VIII

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Septiembre de 2001

Estos meses han sido tan soporíferos como frustrantes para mí.

En el orfanato ha reinado tanta normalidad que resulta artificial; falsa.

Y sé por qué.

Ha habido una feria solidaria en la ciudad y hemos estado muy ocupadas preparando dulces, artesanías y también engalanando estos muros para la visita de nuestro señor Obispo.

De repente, la Madre Superiora estaba demasiado preocupada de que cuidáramos, vistiéramos y alimentáramos a los niños lo mejor posible.

Hasta que se fueron, claro, entonces todo volvió a la normalidad.

Esa mujer ni siquiera se molesta en disimular su hipocresía con nosotras y a nadie parece importarle excepto a mí.

La hermana Wanda es la única a la que de vez en cuando le he visto algún ápice de remordimiento.

Una vez, como si supiera lo que estaba pensando, me dijo que tuvo que aprender a ver, oír y callar. Por su propio bien.

Esas palabras se me quedaron grabadas y aún a día de hoy al recordarlas siento escalofríos.

Porque no creo que esté exagerando.

Y por eso, me preparo para todo.

Estos meses he tenido mucho tiempo de reflexionar.

Si tan solo me dejaran contactar con algún medio del exterior...

Intenté alertar al Obispo, pero ni siquiera me dejaron acercarme a él. Es demasiado astuta.

Tengo que anticiparme a ella.

¿Qué esconderá? Eso es lo que no me deja dormir por las noches, la causa de mis peores pesadillas.

Lo único que me mantiene cuerda todavía es el convencimiento de que no puedo dejarla ganar.

Siempre que una familia adopta a un niño, los demás se alegran por él; aunque se sienten tristes por no haber sido escogidos, naturalmente.

Pero hasta ahora no me había dado cuenta del anhelo que refleja su mirada, como si necesitaran desesperadamente estar en el lugar del afortunado...para poder salir de este lugar.

Hoy le ha tocado a Diego, que se ha despedido de sus compañeros con lágrimas en los ojos. Sobre todo porque no quería separarse de Carlos, que a duras penas ha podido mantenerse estoico para que su amigo no se preocupe.

De todo corazón deseo que pueda ser feliz como se merece.

Pero al ver la mirada en las caritas de todos estos niños no puedo soportarlo.

Porque ahora lo entiendo.

Solo necesito demostrarlo.

Porque si no, siempre será mi palabra contra la de todas ellas. Y llevo las de perder.

Dios, ayúdame, por favor.

Envíame una señal. 

✝✝✝✝

El diario de la hermana Marie✔COMPLETA  [+21] #0 Saga DiabolusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora