CAPÍTULO 7

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Deanna

Leo pasa su mirada de mis ojos a la gran marca que tengo en mis labios, observándome con los ojos entrecerrados.

—Chica, ya me vas diciendo que es eso. —señala mis labios con el dedo. —Y ni digas que es porque tienes los labios cortados. No te creo. —interrumpe antes de que pueda decir nada.

Pienso en mi respuesta, no me gustaría decirle que ha sido mi jefe. Al fin y al cabo esto es solo un juego con el que me estoy distrayendo mientras me dedico a encontrar al demonio culpable de la masacre de mi familia.

O al menos eso creo.

—Es una infección, sí. —miento.

Leo asiente.

—Y yo soy hetero. —el tono sarcástico es notable en su voz.

Trago saliva y pienso si debería decírselo o no.

—Mi jefe. Ha sido él. —confieso.

Leo me mira con los abiertos de par en par y deja escapar un grito ahogado. Se levanta de un salto de mi cama y empieza a saltar emocionado.

Me agarra los hombros y los sacude pegando un grito que podría escucharse hasta otro continente. Me tapo los oidos.

—¡Te has besado con tu jefe! —chilla, sacudiendo mis hombros.

—Fue otro error. —admito. Es cierto, no tenía planeado besarlo pero fue…me gustó y en realidad también fue mi primer beso. En la adolescencia me centré en estudiar lo máximo posible para entrar a una carrera lo antes posible y poder conseguir un puesto en el departamento de detectives por lo que mi tiempo con los chicos era nulo e innecesario, no necesitaba a ningún chico para estar bien.

—Oh por Dios, cállate. ¿Os vais a casar? ¿Hijos? ¿Me dejaras ser el padrino, no? ¿Cuando será vuestra luna de miel? —me dispara preguntas aleatorias que me encuentro frunciendo el ceño.

—Ha sido un beso erróneo. Nada más.

Leo se tira sobre la cama con un suspiro.

—Nena, sigue mintiéndote pero ambos sabemos que hay algo. —dice mientras agarra mi teléfono de la mesita de noche.

Lo miro entrecerrando los ojos.

—¿Qué vas a hacer con mi móvil? —pregunto, levantándome de la silla de mi escritorio y caminando hacia él con pasos lentos pero decididos.

Me abalanzo sobre él pero estira los brazos para que no pueda alcanzarlo, le hago cosquillas con la intención de que baje los brazos pero me agarra de la cintura y me mantiene en mi sitio.

Frustrada, le doy un golpe en una zona sensible. Muy sensible.

Leo grita agarrándose la parte afectada. A pesar del color moreno de su piel su rostro se torna de un color rojo intenso y sus ojos se cierran con fuerza.

—Joder, casi me dejas impotente. —gruñe, aún con la mano en su zona y su cara enrojecida.

—Tenías mi móvil y a saber que ibas a hacer con él. Te conozco, Leo. —sujeto mi móvil en una mano y lo enciendo. Veo que está en la aplicación de mensajes y hay uno en concreto que me llama la atención. El contacto de mi jefe. Le he escrito hace unos minutos o más bien Leo le escribió hace unos minutos.

Miro a Leo enfurecida. Mi agarre se aprieta alrededor de mi teléfono y me levanto de mi silla hecha una fiera. Los músculos de mi mandíbula se tensan mientras voy hacia Leo.

Inhala. Detén. Exhala. No hagas ninguna tontería, Deanna. Joder.

—¡¿Por que mierda le has escrito a mi jefe?! —chillo, mientras agito el móvil en el aire.

The Death Temptation [+18] (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora