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—¿Entonces Soyeon y tú irán a una fiesta hoy? — preguntó la madre de aquellas chicas a Miyeon mientras le daba una cucharada de cereales al pequeño Yejun y corría apresuradamente a dar vuelta a los panqueques para sus otros hijos.

El comedor era pequeño, con apenas seis sillas para trece personas, pero no era algo que a Soyeon, a Miyeon o a alguna persona en esa casa le importara.

Comer de pie no les incomodaba, y tampoco tener que estarse moviendo continuamente para que su madre adoptiva pudiera rodear la mesa. Tenían una familia y eso era todo lo que realmente le interesaba.

—Sí. — Miyeon asintió quitándose un auricular del oído, el otro lo estaba usando Soyeon a su lado y lo más seguro es que alguna canción de Lady Gaga se estuviese escuchando.  —Soojin y Shuhua decidieron quedarse a ver una serie. — agregó.

—Chainsaw Man es increíble. — exclamó sentada en el suelo, para por fin llevarse un enorme bocado de panqueques a su boca.

—Supongo que irás con Soyeon.  — intuyó.

A pesar de que ambas chicas ya eran mayores de edad, Eun no era capaz de darles tanta rienda suelta a las chicas, su confianza plantada en Soyeon quien era la más madura, aunque todas tuvieron que madurar antes de tiempo.

—Así es. — afirmó con una sonrisa, la chica podía no ser de lo más sociable del planeta, pero hacía feliz a Miyeon y eso era todo lo que importaba.

— ¿Y con quién irás tú, Soyeon? — preguntó.

—Iré con Jackson. — respondió en cuanto consiguió tragarse un enorme bocado de panqueques que se había metido a la boca.  —Lo cual me aterra porque el pobre es tan gay que posiblemente se colocará un vestido rosa. — se burló.

—Pensé que irías con esa chica del restaurante. — murmuró el padre de las chicas extrañado detrás de su periódico.

Sintió las mejillas arder cuando sus diez hermanos y Eun se giraron a mirarla con los ojos bien abiertos.

—¿Cómo... cómo sabes eso? — tartamudeó.

—Estaba reunido con mi jefe en la mesa del fondo. Estoy seguro de que no me viste, estabas demasiado ocupada mirando ese cuadro del panda... y a esa chica. — explicó divertido.

—¡¿Por qué no me contaste, Soyeon?! — gritó Miyeon.

—Fué solo un almuerzo. — respondió apresuradamente.  —No fué nada importante. — agregó.

Lo cierto es que sí lo había sido, pero el contárselo a sus hermanas implicaba un esfuerzo que no quería enfrentar, al menos no por ahora. De todos modos, no era nada serio, nada que requiriera contarlo a su familia.

—No parecía ser "solo un almuerzo". Te veías bastante entretenida. — explicó el hombre resaltando las comillas con sus dedos.

Gracias, Junseo.

—¿Es bonita? — preguntó la madre, quien cada vez se interesaba más por el tema.

¿La apoyaban con el tema de su sexualidad? Por supuesto que sí, la amaban, amaban cada detalle de ella, desde la forma rápida en la que comía hasta sus débiles ronquidos en la noche, la amaban más de lo que sus padres biológicos lo habían hecho.

—Bastante. — afirmó, no podía mentir y en este caso tampoco quería. —Deberías ver sus ojos, son increíbles... y su cabello, ¡Es como un algodón de azúcar! 

—Tal vez deberías presentárnosla. — sugirió Sohee por lo bajo, dulcemente como lo era ella. No había curiosidad en ella como en sus padres y hermanos adoptivos, ni enojo como en Miyeon, solo el profundo deseo de ver a Soyeon feliz.

𝐋𝐚 𝐓𝐚𝐭𝐮𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐋𝐢𝐛é𝐥𝐮𝐥𝐚𝐬 » ʏᴜʏᴇᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora