Hasta el último suspiro - Xiaother (Xiao X Aether)

Capitulo 22

Aether, estando medio dormido, decidió responder al teléfono.

— ¿Hola..?—

— Buenas tardes, llamo desde el hospital. —

— Buenas tardes ¿Que necesita?—

— Su amigo, Xiao, le gustaría verte.

El otro dia te dejaste algo, tu o tu hermana, y le gustaría entregartelo.—

— Está bien, vendre pronto. —

Colgó la llamada.

Que raro, no recordaba haberse dejado algo.
Pero al menos podría darle la pulsera.

Ya no se sentía tan cansado, por alguna razón se sentía un poco mejor.

Bajó las escaleras y le contó a su madre la situación, le permitió ir, pero tenía que volver pronto, para variar.

—No te preocupes, mamá.—

Cogió la pulsera de su mesilla y la puso en su bolsillo, también las llaves y el movil.

Se despidió de su madre y salió de casa.

Volvió a pasar por delante de la casa del chico, parecia ya estar limpia. Pero había algo que no entendía, la casa estaba en venta ¿Donde iba a vivir ahora?

¿Y sus padres? ¿O familiares?

Aunque recordando el estado de la casa...

Prefirió dejar de lado el tema, no era su problema después de todo.

No mucho tiempo después llego al hospital, en la recepción le atendió la chica que lo llamó y lo acompañó a su habitación.

Tocó la puerta y entró.

La enfermera cerró la puerta y los dejó solos.

Aether decidió hablar primero con una sonrisa.

—Hola ¿Cómo estás? ¿Estás mejor?—

— Hola, no muy bien, pero sí, mejor.—

Aether decidió acercarse a la cama.

—Me alegro de que estés mejorando. ¿Que tal estás por aquí?—

—Aburrido.—

—Entiendo, hace tiempo yo también estuve aquí, por bastante tiempo.—

—Lo siento.—

—Está bien, mi hermana venia a visitarme mucho, mis padres también, y a veces algunos amigos. Pero al principio fue difícil.—

—Sí.—

—¿Te ha venido alguien a visitar?—

—No.—

—¿Ni tus padres?—

—No.—

Sintio pena por el chico, pero era mejor no hacer preguntas, sentía que cada vez la cagaba más.

Así que decidió sacar el tema por el que vino.

—Me han dicho que me dejé algo ¿Me lo podrías dar? —

—Sí.—

Xiao se levantó de la cama para coger la pulsera del cajón. Pero en cuanto dio un paso, se mareó, todavía no había caminado desde que entró al hospital.

Por suerte, aether lo sujetó antes que se cayera, en un abrazo.

Hacía mucho que no recibía uno, así que también lo abrazó suavemente, sin mucha fuerza.

Aether se sorprendió, pero entendió lo solo que estaba, así que no se quejó.

Pero antes de que se diera cuenta, su corazón latía rápido de nuevo, la misma sensación que tuvo la última vez. ¿Porqué se sentía así?

Quizás también hacia un tiempo que no abrazaba a alguien, su padre no era de abrazar, su madre últimamente estaba ocupada y lumine estaba todo el dia con sus amigas, además, a su novia por alguna razón no le veía el pelo.

Aunque habían pasado años, seguía sin adaptarse, su hermana y amigos habían crecido, tenían su vida. Pero el no hacía nada.

Cuando volvió a la realidad, se dio cuenta que estaba llorando, y abrazandose con alguien que no conocía.

Se secó las lágrimas y hizo que el chico se sentara.

—Lo siento, no te levantes todavía, te harás daño.—

Xiao estaba un poco avergonzado, pero asintió.

—¿Está en el cajón?—

—Sí.—

Aether abrió el cajón, por su sorpresa solo habia una pulsera parecida a la que había encontrado en su casa, pero esta tenía el color de pelo y ojos del otro. 

No dijo nada y se la puso, le iba a medida.

—Gracias.

De hecho, yo encontré algo en tu casa.

No entré ni nada, vi unos policías entrar y encontraron esto en tu casa, les dije que te conocía y que te lo podía dar.—

Obviamente mintió, no iba a decir que entró en su casa, menos sabiendo en el estado que estaba.

Sacó de su bolsillo la pulsera y se la entregó.

Xiao quedó impactado al darse cuenta que era igual a la pulsera que se dejó el ¿Pero como podía estar en su casa?

Se fijó y tenía el color del pelo del chico que vino a verle, también sus ojos.

No dijo nada tampoco, la cogió y también se la puso. Le iba perfectamente.

Los dos se miraron sorprendidos, ninguno entendía lo que estaba pasando, ni porque, ni como.

No decían nada, pero lo sabían todo.

De repente, alguien tocó la puerta. ¿Quien era?