Alan & Nick

Capítulo 3

ALAN

Mientras observo a mi alrededor con incomodidad, noto cómo el murmullo de conversaciones elegantes se mezcla con la música suave que ambienta el restaurante. Las luces tenues resaltan la solemnidad del lugar, creando una atmósfera cargada de expectación.

Fijo mi mirada en el hombre frente a mí, cuyo traje negro a medida resalta su porte distinguido. Sus ojos escudriñan los papeles sobre la mesa, pero su mirada se encuentra con la mía, esperando ansioso mi respuesta.

—Si aceptas, solo tienes que firmar y el trato estará cerrado... —Su voz suena persuasiva, pero no puedo evitar sentir una punzada de resentimiento.

—No voy aceptar. —Le Interrumpo.

—Pero el señor Bernard dijo...

La risa amarga escapa de mis labios al escuchar su nombre. Mi mente se llena de recuerdos dolorosos y preguntas sin respuesta.

—Lamento haber hecho perder su tiempo, pero por favor, dile al señor Bernard que no voy a aceptar ningún trato. —me despido con un tono firme y salgo del restaurante antes de que mis emociones me traicionen.

Mientras camino por la calle, mis pensamientos se entrelazan con los árboles que voy dejando atrás. Suelto un suspiro largo, tratando de liberar la tensión acumulada en mi pecho.

¿Qué clase de padre abandona a su hijo y a su mujer durante años y luego regresa como si nada hubiera pasado? Pues el mío.

Al llegar a casa, mis pasos se interrumpen bruscamente cuando tropiezo con uno de los juguetes de mi hermana menor. Me agacho para recogerlo, sintiendo una mezcla de cansancio y cariño hacia ella.

—Leslie, te he dicho que no dejes los juguetes regados... —Mi voz suena cansada, pero intento transmitir una pizca de autoridad.

Dirijo mi mirada hacia ella, que está sentada en el sofá con la televisión encendida. Un destello de sorpresa cruza mis ojos cuando me saca el dedo corazón con una sonrisa traviesa.

—¡¿Quién te enseñó eso?! -pregunto horrorizado, mientras siento una mezcla de risa y desconcierto.

—Nicki. —responde Leslie, señalando con su dedo a la chica que está sentada a su lado, riendo a carcajadas.

Fijo la mirada hacia la chica.

—¡Yo no lo hice! Bueno, tal vez sí... pero fue sin querer.

Es un caso peculiar...

—¿Dónde está mamá? —Pregunto acercándome a la cocina.

—Tuvieron que salir a... —Nicki se lo piensa—. ¿A dónde era, Leslie?

La pequeña encoge los hombros.

—Ya se me olvidó. Pero bueno, el punto es que salieron y me pidieron que cuidara de ella porque el señorito de la casa no estaba. —Me cuenta mientras me sigue apresuradamente.

—¿Te has convertido en niñera ahora? Cada día me sorprendes más. —digo cerrando la puerta de mi habitación cuando entramos.

—¿Qué es eso?

—¿Qué cosa? —pregunto girándome hacia ella y veo cómo trata de ver qué hay dentro de una caja que tiene en las manos.

—¿Qué hay adentro? —pregunta.

—No toques nada. —le advierto colocando la caja en su lugar.

Se sienta en la cama y observo cómo examina la habitación con esos ojos curiosos y bonitos que tiene.

Lástima que solo los utilice para chismear.

—¿Te gustaría acompañarme a una fiesta? —pregunta mientras me tumbo a su lado.

—¿Dónde?

—En casa de Diego.

Tenso mi mandíbula inconscientemente al escuchar el nombre. No me agrada, me da sospecha de que no es como lo aparenta.

—Entonces...

Dirijo mi mirada por el rostro de la chica que está a mi lado esperando mi respuesta.

—Deja y me lo pienso.... no.

—Pero ¿por qué? Diego es buena persona. Además, ¡hasta me dijo que te invitará!

Para disimular.

Suelto un suspiro y me paso las manos por mi rostro.

—¿A qué hora es?

—¿Vas a ir? —pregunta casi soltando un chillido de emoción.

¿Por qué me convence tan fácilmente?

—Sí, pero si empiezas a chillar como loca no voy.

—Ya, vale, me voy. Prepárate para las 8:00.

Después de decir eso veo cómo sale a toda prisa y se golpea en la frente contra la puerta.

—¡Estoy bieen! —Grita.

Me quedo solo en mi habitación y sonrío por lo torpe que a veces suele ser Nick, también por las ropas raras que se pone y las cosas sin sentido que le hacen reír.

Almenos mejora un poco mis día.