19

181 21 20
                                    

Al cuarto mes, ellas compartieron historias.

Era un día domingo y realmente no tenían nada que hacer más que besarse sobre el sucio sofá de Yuqi, lo cual no se ve como una mala idea hasta que sus labios terminaron adormeciéndose y se vieron obligadas a tomar un respiro.

—Cuéntame de ellos. — pidió aún recostada sobre el sofá y colocando el cuerpo de Soyeon sobre el suyo, la cabeza de la menor sobre su pecho.

—¿A qué te refieres? — se sentía bastante confundida.

—A tus padres, Windy... Los de verdad.

—Eun y Junseo son mis padres de verdad.

—No es cierto. — se negó de inmediato.  —Ni siquiera los llamas mamá y papá. Los quieres, Soyeon, pero aún no has olvidado a los padres que tenías antes.

Soyeon suspiró y dejó resbalar una lágrima por su mejilla, pues Yuqi tenía razón.

—Se llamaban Eunji y Minjoon. — comenzó a relatar.  —Eran aún muy jóvenes cuando me tuvieron. Fui un error, en realidad, ellos siempre me lo decían. Mamá fumaba porros todo el tiempo y papá llevaba drogas a través de las fronteras. Nací en Seúl, por cierto. Ellos estaban en un viaje de "negocios" cuando las contracciones de mamá empezaron, luego volvieron a Busan. A veces dormía en los basureros de ahí, a veces dormía en los basureros de Seúl, a veces ni siquiera dormía.

La tatuadora sentía las lágrimas en sus mejillas, pero aún así seguía hablando. Hablar es necesario de vez en cuando.

—Solo me mantenían a su lado porque los ayudaba a conseguir dinero. Me alimentaban con sobras, y yo estaba tan delgada en ese momento, Yuqi... Me insultaban, me golpeaban y me escupían. Jamás me enviaron a la escuela.

—Soyeon, no tienes que hablar si no quieres. — la detuvo claramente preocupada.

—Quiero. — aceptó mientras se sorbía la nariz.  —No quiero ocultarte nada. Confío en ti, Yuqi.

Silencio.

—Cuando Sohee nació, comenzaron a tratarla igual de mal. Ella no lo recuerda, por suerte... Un día unos hombres armados interceptaron el camión en el que papá nos llevaba junto con su droga. Yo iba atrás junto a Sohee y la droga. Ellos odiaban sus gritos y lloriqueos. Mataron a mamá y papá ese día, Sohee y yo tuvimos suerte por estar atrás. Los policías llegaron poco después y nos encontraron. Nos llevaron al orfanato de inmediato, y allí aprendí a leer y escribir. Era extraño porque yo tenía ocho años y le pedía ayuda a los niños de cinco. Luego de unos días conocí a Eun. Ella limpiaba los baños. Dijo que en cuanto me vio, supo que tenía que adoptarme. Le pedí que adoptara a Sohee también, y ella solo se rió y me dijo que lo habría hecho aunque yo no se lo hubiera pedido.

—Ella... Eun debe de ser increíble. — murmuró mientras le secaba las lágrimas y la abrazaba como si no fuese a soltarla jamás.

—Lo es. — afirmó.  —Eun y Junseo se ocuparon de Soojin cuando sus padres murieron en un accidente de tránsito y Shuhua solía pedir dinero en las calles mientras cantaba alguna canción. Su corazón es tan grande, Yuqi. Podría haber dejado que otros se ocuparan. Podría...

Pero Yuqi la calló con un beso.

—No lo hizo ¿Bien? No te dejó allí, no las dejó allí... No pienses en una vida distinta. No pienses en como seria todo si no estuvieses aquí, porque eso me obligaría a pensar en cómo sería mi propia vida si tu no estuvieses aquí. — explicó.  —¿Qué es vivir sin ti, Soyeon? — y mientras decía esto su voz se quebró como una copa de cristal al golpear contra el suelo.

La tatuadora sintió que su corazón se encogía en su pecho y la abrazó torpemente aún en la posición en la que se encontraban. Besó su hombro y luego sus labios, y el corazón de cada una palpitó tan rápidamente que podrían haberse salido de su lugar.

𝐋𝐚 𝐓𝐚𝐭𝐮𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐋𝐢𝐛é𝐥𝐮𝐥𝐚𝐬 » ʏᴜʏᴇᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora