Te Veo en Midnight's

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American Dandys

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Te Veo en Midnight's

Luz estaba inclinada sobre la mesa mirando el fondo del Gleincairn que acababa de vaciar de un trago, maldecía internamente y rabiaba a más no poder. Si ella hubiera supuesto el infierno que iba a ser el reencontrarse con su prima-hermana jamás hubiese aceptado verla el día de su decimoctavo cumpleaños.

Suponía que al ser Vee (Victoria para casi todos) una de las herederas de sus tíos algún día tendría que hablar con ella de los negocios que compartían en conjunto, pero por ahora, a Luz le importaba mucho más el irse de vacaciones a Áspen con Amity donde esperaba pasar una invernal luna de miel acompañada de la refinada chica pelimenta.

Aunque previo a aquello, su madre le había comentado que debía pasar algunas horas de su inactiva agenda acompañando a su prima Vee que estaba por la ciudad.

—No cambio pañales, má... - Aclaró Luz secamente.

—Sólo serán unas horas, llévala a alguno de esos lugares de ultramoda que acostumbras ir con tus amigas, beban algo, pónganse al día, recuerda que es familia.

Luz torció el gesto ante aquella mención, era el punto débil que su madre gustaba de torcerle cuando más que pedirle, le exigía.

Así pues, buscó reservar en el Midnight's, un bistró ítalo tailandés de moda al que había que reservar con, por lo menos, dos semanas de anticipación. La voz que la atendió sonaba de lo más agitada toda vez que detrás de la voz se oía un estrépito propio de una cocina ajetreada.

—Midnight's... - espetó del otro lado el maître.

—Sí... soy Luz Noceda, del emporio Clawthorne... quisiera pedir mesa para las...

—No hay mesa... - respondió impaciente la voz.

Luz sintió que toda la sangre se le juntaba en el rostro ya que éste le ardía barbáricamente, estaba furiosa y deseaba matar a alguien, ¿Cómo se atrevía el franchute hijoputa del otro lado de la línea a hablarle así?

—Míre... tal vez no ha escuchado bien...

Y le colgaron.

A continuación procedió a llamar a la molesta de su prima, sabía por su madre que Vee se estaba hospedando en el Plaza Athenea, en la suite presidencial que su padre poseía.

—Noceda... - respondió la voz suave y cansada de Vee al otro lado.

En el improbable más allá de la línea, se escuchaba de fondo un estrépito dantesco digno de un pandemonio enloquecido. La televisión vomitaba videos musicales de metal extremo toda vez que también se oían risitas de una chica y el sonido de la ducha a todo vapor.

—Sí... soy yo... Luz...

—Masha, contrólate... - Sí, dime, Luz.

—Supe que estabas en la ciudad y pensé que ya que es tu cumpleaños.

—Sí... iba a llamarte, el contable de tu padre así como el encargado de las cuentas están en la ciudad y quieren que hablemos, aunque primero quiero platicar contigo a solas.

***

—Así como te lo digo... quise reservar en un lugar ultra moderno pero después pensé que quizá lo mejor sería tener un ambiente intimo para platicar como se debe, ¿No crees, Vee? - le preguntó Luz yendo a encontrarla a su hotel en una limusina negra con blanco.

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