Megumi se abrió paso a trompicones entre sus compañeros de redacción. La sala de juntas estaba atestada y, cuando consiguió llegar a los primeros asientos, dejó la mochila en el suelo y se sentó con un suspiro de alivio. Nada más ver la expresión ceñuda del señor Gakuganji supo que el hombre no tenía un buen día, por lo que rogó para que su ira no lo alcanzara. Y es que él poseía la extraña facultad de atraer el enojo o la rabia de las personas; si alguien estaba furioso, se las arreglaba para que todo aquel caudal de sentimientos adversos abandonara a su víctima y se dirigiera hacia su persona. Afortunadamente, de la misma forma que atraía los problemas, estos se evaporaban en un santiamén.
-Llegas tarde, Fushiguro -gruñó el señor Gakuganji-. Les estaba explicando a tus compañeros que la agencia está atravesando un pequeño bache, cargado de demasiada competencia o puede que un exceso de incompetencia, que para el caso es lo mismo. Durante años hemos sido una de las mejores agencias de información del país; sin embargo, ahora nos limitamos a dos columnas en algún periódico local, o como mucho algún reportaje fotográfico que alguien nos cede por exceso de trabajo -chasqueó la lengua de forma desaprobatoria.
Megumi se encogió de hombros. No comprendía qué tenía que ver con aquel irónico comentario y no le gustaba la forma en la que su jefe lo miraba. Continuó con las diapositivas.
-Fijaos bien en estas imágenes, porque podríamos estar ante el reportaje que nos devuelva el esplendor perdido. Es un asunto delicado y necesito al mejor periodista, por eso estáis aquí. -Echó un vistazo general a los asistentes y su mirada quedó de nuevo fija en Megumi-. Les pondré en antecedentes.
Los paisajes portuarios fueron pasando con intermitencias de luz y un desagradable chasquido al final de cada imagen. El proceso duró unos instantes, hasta que estas fueron sustituidas por la fotografía de un hombre de rasgos duros y atractivos, por lo que varios silbidos femeninos rompieron el silencio. También se escucharon suspiros jocosos que provenían del sector masculino.
-Su nombre es Ryomen Sukuna -vociferó el señor Gakuganji para mantener el orden. Una imagen más grande y que exaltaba los varoniles rasgos de aquel desconocido acalló a los periodistas con una explosión de luz-. Estamos hablando de uno de los magnates más importantes de Europa, y vive en Palermo, Sicilia. Él y su «familia» -terminó la frase en tono irónico.
Megumi recorrió con interés el rostro que se exponía ante él. Sus rasgos irradiaban poder. Su sonrisa, que por otra parte se mostraba natural y en ningún momento parecía un posado, curvaba ligeramente unos labios finos y aristocráticos. Su mirada era exultante, satisfecha, y su expresión inescrutable. Un brillo acerado refulgía en sus ojos rojos, dotados de un aire temerario que sobrecogía al mirarlos. Tenía el pelo flamante, recio, y su piel bronceada contrastaba con la elegancia de sus ropas caras. El aspecto tonificado de su cuerpo daba a entender que era un hombre habituado al ejercicio físico, pero sin apartar la elegancia innata que daba una crianza selecta de varias generaciones.
-Fushiguro, ¿me estás escuchando?
-Sí, jefe, perdone. ¿Dice que ya tiene familia?
Se escucharon unas risitas femeninas al fondo.
-Sí, pero no es de esa clase de «familia» que tanto te interesa. ¡Silencio! -Gakuganji trató de poner orden entre sus empleados que habían formado corrillos para hablar entre ellos-. Ryomen es el dueño de una importante compañía de transporte marítimo que opera desde la isla de Sicilia. Como ya saben, por su situación, Palermo posee uno de los puertos más estratégicos de Europa, y su abuelo, don Ryomen, también lo intuyó cuando inició su andadura como naviero.
Aprovechando que las imágenes de los edificios de la compañía y de los inmensos barcos pasaban ante los atentos ojos de los periodistas, Gakuganji hizo una pausa. La misma diapositiva de un Sukuna trajeado y seductor llenó la pantalla y los ojos codiciosos que lo observaban.
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Vehemence ♡ Sukufushi
Hayran KurguFushiguro Megumi, joven periodista de belleza poco convencional, tiene la oportunidad de su vida: un reportaje para atrapar con las manos en la masa a un capo de la mafia siciliana. Megumi piensa en el espaldarazo que significará para su carrera mie...