Capitulo 14: Veintiocho días.

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[𝓐. 14.]

—Éramos dos desastres tratando de convertirnos en un milagro. -Ron Israel-.

𝒟 || DAYANA ADAMSON.

Solo dos días para poder regresar a Cair Paravel, me gustaba mucho la cabaña pero se me habían acabado las ideas de que más podía cocinar, tal vez sonaría mal pero extrañaba que hicieran las cosas por mí.

Algo que iba a extrañar de esta cabaña era el silencio cómodo y lo acogedora que llegaba hacer, se me habían ocurrido algunas cosas para Cair Paravel, en el jardín plantearía algunas flores, tal vez mandaría a construir un invernadero para todo lo que tenía planeado sembrar.

Extrañaba mucho a los chicos, poder platicar con William, reír de las tonterías de Matteo, entrenar con Theo, tomar el té con Gia, y aún que no me gustaba admitirlo también extrañaba los consejos de Crístal, o cuando era la hora de comer y conversamos de cosas al azar y sin sentido.

Solté un suspiro y mire el jardín de la cabaña y como a unos pasos empezaban los árboles del bosque, estaba en el balcón de los aposentos, mire como Edmund se acercaba a la cabaña y no notaba que estaba en el balcón, baje ya que la comida estaba lista y solo lo estaba esperando.

Aventó una bolsa en él sofá mientras se limpiaba con una pequeña toalla la cara, subió las escaleras para poder ir a cambiarse, lo dude un momento pero al final me acerque a él sofá para averiguar que tenía la bolsa pero él bajo y me miró.

-Serias tan amable de no esculcar en mis cosas Dayana -soltó mientras pasaba a mi lado para ir a la cocina a lavarse las manos en el fregadero.

-Yo no… -me interrumpí a mi misma ya que no tenía derecho a mentir cuando era muy obvio-. ¿No te has duchado?

-Lo haré después de comer -murmuro mientras dejaba los platos y vasos en la mesa y tomaba asiento.

Suspiré derrotada y también tome asiento, por suerte había leído algo sobre la comida narniana, había preparado huevos, sardinas en pan tostado, tostadas con mantequilla y miel, y una torta espolvoreada en azúcar, cuando terminamos de comer el tomo su bolsa y subió a los aposentos.

Decidí salir un rato al jardín y comencé a caminar al rededor de la casa por un tiempo para intentar no aburrirme lo cual fue en vano, regrese al interior de la casa y subi a los aposentos, Edmund estaba recostado en la cama y me miró sin mucho interés.

-¿Ya has empezado a empacar tus cosas? En dos días nos vamos -murmuro despreocupado.

-No, en un rato lo hago -contesto mientras me acerco a mi armario para tomar mi espada, él me mira confuso pero no me dice nada.

Bajo al jardín y decidió adentrarme un poco al bosque pero no tan lejos, podía ver todavía la cabaña, desde donde me encontraba la visualizaba bien y con claridad, ¿Si grito se escuchará hasta allá?

Mire mi espada, escuché un ruido sobre unos arbustos y levanté la mirada rápidamente pero no había nadie por ningún lado, comencé a caminar desconfiada hacia la cabaña y de la nada algo apareció frente a mi.

-¡¡AAAAAAAAAHHHHHH!! -grita lo que sea que fuera y por alguna razón eso me asustó más.

-¡¡AAAAAAAAAHHHHHH!! -grite ahora yo pero la apunte con la espada mientras evitaba mirarla o mirarlo-. ¡¡ALEJATE!! ¡¡LARGO!!

En menos de dos minutos Edmund ya estaba aquí y parecía totalmente alarmado, él me miró asustado y se acercó a mí al ver mi cara de espanto, no pareció asustarle lo que estaba frente a mi ya que pasó a su lado como si ya lo hubiera visto antes, tomo mis hombros y comenzó a revisarme.

Odio Amarte [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora