-cap. veintitrés

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— La puta madre que lo re mil parió y la concha re puta de su hermana — soltó Bianca mientras se paraba de su lugar con su celular en mano.

— Amén — dijo Maia mirando confundida a su amiga —. ¿Que paso?

— ¿Te acordas de la chica está que me hablo por miles de cuentas en Instagram diciendo que sabía sobre lo mío con Pablo? — Maia asintió —. Bueno, Pablo la denunció por acoso cibernético y parece que le chupo un huevo porque hay miles de artículos hablando sobre mi — finalizó con la respiración un poco agitada.

— ¿Que? — Maia se levantó y le agarró el celular a su amiga y comenzando a leer —. Pero esta enferma está piba... por lo menos no dijo tu nombre completo — hablo después de unos minutos levantando su vista del celular, viendo como Bianca iba de un lado para otro —. ¿Gavi ya sabe? — la rubia se encogió de hombros —. Llámalo, boluda — le dijo pasándole el celular.

La rubia le hizo caso a su amiga y fue hacia el contacto de Gavi, para iniciar la llamada. Pero el sonido del timbre hizo que las dos se miraran.

Maia fue hasta la puerta para abrirla y soltó un suspiro de alivio cuando vio a Gavi del otro lado. No le dijo nada y solo se hizo a un lado para que el sevillano pasara.

— Amor — susurró acercándose a su novia viendo el estado en el que estaba —. En cuanto vi todo vine hacia aquí — le dijo mientras la atraía hacia él, dejando un beso en la cabeza de ella —. Ya he llamado al abogado y él se encargara de todo, ¿si? — la rubia solo asintió —. Ven, vamos a recostarnos.

Gavi, dentro de lo que cabía, estaba tranquilo. No por el hecho que su novia ahora iba a ser el centro de atención por un tiempo, sino porque él estaba más que acostumbrado a este tipo de cosas. Además, de que necesitaba estar tranquilo por Bianca.

Los dos se encaminaron hacia la habitación de Bianca y se acostaron en la cama. Gavi atrajo a la rubia hacia él, abrazándola por la cintura con una mano mientras la otra le acariciaba el pelo.

— ¿Que pasa ahora? — Bianca le preguntó rompiendo el silencio que se había formado.

— Juan ya nos dirá, ¿si? — Gavi dejó otro beso en la frente de la rubia —. Él se encargará de avisarle al club y tiene un buen equipo, todo va a estar bien.

— Perdón — la rubia susurró. Por alguna razón se sentía culpable.

— No, no — Gavi se separó un poco de la argentina y acuno su cara entre sus manos —. No pidas perdón porque nada de esto es tu culpa, ¿vale? — Bianca no le dijo nada sólo lo miraba —. Aquí la única persona que tiene la culpa es ella — la rubia solo asintió con la cabeza —. Vamos a dormir un rato, ¿te apetece?

— Si — la argentina le respondió volviendo a apoyar su cabeza en el pecho del castaño.

Gavi volvió a acariciarle el pelo rubio que provocó que Bianca se relaje y se durmiera al instante. El sevillano soltó un suspiro, haciéndose una idea de lo que estaría pasando en las redes sociales.

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𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora