Prólogo

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Cuando los gemelos tenían tan solo tres años, Jörg y Simone tomaron la decisión de terminar su relación y seguir sus vidas por separado. Habían llegado a comprender que en lo único que ambos estarían siempre de acuerdo era en el amor que tenían por sus hijos, lamentablemente este no era suficiente como para evitar las discusiones que se hacían cada vez más insostenibles para ambos.

Jörg no tardó en mudarse al país donde se había criado, llevándose a Bill a Francia con él. Mientras que Simone se estableció en Alemania con Tom.

No era una solución perfecta, puesto que esto suponía separar a los gemelos y a ellos mismos de sus hijos la mayoria del tiempo, pero habían prometido hacerlo funcionar.

Los primeros cinco años Simone y Tom viajaban a Francia al menos tres veces al año, aunque el proceso hacia llorar al pequeño.

A Tom siempre le habían aterrado los aviones por lo que su madre se aseguraba de evitar que durmiera bien la noche anterior, así estaba lo suficientemente cansado para dormir todo el vuelo, claro que no le sirvió para siempre.

Cuando Tom cumplió ocho años comenzó negarse y a hacer rabietas interminables cada vez que iban a tomar un avión, por lo que a Simone no le quedó más remedio que dejar al pequeño con sus abuelos mientras ella visitaba a Bill.

Ese fué el último año que los gemelos se vieron.

Con el tiempo Tom comenzó a tener malas juntas y su actitud era cada vez mas dificil de llevar.

-Cariño. -La voz tranquila de la mujer se expandió por el lugar a medida que salía de la cocina para acercarse a su hijo. -Tu padre quiere hablar contigo.

-Dile que estoy ocupado, que estoy en el baño. -No era del todo mentira, llevaba rato diciendo que iba a ducharse luego de terminar la partida de su videojuego.

-Pon pausa a eso. -El adolescente bufó molesto pero obedeció. -Ven, saluda a tu padre y a tu hermano.

Tom se levantó del sofá sin decir palabra y caminó hasta el baño, para cuando la mujer quiso detenerlo el seguro ya estaba puesto y se había comenzado a escuchar una canción fuertemente desde el interior del lugar.

Simone suspiró, estaba cansada de la actitud rebelde de su hijo de 13 años.

Está ocupado. -fué orillada a decir. -Dile a Bill que le manda saludos, que también lo extraña.


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