Capítulo 7. El encuentro

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Carlisle y Esme se miraron, discutiendo en voz baja la situación. Aurora se sintió identificada con ella pues le recordaba a sí misma en sus primeros días. Borró aquel pensamiento de su mente antes de que Edward llegara y pudiera leerlo. Al dirigir su mirada a Jasper, notó que se acercaba peligrosamente a la neófita.

— No quiere luchar, se ha rendido. —le advirtió Carlisle al intuir sus intenciones.

— Carlisle, yo... —vaciló Jasper y prosiguió—. Lo siento, pero eso no es posible. No podemos permitir que los Vulturi nos relacionen con ninguno de estos neófitos cuando lleguen. ¿Te das cuenta del riesgo que eso supondría para nosotros?

— Jasper, es sólo una niña —protestó Esme—. ¡No podemos matarla a sangre fría, sin más!

— Esme, lo que está en peligro aquí es nuestra familia. —le recordó Jasper. Esme caminó hasta situarse entre Jasper y la neófita. De modo que le dio la espalda a la niña

— No. No lo consentiré. —se aferró a sus palabras. No era un comportamiento inusual en Esme. La mujer poseía un gran instinto maternal y de cierta forma había empatizado con la joven vampiresa. Aurora dejó escapar un suspiro, observando a la neófita. Ella se mostraba asustada, nerviosa y para colmo recibía las oleadas de sentimientos de Jasper.

— Podrían pensar que creamos a nuestros propios neófitos para defendernos. —insistió Jasper.

— Pero no creamos a nadie. Y, aun así, de haberlo hecho, aquí no se ha producido ninguna indiscreción, solo en Seattle. No hay ninguna ley contra la creación de vampiros siempre que los controles. —intervino Aurora, tratando de razonar.

— Es demasiado peligroso. —replicó Jasper. Carlisle tocó a Jasper en el hombro para tantearlo.

— No podemos matar a esta niña. —repitió Carlisle.

— No me gusta esto —murmuró, ya más calmado—. Dejen al menos que yo me haga cargo de ella. Ustedes dos no saben manejar a alguien que ha estado tanto tiempo fuera de control.

— Por supuesto Jasper, pero se amable. —dijo Esme. Jasper puso los ojos en blanco.

— Tenemos que unirnos a los demás. Alice dijo que nos disponemos de mucho tiempo. —informó la castaña. Carlisle asintió, le ofreció su mano a Esme, se dirigieron de vuelta al claro, dejando atrás a los tres vampiros.

— Eh, tú —le dijo Jasper a la neófita, de nuevo con mala cara—. Ven con nosotros. No hagas un movimiento en falso o acabo contigo. —le dijo.

— Cierra los ojos. —le ordenó Aurora y ella vaciló.

— ¡Hazlo! —ordenó Jasper. La vampiresa miró a la neófita con compasión.

— Yo me encargo, Jasper. —le dijo ella e hizo un gesto a Alice. La mujer asintió, acercándose a ellos.

— ¡Jasper! —llamó Alice y el vampiro fulminó a Aurora con la mirada.

— Puedo encargarme de ella, confía en mí —pidió Aurora. Jasper frunció el ceño, pero asintió. El vampiro se marchó, dejando a la destripadora con la neófita. La susodicha cerró los ojos a causa del miedo—. Sigue el sonido de mi voz y no abras los ojos o estás perdida ¿Entiendes? —advirtió, empleando un tono amenazador. La neófita asintió así que Aurora comenzó a caminar— Por aquí. —indicó. Ambas caminaron, una detrás de la otra hasta el claro donde se encontraba la familia Cullen reunida.

Alice permaneció quieta, observando a la nada mientras Jasper la rodeaba con sus brazos para reconfortarla. Rosalie y Emmett estaban a unos cuantos pasos alejados de ellos.

Nox Sanguinem: Aurora CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora