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Maggie quedó boquiabierta.

Algunas otras personas entraron a la tienda (asunto muy extraño -¿o ya no tanto?-, ya que desde que el señor Fell se marchó, las cosas comenzaron a andar muy bien para Maggie, incluyendo el interés repentino de los habitantes del Soho en los discos de vinilo y una baja en la renta otorgada por el señor Crowley.

Sacudió su cabeza. Ante los ojos de la rubia se presentaba una escena que jamás imaginó ver. El señor Harrison, el dueño de la florería de la esquina, la misma florería en la que había visto a Anthony comprarle flores al señor Fell alguna vez en el pasado antes de su separación.

Los dos hombres estaban envueltos en un cálido abrazo, no el tipo de abrazo que se dan dos amigos o conocidos, no. Era el tipo de abrazo que compartirías con una persona durante las primeras semanas de relación.

Más sorprendente que nada, Anthony se veía contento de tener a este hombre -extrañamente parecido al señor Fell- en sus brazos.

– ¿Pero qué rayos?- Preguntó Maggie, olvidando totalmente la presencia del florista.

Si las miradas mataran... la del señor Crowley la hubiera desintegrado ahí mismo.

– Él es Louis, Maggie. El hombre del que te hablaba hace un momento- Anthony apretó los dientes en una sonrisa desesperada, rogándole con la mirada a Maggie que dejara el tema para cuando estuvieran solos.

Louis se separó de Anthony, pero no soltó su mano.

– Oh, hola Maggie. Discúlpame, no fue mi intención dejar que esté tipo me distrajera- Dijo el rubio dándole un pequeño empujón a Anthony y extendiendo su mano libre.

– N-no hay problema, señor Harrison- Aún con el ceño fruncido, Maggie aceptó el apretón de manos del florista.

– Ya nos conocemos, pero supongo que lo más apropiado es que me presente como el novio del señor Crowley

– ¿Novio, eh?

– Desde hace algunos días. Es algo nuevo, pero Maggie, puedo asegurarte que me siento en las nubes, y esperemos que Anthony pueda decir lo mismo, ¿eh?- Louis le guiñó un ojo a Maggie al mismo tiempo que señalaba a Crowley con la mirada.

– Mhm, si, claro, Lou- Anthony se veía desconcertado.

– Bueno, yo solo vine a preguntar si tienes entre tus discos algo de Queen- Louis soltó la mano de Crowley y puso ambas sobre el mostrador, tamborileando sus dedos.

– ¿Te gusta la música de Queen, angel?- Anthony lo miró confundido, igual que Maggie.

Louis asintió emocionado sin quitar los ojos de Maggie, que no estaba segura de si su expresión en ese momento era la más apropiada como para que la nueva pareja del señor Crowley la estuviera observando tan detenidamente.

– Creo que tengo A Night at the Opera en la trastienda... Y necesito que el señor Crowley me acompañe- Maggie alzo sus cejas y le hizo una señal a Anthony para que la siguiera.

– ....Okay. ¿Estarás bien aquí solo, ángel?

– Claro. Me mantendré ocupado con los discos de Tchaikovsky

Anthony siguió a Maggie hasta la trastienda.

– ¿Para qué me necesitas aquí? Me hiciste dejar solo a Lou-

Maggie respiró profundamente, como si tratara de calmar su enojo.

Aquí vamos...

– ¿Tu para nada respetas la memoria de Aziraphale, eh? ¿De que se trata esto? ¿Simplemente necesitabas a otro ángel? No lo puedo creer, Anthony Crowley- Maggie comenzó a recriminarle en cuanto cerraron la puerta y Louis estuvo fuera de alcance.

Atentamente, Anthony J. CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora