Capítulo 1. Segundas oportunidades

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Por más de cinco siglos he vivido en secreto, escondida en las sombras, sola en el mundo, hasta ahora. Soy una vampiresa y esta es mi historia. 

Era la hora de la caza, sería el último humano que probaría en mucho tiempo. Aurora decidió que su despedida como vampiresa bebedora de sangre humana fuera especial. El escenario perfecto para la última cacería fue una carrera a media noche. Escondida entre los árboles, observó una camioneta de color negro atravesar la densa neblina creada en la carretera. La temperatura era muy baja, pero no le afectó en lo absoluto. Dio un brinco en mitad de ambos carriles y aguardó. Unos instantes más y el coche apareció entre la neblina, impactando contra su cuerpo. Salió disparada hacia atrás, elevándose unos cuantos metros en el aire. Cayó de espaldas contra el pavimento y acostada boca arriba, cerró los ojos.

La camioneta se detuvo estrepitosamente y por unos instantes solo se escuchó el latido de dos corazones humanos. "Perfecto" pensó para sus adentro. Escuchó con claridad la conversación y acto seguido, la puerta de la camioneta se abrió. Los pasos de un humano avanzaron hasta donde ella se encontraba. Aurora permaneció con el rostro inexpresivo y sumamente quieta.

— No te mueras por favor —susurró la voz de un hombre. Se agachó a su altura, tomando su mano para buscar su pulso. No iba a encontrarlo—. Está muy fría —murmuró asustado. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Aurora esperó unos segundos más y después se incorporó, tomándolo por el cuello y a velocidad vampírica, se puso detrás de él. Sonrió para sus adentros, percibiendo el miedo de él. Aurora no podía esperar más, estaba demasiado sedienta. Pudo sentir el calor que emanaba de su cuerpo, oyó el sonido de su pulso martillando a flor de piel.

Abrió la boca para gritar, pero los colmillos de la vampiresa le destrozaron la tráquea antes de que pudiese emitir sonido alguno. Tan sólo el gorgoreo del aire, la sangre en sus pulmones y los leves gemidos que no fue capaz de controlar. La sangre era cálida y dulce, sofocó la quemazón en su garganta, aplacó el vacío que irritaba su estómago. Absorbió y tragó con sólo la vaga conciencia de cualquier otra cosa.

El problema con los humanos era que nunca había en ellos suficiente sangre. Apenas le pareció que hubiesen transcurrido unos segundos cuando el chico se agotó. Frustrada, sacudió su cuerpo. La garganta comenzaba a arderle de nuevo. Tomó el cadáver y lo cargó en su espalda.

— ¡No hay señal! —gritó la chica, bajando de la camioneta— ¿Arthur? —preguntó— ¡Arthur! —gritó con desesperación. Sonrió con malicia y lanzó el cuerpo para que este cayera en el cofre del auto. La chica emitió un grito que resonó en el bosque, pero ¿para que gritaba si nadie la escucharía?

Negó con la cabeza al verla correr demasiado asustada. La alcanzó en un abrir y cerrar de ojos, la agarró del cabello haciéndola hacia atrás para hundir sus colmillos en su piel. Ésta fue aún mejor que el anterior. Su sangre estaba totalmente limpia. Terminó con ella con un suspiro. Iba a extrañar eso. Mutiló los cuerpos para que pareciera un ataque animal, después abandonó la escena del crimen hacia su departamento. Tenía que empacar.

Aun se preguntaba si era una buena idea ir con el clan Cullen. Carlisle le dijo que era bienvenida pero no podía evitar tener sus dudas al respecto. Si quería evitar llamar la atención de los Vulturi debía cambiar su estilo de vida. Su historial sería suficiente para tener un castigo por parte de ellos. Estacionó su vehículo frente a la residencia de los Cullen. Permaneció unos segundos en el interior y después bajó al notar que ya se habían percatado de su presencia. Se dirigió hacia la cajuela para sacar su pequeña maleta de viaje. Con ella en mano, caminó tranquilamente en dirección a la puerta y antes de que pudiera llamar, Alice Cullen abrió.

Nox Sanguinem: Aurora CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora