Capitulo 5: Libertad.

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[𝓐. 05.]

—Pobre de aquel esclavo que ama sus cadenas. -Jose Luis Ayala-.

𝒟 || DAYANA ADAMSON.

Habían pasado unas semanas y había decidido no hablar con ninguno de los reyes, aún que claramente ellos si habían intentado entablar una conversación conmigo, al parecer el rey Edmund también había decidido hacer lo mismo que yo, solo que él se la pasaba en su despacho trabajando.

-Bien, tienen que enfocarse en los preparativos de la boda, yo los ayudaré pero claramente ustedes tienen que elegir algunas cosas -Susan nos mira al rey justo y a mí.

Nos encontrábamos almorzando, ya que lamentablemente tenía que hacerlo, no podía comportarme como una niña caprichosa aún que estuviera en todo mi derecho.

-Susan podrías dejarnos tener un almuerzo tranquilo, por favor -pidió el rey Edmund y Susan suspiró.

-No pueden actuar como si las cosas no cambiarán -dijo Susan y la mire.

-Creeme, quedó claro que las cosas van a cambiar -digo de mala manera sin poder controlar mis palabras y los pevensie's me miran, pues era la primera vez desde que habían dado la noticia que le dirigía una palabra.

-Entiendo que estén enojados... -intenta decir pero no la dejo terminar.

-No. No lo entiendes -digo fríamente y me mira.

El ambiente se pone tenso y el resto de los hermanos solo nos miran.

-Peter, ¿Cuando llegara Cris? -le pregunta Lucy a su hermano mayor y él la mira.

Sabía que sólo lo hacia para romper la tensión que se había formado.

Me levanté de mi lugar y salí del comedor, necesito despejar mi mente, necesito alejarme de toda esta tontería.

«Blah, Blah, Blah, ¿Cuánto duro tú libertad querida?»

Hablo la voz y miré a mi alrededor, no había nadie, odiaba eso, me hacía creer que se me estaba acabando la poca cordura que tenía y no era lindo claramente.

-Dayana, aún no has elegido las chicas que quieres que te ayuden -dijo Peter llegando y lo mire.

-Si es con algo que tenga que ver con la tontería de la boda ahórrate todo, no quiero saber nada de ese tema -digo y me mira mientras niega.

-Es para lo de tus ayudantes, todos tienen unos, ya sabes Edmund, Lucy, Susan y yo -dice y asiento.

-Ah claro, mañana tal vez, no lo sé, yo te avisaré, gracias Peter -le digo y asiente con una sonrisa en su rostro.

Todavía tenía que ver sobre eso, con todo lo que había pasado últimamente era difícil enfocarme en una sola cosa, me dirigí al jardín, el sol era tan resplandeciente dando a entender que sería un día calurosa.

-Majestad, ¿Se encuentra bien? -una chica se encontraba en la entrada de un pequeño kiosco en el jardín y me miró preocupada.

-Por supuesto, es emocionante saber que en unas semanas te casarás con un rey desconocido -solte irritada y la chica permaneció en silencio-. Lamento mi mal humor.

-No se tiene que disculpar su majestad -su mirada fue hacia abajo.

-¿Cual es tu nombre? -mi pregunta hizo que su rostro se levantara y me mirara.

-Fátima, su majestad.

-Fátima -murmure y sonrío-. Es un gusto.

-El gusto es mío su majestad -sonrió y a lo lejos se pudo escuchar como una chica gritaba su nombre-. Me tengo que retirar su majestad, fue un placer entablar una conversación con usted, con su permiso.

Odio Amarte [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora