Capitulo 20: Verdaderas caras.

44 6 0
                                    

[𝓐. 20.]

—Había deseado dormir profundamente, olvidarlo todo, despertar y comenzar una nueva vida... -Fiodor Dostoievski-.

𝒟 || DAYANA ADAMSON.

Es mentira.

No es verdad.

No puede ser verdad.

-¡No la dejen ir! -volteo a ver hacia atrás al escuchar a uno de los guardias mientras sujetaba fuertemente las riendas del caballo.

-¡Dayana! -el grito de William hace que mis ojos se cristalicen pero no dejo que el caballo se detenga.

Uno de los guardias aparece delante con su caballo, mi caballo levanta sus patas delanteras y caigo al suelo, los demás guardias me alcanzan y me ayudan a levantarme mientras me llevan al carruaje que trajeron con ellos, William y Matteo me miran preocupados y los miro mal.

Los guardias me adentran al carruaje y me llevan de regreso al castillo, cuando llegamos abren la puerta del carruaje y me llevan a dentro mientras me sostienen de los brazos, Edmund, Susan, Peter, Lucy, Crístal, Gia y Theo nos miran.

-Dayana no puedes seguir intentando escapar. -me regaña Susan y a cambio solo le doy una mirada fría.

-Pudiste haberte lastimado. -enuncia Crístal y ni siquiera me molesto en mirarla.

-¿Hasta donde llego? -le pregunta Peter a los guardias.

-Cerca del farol, le faltaban cinco metros para llegar. -comenta uno de los guardias y miro el suelo como si fuera lo más interesante de la vida.

-Llévala a sus aposentos. -escucho la voz de Edmund-. Cierren su balcón con llave y no se la den.

-No pueden tenerme como una prisionera. -me quejo mientras lo miro.

-No te teníamos como prisionera e intentaste escapar. -informa el castaño y mi ceño se frunce-. Además no estás en posición de discutir, van más de siete veces que te escapas.

-Yo puedo ir a dónde quiera, no son nadie para retenerme aquí. -me quejo mientras intento acercarme a él pero los guardias no me sueltan.

Edmund asiente y los guardias me llevan a la fuerza a mis aposentos, me quejo durante todo el camino y noto como se miran los dos hombres entre si ya cansados de mis reclamos, cuando llegamos y entramos uno de ellos va a mi balcón y cierra la puerta con llave, el otro guardia me suelta y ambos salen de mis aposentos.

Camino al balcón aún sabiendo que no voy a poder abrir la puerta, la jalo y no abre, suelto un quejido mientras me alejo y camino a la pequeña sala que tengo, me siento en el sofa y miro la mesa que está en medio de todos los sillones.

|Flashback|

-¿Por qué no pueden entenderlo? -se queja William con un tono ya irritado-. Esto no es fácil de llevar, Crístal.

-¡Deja de ser egoísta! -escucho que grita Crístal ya harta-. ¡Piensa en nosotros William!

-¡Y tú piensa en ella! -grita Will totalmente molesto-. ¡Esto va a ser peor para ella!

-¡No lo entiendes! -alega la pelirroja, entreabro la puerta y los miro, nadie se da cuenta de que estoy aquí.

-Dejen de gritar por favor, nos van a escuchar... -murmura Gia mientras los mira, se nota decaída.

-Actúas como si tú fueras la víctima de todo esto pero eres cómplice. -la señala William, me doy cuenta que Matteo es el uno que está detrás de él como si solo el estuviera de su lado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Odio Amarte [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora