-cap. nueve

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— Por favor no me dejes en vergüenza — le dijo Gavi a su madre antes de salir de su casa para ir a buscar a Bianca.

El día que Bianca iba a conocer a sus padres había llegado y, como para no perder la costumbre, Gavi estaba nervioso pero no por el hecho de que su familia iba a conocer a su novia que no era su novia todavía pero que pronto iba a ser su novia, sino porque a su mamá le encantaba contar historias de cuando él era pequeño.

— Si, si, como sea — Belén rodó los ojos divertida —. Ahora ve a buscarla que la queremos conocer — dijo mientras echaba a su hijo de la casa.

Gavi se subió a su auto y emprendió camino hacia el edificio de la rubia. Pero antes de llegar a su destino decidió parar en una florería y comprarle un ramo de flores, específicamente de girasoles y rosas rojas ya que Bianca había comentado una vez que esas eran sus favoritas.

Cuando ya había comprado las flores y había llegado al edificio de Bianca, se bajó de su auto y subió hasta el piso donde residía la rubia. Tocó el timbre y a los pocos segundos apareció la argentina, recibiéndolo con su característica sonrisa haciendo que le recorriera una sensación cálida por el pecho.

— Hola — el sevillano la saludó —. Te he traído esto — dijo mientras levantaba su mano donde tenía el ramo de flores.

— ¡Ay! — la rubia no pudo contenerse y soltar un pequeño chillido ante el gesto que tuvo Gavi —. Gracias — susurro acercándose a él para abrazarlo por el cuello.

Gavi obviamente correspondió al abrazo, escondiendo su rostro en el cuello de la rubia y absorbiendo el característico perfume que Bianca siempre usaba.

— ¿Estas lista? — le preguntó el sevillano una vez que se habían separado del abrazo.

— Déjame que ponga las flores en agua y nos vamos — le respondió Bianca mientras volvía a entrar al departamento seguida de Gavi.

Una vez que la rubia ya había dejado las flores en agua, agarró su celular, sus llaves, el postre que prometió llevar y los dos salieron de la casa.

Durante el viaje hacia la casa de Gavi, Bianca se la pasó preguntándole al sevillano sobre sus padres; como se llamaban, a que se dedicaban y cosas básicas.

— No te voy a decir todo yo — el sevillano soltó una risa —. Ellos querrán decirte esas cosas.

— Está bien, me conformo con sus nombres — la rubia se cruzó de brazos —. ¿Puedo poner música?

Gavi solamente asintió y le pasó su celular, que ya estaba conectado al Bluetooth del auto. Sin embargo, sintió la mirada de la rubia sobre él por lo que la miró con una ceja alzada.

— ¿Que pasa? — le pregunto confundido.

— ¿Como vas a tener el celular sin contraseña?

— Nunca me preocupe por ponerle — el sevillano simplemente se encogió de hombros.

— Te lo llegan a robar y fuiste, amigo — la rubia le dijo bromeando un poco.

— ¿Como? — Gavi la miró aprovechando que el semáforo se había puesto rojo —. ¿Me has llamado amigo? — le preguntó incrédulo. Bianca solamente lo miraba con una sonrisa divertida —. Amigo es Maia, Constanza... — el sevillano comenzó a nombra algunas de las amigas de la rubia que ella le había mencionado alguna que otra vez —.. ¿yo, amigo? — se señaló a si mismo —. No soy.

Bianca trato de no reírse pero le fue imposible cuando vio la expresión ofendida de Gavi.

— Dios mío — murmuro para ella misma.

𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora