' ' E N C U E N T R O ' ' ; [Trapers - Ships variados]

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Fue estampado contra la pared, con la sangre asomándose de apoco de su nariz. Si las miradas matarán, el agresor estaría siendo llevado a urgencias.

El castaño de ojos color avellana saco un pequeño pañuelo de su bolsillo, tomándose su tiempo, mientras que el azabache lo miraba divertido.

Terminó de limpiarse la nariz para lanzar el pañuelo al sesto de basura más cercano. Trono su cuello con calma.

Lo último que pudo ver el contrario, fue el puño de Manuel Vainstein, golpeándolo bastante fuerte como para caer al piso muy aturdido.

Igual el castaño no se detuvo, siguió descargando su ira contra el morocho que tenía delante. Las palabras que había dicho habían cruzado cualquier clase de límite.

No era el único que estaba en la pelea, sus compañeros o mejor dicho amigos, se encontraban golpeando a los chicos que acompañaban a aquel morocho que había golpeado Manuel.

La pelea no se iba a detener pronto o así hubiera sido si el director no hubiera salido de su oficina para detener todo y llevarse a los chicos a dirección.

Vainstein trago saliva nervioso mediante el transcurso del camino a la dirección. Jamás había sido llevado a dirección, jamás lo habían regañado de tal forma.

Manuel era perfecto en lo académico, había demostrado ser el mejor de la escuela en su primer año, tenía una conducta ejemplar, calificaciones perfectas y sin duda era un alumno que cualquier profesor quería tener.

Pensando mejor las cosas, se tranquilizó un poco. Su historial era implacable lo máximo que podría tener sería un reporte o una suspensión de 3 días, su padre entendería.

Sin embargo, nada fue como espero.

[ . . . ]

—¿Disculpe?—Preguntó incrédulo Paulo, más que nada parecía querer reírse por la ridícula solución que tenía el director de la institución.—

Manuel estaba procesando la información que le acababan de soltar de golpe, estaba igual que sus tres compañeros o mejor dicho; dos.

Daniel Ribba era amigo de Vainstein hace tiempo, jamás mostró interés por lo académico. Estaba en la escuela para satisfacer a su familia, así que la noticia no le pareció tan terrible, más bien le pareció interesante.

El chico tampoco era de peleas, debido a que el día que estaba teniendo había sido muy aburrido, ver a sus amigos pelear con un grupo de alumnos, lo obligó a unirse.

No se arrepentía para ser sinceros.

Tiago Uriel Pacheco era un caso muy diferente a Daniel, pues este estaba sumamente nervioso. La escuela en la que iban era privada, su costo era bastante alto y él no era alguien de clase alta hablando en lo económico.

Su madre se mataba día y noche para seguir pagando la inscripción, lo iba a matar cuando se enterara de la situación.

Uriel era un chico algo problemático, pero jamás se metió en una pelea sin razón, está no fue la excepción ya que lo hizo para ayudar a sus amigos, haría cualquier cosa por sus amigos.

Y ahí estaba el último, Paulo Londra. Seguía intentando razonar con el director, pero este seguía negando muy firme a su desición.

Se canso de las insistencias del rubio.

—Basta.—Alzó un poco la voz para callar a Paulo.—Mi decisión está tomada.—Sentencio.—