No sé si fueron tus ojos cafés o las mariposas de mi estómago, si fue mi obsesión o tu impaciencia. El aire olía diferente y cada suspiro era como una nueva sensación. Mi corazón latía de una forma que nunca antes había experimentado. Cada segundo era un nuevo comienzo, un renacer. Los pasos fluían con tu imagen incrustada en mi mente y ahora el despertar tenía una razón.
Tal vez el hueco que me dedicaste en tu corazón era lo único que soñaba desde hace mucho tiempo. Tan simple y tan complicado a la vez. Tal vez el saber que alguien me tenía en su mente o tu sonrisa al verme era lo que me hipnotizó. Tal vez fue que estaba demasiado roto. Siempre habrá un tal vez porque ni mil palabras podrán nunca dibujar lo que sentí.
Nunca olvidaré ese 31 de diciembre. Puede que despegara hacia las nubes, pero nunca llegué a verlas. Tantas promesas y planes que hicimos que ya no me acuerdo. Tú siendo tú y yo cargando sobre la espalda todo lo que ignoraré. Tus mentiras condenaron lo nuestro y mi ignorancia lo remató.