XXXVI| DEJAVÚ

501 73 10
                                    

Hola mis amores.

Feliz inicio de semana.

Aparte de este falta un cap para cerrar esta segunda parte de la historia de la bestia y su bella.

Claramente es solo un libro, pero se divide al tener varias fases que explicare en el ultimo cap.

La ultima fase será publicada a la par con la historia de la princesa alemana y Lincoln, pues aunque son individuales y pertenecen a diferentes sagas de alguna manera conectan aunque se pueden leer por individual, pero como digo todo lo explicaré con mas detenimiento en la próxima actualización.

Recuerden que la historia de Ángeles, Freya, Evolet y la primera  parte de la de Luisa ya esta publicada en Amazon tanto físico como digital, menos la de Ángeles que la estoy terminando de maquetar para que quede como las otras.

también recuerden que hay un grupo de whats para los que quieran unirse me escriben y con gusto  los agrego.

No siendo mas por el momento.

A leer.

Les ama.

Jen <3

---


BESTIA

La sentía.

Pese a la distancia la podia sentir.

Algo le decía que no lo necesitaba, pero lo quería ahí.

Ella podia sola, era fuerte, sabia defenderse, y solo era Black, pero de igual manera no quería dejarla sola.

No podia simplemente ignorar lo que su corazón, que estaba repiqueteando con fuerza en sus oídos, clamaba a gritos.

Eso ya lo había vivido.

La zozobra de no llegar a tiempo, de encontrársela perdida por completo, y todo gracias a él.

Porque era el blanco del sapo de Black, no solo por tener un par de cuentas pendientes.

Él era el principal responsable de lo que estaba ocurriendo, como en América, y eso lo jodia, puesto que, nunca había podido protegerla como se debía, haciéndola sentir como si no se lo mereciera cuando el daría lo que fuera por ella.

Teniendo un mínimo consuelo al entender que no estaba sola, pues Oliver se hallaba cerca cuidando sus pasos, pues era lo bastante importante para el hijo de puta de Edmund Harris, como para que dejase que algo trascendental le ocurriese que no fuera en sus manos.

Una declaración que le asqueó a la par que le tranquilizó.

Las manos le temblaban como la vez que la perdió, y era un milagro que no hubiese perdido el control del caballo que azuzaba sin descanso para que incrementara el ritmo del galope.

Sabía que Hans lo seguía, pero lo único que le importó ni bien salió de la embarcación fue en darle alcance, de llegar a ella sin importar las veces que se le escurriese como agua entre los dedos.

Esa no era la manera en la que se dirían ese adiós momentáneo.

En su cabeza no estaba la idea de dejarle de lado, ni mucho menos permitir que Black respirara un segundo más pensado que siquiera podia pensar en ella dos veces.

EL CORAZÓN DE LA BESTIA (EL LOBO DE ALBEMARLE) *INADECUADOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora