capítulo -21-

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Era suficiente

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Era suficiente... Tal vez él tenía razón, tan solo era un patético chico que no podía defenderse, pero eso terminaría ahora...

Tome la pistola de la mesa, mientras me abalanzaba hacía él, él trató de desvíar el arma... Pero el estruendo resonó en todo el lugar
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El forcejeo por el arma fue breve pero intenso. En medio del caos, un disparo resonó, rompiendo la quietud de la mansión y el rítmico sonido de los músicos que interpretaban su sonata para los opulentos invitados. Chuuya se desplomó, con una expresión de incredulidad en su rostro. La sangre comenzaba a teñir su camisa, mientras Nikolai lo miraba, atónito, aún con el arma en la mano, el hombre peliblanco temblaba, su mirada desorbitada con una expresión de plena incredulidad y temor

Los invitados, atraídos por el sonido del disparo, irrumpieron en la habitación. Entre ellos, la figura imponente de Fyodor, el amor prohibido de Nikolai, destacó en la multitud. Sus ojos oscuros se llenaron de una fría decepción al ver a Nikolai con el arma.

—Nikolai... ¿qué has hecho?— murmuró Fyodor, su voz gélida como un susurro de muerte.

Nikolai abrió los ojos, completamente horrorizado, sus manos temblando incontrolablemente. —No fue intencional... Yo... no quería que esto pasara...—

En ese momento, Francis, el esposo de Nikolai, irrumpió en la habitación.
—¡Nikolai... qué demonios?!— gritó, avanzando hacia él con una furia desbordante.

Nikolai, aterrado, retrocedió varios pasos. —Francis... yo...—

—¡Dame esa arma ahora mismo!— exigió Francis, tratando de arrebatársela con violencia.

El miedo y la desesperación de Nikolai alcanzaron un punto crítico. En un intento desesperado de defenderse, el arma se disparó de nuevo, esta vez alcanzando a Francis en el hombro. Francis cayó de rodillas al suelo con un grito ahogado de dolor, su sangre mezclándose con la de Chuuya, mientras el pánico se apoderaba de la habitación.

La mirada de decepción de Fyodor se volvió más intensa, como un puñal en el corazón de Nikolai. —Esto lo cambia todo, Nikolai. Todo— dijo Fyodor, su voz llena de un dolor contenido.

Nikolai, con las lágrimas rodando por su rostro, sintió que el peso de sus acciones lo aplastaba. Los murmullos de los invitados se volvieron ensordecedores, y mientras algunos corrían a auxiliar a Chuuya y a Francis, otros no podían apartar la vista de la escena dantesca.

Nikolai cayó de rodillas, su cuerpo temblando y su mente hecha pedazos. Sentía un dolor profundo y desgarrador, no solo físico, sino emocional. Las imágenes de Fyodor, su amor imposible, y de Francis, su cruel esposo, se mezclaban en su mente con una marea de culpa y desesperación

𝑬𝒍 𝑽𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒎𝒂𝒍 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒂𝒅𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora