Capítulo 9 - ¿Encariñarse es malo?

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"La agenda de hoy está casi vacía" -Dice el narrador un poco preocupado.

"Bueno, me parece buena idea decirle a ella temprano que vamos cenar"-Piensa, mientras camina a buscar el celular.

"Hola, cómo estás, quería avisarte desde temprano para nuestra juntada en el café"
-Enviando mensaje a ella.

...

"Ok, voy estar a las 8pm en el café" -Responde al mensaje.

8pm en el café

"Hola, estoy muy contento de verte hoy" -dice el narrador emocionado.

"Yo también estoy muy contenta de verte" -responde con una sonrisa la fiel oyente.

"No sé si quieras que te empiece a contar de una vez sobre el gran cambio en la historia de Eli" -dice el narrador fascinado.

"Pues claro que me encantaría escuchar la historia de Eli y su gran cambio" -dice la fiel oyente toda encantada.

¿Acostumbrarse es malo?

En verdad, acostumbrarse podría ser malo. Eli había pasado por cuatro facetas o etapas que son de suma importancia para su vida. A estas alturas, preguntarse "¿acostumbrarse es malo?", "¿Por qué si me encariño a lo material se va?", son preguntas que no tienen respuesta, o si las tienen, no serían verdaderas. Eli se había mudado en varias ocasiones, y acostumbrarse no era una opción. Acostumbrarse implicaba encariñarse y realizar cosas rutinarias, pero ya sabemos que a Eli le encanta romper el sistema. Ya tocaba un cambio, uno más. Eli estaba emocionado por pensar en el nuevo camino que podía tomar. Esto se debía a que el padre de Eli había tomado un camino nuevo, en una isla del mar Caribe llamada Margarita, con la esperanza de conseguir un hogar y un trabajo que le diera estabilidad a la familia de Eli. Este sueño, para la familia y con la situación que estaban pasando en casa de su tío difunto, era el sueño más hermoso. Pero todo tiene un proceso y ese proceso se llama paciencia.

Paciencia a lo esperado

Me sorprende que, con tantas cosas, el joven Eli tenía una paciencia para que los días pasaran. Los días venían más rápidos o más lentos, según lo que hacía en el día. La rutina era casi siempre la misma: se levantaba temprano para ir al liceo, pasaba el tiempo viendo materias de muy poca importancia, hablando con sus amigos, y comiendo un almuerzo en el comedor. Esta era una rutina muy común para el joven Eli, y me sigue sorprendiendo la paciencia de esperar a que su padre pudiera volver a buscarlos. Los días fueron pasando y ya había que decir adiós de nuevo a un lugar donde pasó algunos años de su infancia. El joven Eli no se veía triste, se veía más bien agradecido. Esa tierra tan amada como Caripito; el día llegó, ya la familia de Eli estaba alistada en la casa de la tía por parte del padre de Eli para salir a alta hora de la madrugada y tomar un carro que los llevara a la costa para tomar una lancha hacia la isla de Margarita.

La Costa

Sabemos muy bien que, cuando tienes todo planeado, algo puede cambiar. En este caso, lo que le pasó a la familia de Eli fue que se habían quedado sin un boleto. Ya estábamos en la costa, muy lejos de Caripito, pero la desesperación no era una opción aunque las soluciones eran pocas. Pero con la fe a mil, si Eli te cuenta esto, diría que es un milagro. Pero yo diría que todos tenemos a un Dios grande y poderoso. Eli, sorprendido, ve que en una charla amistosa con uno de los funcionarios costeros, habla con todos nosotros y ve nuestra angustia por el simple hecho de que podríamos quedarnos a dormir en un puerto que se consideraba un poco peligroso. En esto, el funcionario, con un poco de empatía, nos ayudó y nos hizo pasar a todos. No hay alegría más grande que cuando ya estás casi para rendirte pero sigues luchando y lo logras. Eli ya creía que todo era posible. Estaban montados en la lancha de camino a la isla de Margarita, ese mar extenso de color azul era lo único que se veía a kilómetros.

Nuestra llegada al mar Caribe

Nada más hermoso que llegar a La Perla del Caribe en el puerto de la isla de Margarita. Eli estaba encantado porque por fin había tocado tierra después de estar casi una hora en la lancha. Ese mareo de las aguas todavía le costaba esfuerzo asimilar al joven Eli. Eli no lo podía creer, estaba de vuelta en un lugar nuevo, sin conocer a nadie, sin familiares, completamente desde cero. Era una sensación de nervios que hacía que la mente del joven Eli se relajara y pensara que todo iba a estar bien. Los minutos pasaron y el padre de Eli fue a recogerlos en el puerto para llevarlos al nuevo hogar, cuyo hogar iba a ser, inimaginablemente, el único que nunca se iba a olvidar en toda su vida. Nuestro joven Eli iba a tener la más grande aventura de toda su vida.

-Es un poco tarde, no crees la verdad; Dice el narrador.

-Pues si hace un poco de frío; Responde la fiel oyente.

-¿Mañana nos vemos de nuevo en la nueva cafetería de la esquina? Pregunta el narrador.

-Claro no hay problema de todas maneras es fin de semana largo; Responde la fiel oyente.




A tus pasos - Yeshua MedinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora