Nuevos cambios, abril de 2012

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Hannah

Yo seguía en el colegio, aún me quedaban dos años para entrar al instituto. Pero Aiden había entrado hacía nada y se había distanciado un poco de mí. Lo entendía, claro. La diferencia se notaba; yo acababa de cumplir doce años y a él le quedaba menos de un mes para los catorce. Se había hecho amigo de unos chicos de su clase y solía pasar tiempo con ellos. Al principio lo entendí, pero después me enfadé. Se había olvidado, no solo de mí, sino también de Jade y de su primo. No solía pasar por casa, ni siquiera para tomar el famoso granizado de mi padre que tanto le encantaba o para hablar con Margot, ¡y eso que iban al mismo instituto!

Había cambiado y me dolía un poco. Pero en el fondo sabía que ese momento llegaría, que no podíamos ser amigos toda la vida o quizás sí, pero no con la misma intensidad. Aunque no quisiéramos, los cambios siempre estaban presentes en nuestra vida, y el paso al instituto era uno bien grande.

Estaba tumbada en el porche de madera de mi habitación, con las manos en el estómago y tarareando una canción, no recuerdo cuál era, pero seguramente sería de Ed Sheeran, por aquel entonces era lo único que escuchaba hasta que, años más tarde, Shawn Mendes hizo su aparición estelar. De pronto escuché unos pasos, no me inmuté porque sabía a quién pertenecían. Cuando estuvo a mi altura se tumbó a mi lado, con los brazos detrás de la cabeza. Le di un rápido vistazo y lo vi mirando el cielo lleno de nubes. Su pecho subía y bajaba lentamente por sus respiraciones. Volví la cabeza al frente y cerré los ojos unos instantes hasta que habló:

—Hace tiempo que no estábamos así.

—¿Así cómo? —Le pregunté.

—Tumbados sin hacer nada. Ni pensar en absolutamente nada.

—¿Y por qué crees que esto es así?

—No lo sé, Hannah.

—Claro que lo sabes, pero tienes miedo de admitir que has dejado a tus mejores amigos por unos que a penas conoces.

Aiden

Que me dijera eso me sorprendió. Hannah era pequeña; tenía doce años recién cumplidos y que se hubiese dado cuenta de eso me dolió. Joder, no me había dado cuenta de que los había dejado de lado. Pensé que solo estaba pasando un rato con mi grupo de clase, pero no. Me estaba alejando poco a poco de mis amigos de verdad. Los que estuvieron ahí siempre que los necesité.

—Lo siento. —Susurré. ¿Qué más podía decir? Nada más que pedir perdón.

—No tienes por qué pedir perdón, Aiden. No puedo decirte que estés todo el tiempo conmigo, con Jade y con tu primo; has entrado en el instituto y es una nueva experiencia, tienes que disfrutar con tus nuevos amigos. Solo te pido que intentes sacar tiempo para nosotros. Para tus amigos de toda la vida.

Tenía razón. Tenía que empezar a sacar tiempo para ellos. Para los que me habían apoyado en todo momento a pesar de que a veces podía ser un poco inmaduro. Bueno, es que con casi catorce años muy maduro no podía ser y menos con la mierda de familia que me había tocado.

El sonido del verano (Serie hermanas Green, 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora