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Al quinto mes, alguien más murió.

Se acercaba la navidad y las típicas compras comenzaron. La tienda de tatuajes ahora estaba decorada con un montón de luces, copos de nieve falsos, un pequeño árbol con calaveras colgando y una máquina de tatuajes donde debería haber estado la estrella.

Ese día Soyeon tatuó una hermosa rosa en el pecho de una sobreviviente del cáncer y luego fue a hablar con Yoon debido a la escasez de trabajo.

La pintora no apareció a la hora de siempre, pero Soyeon no le dio importancia. Tenía días sin aparecer a esa hora porque estaba terminando el cuadro de un modelo con cicatrices y además... digamos que Yuqi no era una gran fan de la época navideña y todo lo que tuviese que ver con ella.

A las dos, Yoon llevó a una chica a su puesto de trabajo. Se presentó ante ella como Rubí.

Tenía ojos azules, una piel bronceada y el cabello castaño y ondulado. Soyeon pensó que era bonita.

Que lo fuera no significaba el comienzo de un triángulo amoroso que destrozaría la relación poco después. Soyeon solo estaba admitiendo que lo era.

Rubí le dijo que quería un tatuaje en su muñeca con el nombre de su abuelo. Le contó sobre su vida como pescador y de las razones por las cuales lo consideraba su mayor inspiración.

Soyeon escuchó atentamente, dedicándole gentiles sonrisas de vez en cuando. Ella también le sonreía.

La tatuadora estaba terminando de colocarse sus guantes de latex negros cuando Yoon apareció.

—Yuqi está aquí. — informó.  —Parecía... preocupada.

—Hazla pasar. 

—No quiere, ella...

Soyeon la miró rápidamente, ahora claramente preocupada.

—¡¿Qué demonios sucede con ella, Yoon?!

—Soyeon, no quiero que te asustes o...

Rubí interrumpió la conversación.

—Lamento incomodar, pero veré a mi abuelo dentro de poco y quisiera... quisiera que él viera el tatuaje. Hoy cumple ochenta años. — no parecía molesta o irritada. Sólo parecía un dulce niño suplicando por algo.

—Bien. — aceptó mientras la miraba.  —Supongo que Yuqi puede esperar...

—Soyeon... ella está llorando.

Un nudo se hizo en su garganta, el corazón se le estrujó y dejó de respirar unos instantes.

Miró a Rubí y luego a Yoon. También miró la máquina de tatuajes.

Y decidió que iba a hacer lo correcto aunque se sintiera como una mierda después de eso.

—Pregúntale si puede esperarme durante cuarenta y cinco minutos.

—Soyeon...

—¡Ve! — insistió.

Y Yoon se marchó, pero no parecía feliz con su decisión.

— Puedes ir si es muy grave, puedo... puedo esperar. — murmuró dulcemente.

—No. Tu abuelo debe ver esto, y Yuqi... Ella entenderá. — fue todo lo que dijo.

—Debes estar allí para tu hermana. — intentó convencerla.

Soyeon tomó la máquina de tatuajes y rió bajo.

—Ella no es mi hermana. — negó en voz baja.

—¿Entonces? — preguntó confundida la clienta.

—Es mi novia. — explicó orgullosa.

𝐋𝐚 𝐓𝐚𝐭𝐮𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐋𝐢𝐛é𝐥𝐮𝐥𝐚𝐬 » ʏᴜʏᴇᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora