

-Que se la chupé en la puta oficina- cubro mi cara con mis manos mientras lo digo. Ahora mi amiga no emite ni un sonido. Cuando quito las manos de mi cara se tira hacia mí.

-¡Por fin haces algo excitante!- chilla revolcándose encima de mí.

-¡Me aplastas!- se quita de encima y se sienta como un indio, mirándome como un cachorrito

-Cuéntamelo todo- 

-¿Qué quieres que te cuente de eso?- pregunto.

-Todo. ¿Era grande? Como me digas que no perderé la fe en los hombres-

-Si, la verdad es que es el doble que mi ex- río, haciendo que se ría también.

-Eso no es muy difícil tía, cualquiera lo es-

Y así, pasamos prácticamente la noche hablando, necesitaba esta conversación de amigas. Sam no me pregunta por sentimientos en ningún momento y menos mal, creo que me voy a volver loca.

SecretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora