III

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Jueves 30 de Enero de 2001, 16:00 p.m.

Al fin tengo un momento a solas para sentarme a escribir, pero no sé si pueda plasmar con palabras la vorágine de emociones que me inunda al pensar en mi primera semana aquí.

Los días vuelan, hay tanto que hacer que es un respiro para mi mente, que agradece enormemente el no tener ni un momento de resuello para recordar. Ah, siempre recordar...ojalá pudiera borrar los recuerdos de mi pasado. 

Lamentablemente, eso nunca sucederá. Hay cosas que te marcan de tal manera que se quedan bajo tu piel y te acompañan por el resto de tus días.

Mi único consuelo es que logré escapar de todo eso y ahora soy una persona nueva, sin pasado.

Y me llena de paz poder contribuir a la felicidad de los inocentes.

No le he contado a nadie mi oscuro secreto – y solo me atrevo a mencionarlo en estas páginas porque las tengo tan a resguardo que sé que nunca nadie las descubriría jamás si así no lo quiero – sé que de hacerlo jamás me habrían dejado unirme.

Y lo necesito, necesito esto.

Pero volvamos a los niños.

Sí, es un orfanato solo para niños. La única niña que hay, mi pequeña Jacqueline, es un caso excepcional. No tuvieron valor para separarla de su mellizo.

Ah, Rhett no habría sobrevivido sin ella...

Pobres, me parte el corazón lo que pasaron.

La mayoría de los infantes apenas hablan o sonríen, eso es algo que quiero cambiar.

Es tan bizarro verlos así, sin la vida y la alegría que debería caracterizarlos, que me pregunto cómo pueden soportarlo mis hermanas. A ninguna parecía preocuparle especialmente cuando se lo he comentado cuando volvíamos a la torre tras los maitines...

Pero bueno, supongo que la experiencia las habrá curtido.

He oído algunos llantos esta noche. Llantos que han tocado la más honda fibra.

Hubiera querido escabullirme a sus cuartos y colmarlos de amor y protección hasta que se calmaran, pero naturalmente estoy bajo llave.

Es parte de mi clausura.

Apenas ha logrado conciliar el sueño, pensando en ellos.

Y esta mañana, durante la lección de hermana Wanda, a la que se me ha permitido asistir como oyente gracias a que le comenté a la Madre Superiora que nunca pude terminar mis estudios – sigue impactándoles mi juventud, eso es algo que no sé cómo tomarme – dos niños se han peleado.

Ha sido horrible.

No han querido decir el motivo cuando los hemos separado, el más grande – contra todo pronóstico – ha sido el que peor parado ha resultado.

Al pequeño le llamaban demonio, incluso cuando he conseguido sujetarlo – tenía una buena rabieta y hasta me ha mordido, nada grave – la hermana Wanda lo ha golpeado con la regla en las manos, tan fuerte que no he podido evitar interponerme para protegerlo.

Es pequeño, tiene seis años y no controla su fuerza ni sus emociones. Pobrecito.

Aunque es muy rebelde, me han prevenido sobre él.

Todo lo que he podido sacarles es que su nombre es Carlos y las hermanas parecen detestarlo profundamente. Más que al resto.

Me han asegurado que es muy problemático. Tiene problemas de ira y no logran disciplinarlo. Es grosero, agresivo y respondón.

Nunca aprende la lección, ha dicho la Madre Superiora.

Yo apenas he tratado con él, pero opino que quizá sea ese exceso de severidad por su parte lo que lo tiene tan arisco.

Me ha costado mucho, pero me las he ingeniado para que me dieran permiso de quedarme con él en la enfermería hasta que se le pasara el ataque de ira. Gritaba a pleno pulmón mientras insultaba y maldecía a todos – con unas palabras que me han horrorizado oír salir de labios de un niño tan pequeño e inocente – incluso ha intentado romper cosas y me daba miedo que se hiciera daño.

Así que me he acercado muy despacio y cuando he conseguido convencerlo de que no iba a hacerle daño, lo he abrazado. Con todas mis fuerzas.

Hasta que su furia se ha aplacado.

No ha querido hablar conmigo, ni una palabra, pero me ha dejado curarle el labio partido.

Cuando lo he llevado a su habitación, me ha dicho adiós con la cabeza y se ha alejado muy serio. Eso me ha hecho sonreír.

Al verme llegar otro niño; Diego – un encanto – se ha acercado a darme las gracias por impedir que castigaran a su amigo. Al parecer el conflicto ha sido por defenderle del niño más grande.

Un instinto dentro de mí – ese que creía perdido – se ha despertado en ese momento.

Haré hasta lo imposible para velar por todos ellos. Esa es mi misión en la vida. 

El diario de la hermana Marie✔COMPLETA  [+21] #0 Saga DiabolusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora