001

302 14 2
                                    


Pensaron que todo el grupo que estaba viéndolos desde que llegaron, se acercarian al mismo tiempo, pero en lugar de eso, se detuvieron en medio del camino.

Le dijeron algo a un morocho de cara simpática y a la vez seria para que esté se acercara a ellos.

—Hola, si bueno. Soy hijo del profesor de mate, me dieron la indicación de guiarlos hacia el salón de usos múltiples.—Habló con simpleza y empezó a caminar.—Denle wachos, no tengo todo el día.—

Dicho esto, todos empezaron a seguir al morocho el cual ni siquiera les dijo su nombre, parece que evito decirlo a toda costa.

Cuando llegaron, ni siquiera se despidió, se fue sin decir nada.

—¡Hola! Buenos días alumnos, veo que ya están conociendo las instalaciones.—Dijo un hombre con una sonrisa, Manuel parpadeo varías veces y se dio cuenta que tenía cierto parecido con el morocho que se fue.— Soy Pedro, Pedro Palacios. Maestro de matemáticas, les daré sus horarios. Ya casi termina el receso y justo les toca conmigo, así que pueden tomar asiento.—

—Gracias.—Dijeron en coro los cuatro.—

Tiago y Paulo se sentaron hasta atrás, Manuel y Daniel se sentaron delante de ellos, entablaron un tema de conversación hasta que el timbre sonó.

Los alumnos empezaron a entrar, entre ellos el grupo de el morocho.

Mateo reía con sus amigos, se sentaron en los lugares que ellos apartaron, era del lado contrario de dónde se habían sentado Manuel, Tiago, Daniel y Paulo.

Para ser honestos, Valentín, Mauro Monzón, Mauro Lombardo, Thomas y Mateo no le habían tomado mucha importancia a la llegada de los nuevos.

Se veían como los típicos chetos, tal como lo imaginaron. Valentín decía que uno de ellos no era como el resto, sabía leer a las personas fácilmente.

La clase dio inicio, Mateo se vio obligado a poner atención en todo el transcurso de esta, pues su padre impartía la clase, sabía que lo retaría si se desconcentraba.

No era tonto, para nada. Ponía todo su esfuerzo en sus tareas, trabajos y clases para ser el primer lugar de toda la escuela, poniendo a su padre más que orgulloso, era lo único que le importaba.

De vez en cuando reía ante algún comentario de Lombardo, él cuál era regañado por su padre inmediatamente.

La clase iba normal, no muy interesante para ninguno de los grupos de amigos, hasta que la ronda de preguntas empezó.

Las primeras preguntas las contestó Mateo sin dificultad. Vio como en uno de sus intentos de contestar otra pregunta, su padre le dio la palabra a otro chico. Se extraño, pues ninguno de los alumnos alzaba la mano en la ronda de preguntas.

Se trataba de uno de los chicos nuevos, por alguna razón, esto molesto bastante a Mateo, haciéndolo cruzarse de brazos y fruncir el ceño.

Manuel contestaba todas las preguntas correctamente, haciendo una pequeña rivalidad con Mateo quien cada que lo veía lo intentaba fulminar con la mirada.

Si bien el morocho tenía una mirada pesada, Manuel tenía una mirada inquietante, fría y digna de un psicópata el cual no sabes en qué momento atacara.

La clase se dio por terminada, Mateo salió con sus compañeros, pero antes de salir le dio un un pequeño golpe con el hombro a Manuel por "accidente" ni siquiera se volteo a disculparse.

Manuel frunció el ceño, alzando una ceja. Un poco divertido por la actitud infantil e inmadura que tenía el chico, sin duda si ese era la "competencia" que tendría en esa escuela, no se tenía porque preocupar.

' ' E N C U E N T R O ' ' ; [Trapers - Ships variados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora