El vínculo entre Luna y Madre Miranda se profundizaba cada día más. A medida que compartían sus conocimientos y experiencias, Luna comenzaba a ver más allá de la fachada misteriosa de la líder de la aldea. Madre Miranda, por su parte, se sentía atraída por la inocencia y la determinación de Luna, encontrando en ella una compañía única en aquel mundo oscuro y solitario.
Luna se encontraba fascinada por la sabiduría y el poder de Madre Miranda, pero también notaba la tristeza que se escondía en sus ojos celestes grisáceos. A pesar de su naturaleza reservada, Madre Miranda parecía encontrar consuelo en la presencia de Luna, quien la escuchaba con atención y empatía.
A veces, durante sus paseos por la aldea, Luna y Madre Miranda se encontraban con los aldeanos y líderes de la comunidad. Luna era respetada y admirada por su dedicación a la búsqueda de la Flor Lunar, mientras que Madre Miranda era reverenciada como la protectora de la aldea y de la misteriosa Flor Lunar.
En una ocasión, mientras caminaban juntas por el bosque, Luna no pudo evitar expresar su admiración hacia Madre Miranda.
Luna: "Es asombroso, Madre Miranda. Su conocimiento y poder son impresionantes. No puedo evitar sentir que hay tanto que puedo aprender de usted".
Madre Miranda sonrió con dulzura, apreciando las palabras de Luna.
Madre Miranda: "Eres una joven excepcional, Luna. Tu pasión por la botánica y tu habilidad para comprender la naturaleza son admirables. También he aprendido mucho de ti".
Ambas mujeres compartieron una mirada significativa, y en ese momento, Luna pudo sentir una conexión más profunda entre ellas. Sin embargo, ambas se contuvieron, conscientes de las implicaciones de un posible romance.
Aunque ambas mujeres luchaban contra sus sentimientos, temiendo las consecuencias de un romance prohibido, el destino parecía tener otros planes. Cada encuentro entre ellas estaba cargado de tensión y complicidad, pero ambas se esforzaban por mantener las distancias.
En una ocasión, durante una reunión en la mansión Dimitrescu, Luna se encontró nuevamente con Bela Dimitrescu. La hija de Alcina Dimitrescu la observó con curiosidad, sus ojos dorados brillando con un toque travieso.
Bela Dimitrescu: "Oh, Luna, es un placer volver a verte. Espero que hayas estado disfrutando de tu estancia en nuestra encantadora aldea".
Luna se sintió incómoda bajo la mirada intensa de Bela, pero trató de mantener la calma.
Luna: "Gracias, Bela. Sí, ha sido una experiencia única estar aquí".
La joven botánica notó cómo la mirada de Madre Miranda se mantenía vigilante, aunque no demostró ninguna emoción.
Bela Dimitrescu: "Me alegra saber que disfrutas de nuestras instalaciones. Espero que te sientas bienvenida en nuestra mansión".
Luna asintió, sintiendo que la conversación se volvía cada vez más tensa. Por alguna razón, Bela parecía mostrarse particularmente interesada en ella, y el hecho de que Madre Miranda estuviera presente solo añadía una capa adicional de incomodidad.
A medida que avanzaba la reunión, Luna pudo sentir la mirada de Madre Miranda sobre ella en varias ocasiones. Aunque la líder de la aldea no demostraba celos abiertamente, habían pequeñas señales de tensión en su postura y expresión.
La presencia de Bela seguía siendo inquietante para Luna, y aunque trató de ignorarla, no pudo evitar sentir cierta incomodidad. Sin embargo, también notó cómo la relación entre Madre Miranda y Bela parecía distante y tensa, como si hubiera cierta rivalidad entre madre e hija.
A medida que la reunión llegaba a su fin, Luna sintió un alivio momentáneo al abandonar la mansión Dimitrescu. Sin embargo, no podía ignorar la creciente atracción que sentía hacia Madre Miranda y cómo esta última parecía luchar con sus propios sentimientos.
Unos días despues en el tranquilo laboratorio de Madre Miranda, Luna y la líder de la aldea pasaban horas inmersas en la investigación de la Flor Lunar y otros secretos de la naturaleza sobrenatural. Aunque ninguna había admitido abiertamente sus sentimientos, la atracción entre ellas era innegable y se palpaba en el aire cada vez que se encontraban.
Una tarde, mientras revisaban antiguos pergaminos y libros, sus manos se rozaron de forma accidental. Luna sintió un cosquilleo eléctrico recorrer su piel y apartó rápidamente la mirada, ruborizándose por el contacto. Madre Miranda, por su parte, no pudo evitar notar la reacción de la joven botánica y una pequeña sonrisa jugueteó en sus labios.
En otra ocasión, mientras caminaban por los jardines de la mansión, un suave viento mecía las hojas de los árboles y Luna sintió cómo Madre Miranda le ofrecía su abrigo para protegerla del frío. Sus miradas se encontraron y, por un momento, el tiempo pareció detenerse. Luna se sentía segura y protegida en brazos de la misteriosa líder, y Madre Miranda encontraba consuelo en la calidez y la dulzura de la joven botánica.
En una noche estrellada, Luna y Madre Miranda compartieron un momento único en la terraza de la mansión. Bajo la luz de la luna, ambas mujeres se miraron furtivamente, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono. Aunque ninguna pronunció palabra, sus ojos se comunicaban en un lenguaje silencioso que solo ellas entendían.
En medio de sus investigaciones y la protección de la aldea, Luna encontraba momentos para crear arreglos florales que adornaban la mansión. Madre Miranda admiraba el talento y la pasión de la joven botánica, y en secreto, colocaba los arreglos en su estudio privado, como un tesoro escondido solo para ella.
A medida que el tiempo pasaba, Luna y Madre Miranda se encontraban cada vez más atraídas la una hacia la otra. Sus conversaciones se volvían más íntimas y sus gestos más cariñosos. Sin embargo, ambas mujeres luchaban por contener sus emociones. Luna quería mantener aún su mente solo en la búsqueda de la flor lunar, pero unos ojos celestes grisáceos se encontraban a menudo en sus pensamientos.
ESTÁS LEYENDO
ℓα ƒℓσя ℓυηαя - eɴ edιcιóɴ ✖
FanfictionEn el misterioso mundo de Resident Evil Village, Luna, una joven botánica, busca la legendaria "Flor Lunar". Pero su búsqueda la lleva a encontrarse con Madre Miranda y las hijas de Lady Alcina Dimitrescu, desatando una historia de amor y oscuridad...