Capítulo 6

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Una semana había pasado desde que Luna se marchó de la aldea de Madre Miranda para salvar a su hermano. Durante ese tiempo, Madre Miranda había vivido con la incertidumbre de si Luna regresaría o si se habría marchado para siempre. La aldea seguía su curso, pero un sentimiento de vacío se había instalado en el corazón de la líder.

Mientras tanto, Luna había atravesado montañas, cruzado ríos y caminado por senderos desconocidos para regresar a la aldea. Su corazón la había guiado de vuelta a la mujer que amaba, y su determinación no había flaqueado en ningún momento.

Finalmente, llegó a la aldea, y como si fuera un imán, el camino la llevó directamente a la imponente mansión de Madre Miranda. La mansión se alzaba majestuosamente, y Luna no pudo evitar sentir una mezcla de nerviosismo y emoción mientras se acercaba.

Recorrió el amplio jardín de la mansión, disfrutando del aroma de las flores y del suave susurro del viento entre los árboles. Cada paso la acercaba más a Madre Miranda, y su corazón latía con fuerza en su pecho.

Finalmente, la vio. Madre Miranda estaba de pie en medio del jardín, mirando al horizonte con una expresión melancólica. Sus ojos brillaron al ver a Luna, pero también había un atisbo de vulnerabilidad en ellos.

"Luna..." murmuró Madre Miranda, incapaz de contener la emoción en su voz.

Luna corrió hacia ella, sin poder esperar un segundo más. Madre Miranda la recibió con los brazos abiertos, y ambas se abrazaron con fuerza.

"He vuelto", dijo Luna con voz suave, sus palabras contenían todo el amor que sentía por Madre Miranda.

Madre Miranda la miró a los ojos, las lágrimas amenazaban con desbordarse pero su mirada reflejaba una mezcla de alegría y tristeza. "Pensé que no volverías", admitió, dejando al descubierto su vulnerabilidad.

"Jamás podría dejarte por completo", respondió Luna con ternura. "Eres el amor de mi vida, Madre Miranda".

Las palabras de Luna tocaron el corazón de Madre Miranda. La vulnerabilidad se desvaneció y fue reemplazada por una pasión intensa. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, un beso que hablaba de todo el amor, el anhelo y la alegría de estar juntas nuevamente.

Los minutos se desvanecieron mientras se perdían en el abrazo, sin importarles el mundo exterior. Se besaron como si estuvieran sellando un pacto de amor eterno.

Finalmente, se separaron, y Madre Miranda miró a Luna con una sonrisa llena de amor. "No puedo imaginarme la vida sin ti", admitió.

"Y yo no puedo imaginarme la vida sin ti", respondió Luna. "Has llenado mi mundo de luz y significado".

Madre Miranda acarició suavemente el rostro de Luna, sintiendo la suavidad de su piel bajo sus dedos. "Prométeme que nunca te irás de nuevo", dijo con voz entrecortada.

"No lo haré", aseguró Luna. "Naciste para estar a mi lado, nada ni nadie nos separará".

El tiempo pareció detenerse mientras ambas se perdían en la mirada del otro, sabiendo que su amor era fuerte y verdadero.

En ese momento, supieron que estaban destinadas a estar juntas, y que nada ni nadie podría separarlas. La aldea, la mansión y el mundo que las rodeaba se desvanecieron mientras se entregaban a la pasión y al amor que las unía.

Tras su regreso a la aldea, Luna no podía apartar de su mente el descubrimiento que había tenido durante su búsqueda de la Flor Lunar, su capaz para traer a los muertos de vuelta a la vida.

A pesar de las advertencias de Madre Miranda, su corazón se aferraba a la idea de reunir a Madre Miranda con su hija perdida, Eva. Sin embargo, Luna sabía que debía ser cautelosa y planear cuidadosamente su siguiente paso.

Durante una tarde en la mansión, Luna reflexionó sobre las posibilidades que ofrecía la Flor Lunar. La esperanza de traer de vuelta a Eva para devolverle la felicidad a Madre Miranda era un pensamiento que la consumía. Finalmente, decidió arriesgarse y llevar a cabo el intento de traer de vuelta a Eva.

Sin embargo, el uso de la Flor Lunar tenía consecuencias inesperadas y peligrosas. Luna sabía que su vida estaba en juego, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier peligro con tal de ayudar a Madre Miranda.

Con valentía y determinación, Luna se adentró en el bosque en busca de la Flor Lunar. La noche era oscura y llena de misterio, pero Luna no se detuvo. Siguió su intuición hasta encontrar la misteriosa planta, bañada por la luz de la luna.

Con los conocimientos que había adquirido, Luna realizó un delicado ritual para invocar el poder de la Flor Lunar. Su corazón latía con fuerza mientras concentraba toda su energía y amor en el propósito de traer de vuelta a Eva.

Luna tomó un puñado de pétalos de la Flor Lunar y los esparció a su alrededor. Recitó palabras antiguas y realizó gestos precisos, sumergiéndose en el ritual con fe y esperanza.

Una luz brillante envolvió a Luna, y la Flor Lunar pareció cobrar vida ante sus ojos. La planta emanaba una energía mágica y poderosa, y Luna sintió cómo su cuerpo se llenaba de energía.

En un momento de profunda conexión con la Flor Lunar, Luna cerró los ojos y se concentró en su deseo de traer de vuelta a Eva. Imaginó a la pequeña niña, cómo sería su risa y su voz, y cómo Madre Miranda la abrazaría con amor.

Cuando Luna abrió los ojos, se encontró con la asombrosa visión de Eva frente a ella. La niña miró a su alrededor con curiosidad y luego posó su mirada en Luna.

"¿Quién eres?", preguntó Eva con una sonrisa tímida.

"Soy Luna, una amiga de tu madre", respondió Luna con una alegría que no podía contener.

Madre Miranda, alertada por los ruidos que había en la sala de la mansion, llegó corriendo al lugar y se encontró con la visión más increíble que jamás habría imaginado. Su hija, a quien creía perdida para siempre, estaba allí, frente a ella, gracias al sacrificio y el amor desinteresado de Luna.

Madre Miranda se acercó a Luna con lágrimas en los ojos y la abrazó con fuerza. "Gracias, Luna. Gracias por traer de vuelta a mi hija", susurró con emoción.

El corazón de Luna se llenó de gratitud y alegría. A pesar del costo y el peligro, había logrado traer de vuelta a Eva y ver la alegría en el rostro de Madre Miranda la llenaba de satisfacción.

 ℓα ƒℓσя ℓυηαя -  eɴ edιcιóɴ ✖ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora