05: At the top, it's us

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Changbin siente el calor en sus labios pero aún así no quiere parar de besar los hermosos y carnosos labios del pelinegro, sabía que luego los suyos quedarían totalmente rojos e hinchados, pero eso iba para después.

Había encontrado una adicción a los labios del mayor, los mismos con un sabor exquisito, que se volvía cada vez más dulce para su paladar.

Ya cansado de su posición inicial, Minho abrazo la cintura de Changbin con su brazo derecho y en un rápido movimiento él ya estaba sentado en la cama y el rubio arriba de él, no pasó mucho tiempo y ya estaban besandose nuevamente, el menor había tomado confianza y ambas manos se posicionan en el cuello ajeno, que pronto empezaría a ser acariciado por ellas. Mientras tanto Minho era más atrevido con sus manos, ya que estás se pasaban por toda la espalda de Changbin e incluso en ocasiones le llegaba a tocar los muslos.

Estuvieron así por un rato, un beso lindo y necesitado. Para Minho era lo que soñaba desde que lo vio por primera vez y para Changbin era lo que necesitaba para olvidarse de todo y despejar su mente.

Pero en realidad lo que Changbin más necesitaba, era a Minho.

Se separaron a causa de la falta de aire, se miraron a los ojos y pronto Changbin empezaba a sonrojarse, cosa que hacía estrujar el corazón del alto y quisiera besarlo aún más.

Y lo hizo, volvieron a unir sus labios, está vez con más intensidad sintiendo como la necesidad del mismo empezaba a mojar sus labios, y sus boxers. Minho empezó a buscar roze con la intimidad de Changbin. Al lograrlo, un gemido se le escapó de entre los labios al rubio, a pesar de esto el menor no dejó de besarlo, incluso se movió un poco para seguir con el roze que el pelinegro una vez empezó.

—Chang...—los golpes en la puerta de la habitación hicieron que ambos se asustaran— ¿aún estás despierto?

La voz gruesa y ronca que venía desde el otro lado de la puerta hizo que Minho se pusiera nervioso, tanto que casi tira al rubio al suelo.

Changbin estaba nervioso, sin embargo estaba más tranquilo que Minho. Tiró de la mano del alto llevándolo por un pasillo de la habitación y abrió una delgada puerta de las tantas que habían, el pelinegro quedó atónito ante la cantidad de prendas que aparecieron ante sus ojos y se preguntó si en las demás puertas había la misma cantidad de ropa que había ahí.

Sus pensamientos quedaron totalmente desechados cuando el bajito lo empujó y su cara fue restregada con telas de distintas texturas y luego lo único que vio fue como todo se ponía negro.

Se sentía nervioso y además asustado por la falta de oxígeno debido al estrecho lugar. Práctico las tres respiraciones pero no funcionaba debido a que el hombre atrás de la puerta seguía insistiendo y lo ponía más nervioso. Tampoco sabía que estaba planeando Changbin para pasar de alto que él está ahí adentro casi muriendo, pero confiaba en el rubio.

—Changbin, voy a entrar—dicho y hecho, el hombre de hebras rubias como el bajito, entró— ¿Por qué no contestas? Me había preocupado.

Minho había abierto levemente la puerta blanca que tenía el closet para que entrara un poco más de oxígeno y de paso para observar. No podía ver mucho, solo podía ver la espalda ancha del rubio mayor.

Changbin largo una risa sin gracias y miró a su padre con cierta burla. — ¿Te preocupas? Que irónico.

— Sabes que siempre me preocuparé por tí.— largó un suspiro por el rechazo de su hijo.

—De todos modos, ¿a qué viniste?— Changbin largaba palabras secas, como si su paladar se pusiera amargo cada vez que veía al rubio mayor.

—Vine para ver si ya te habías dormido, no apagaste la luz y pensé que te habías quedado dormido.— dijo tranquilo aunque las palabras de su hijo dolieran como mil dagas en el corazón— pero veo que estás ocupado estudiando.— dijo mirando el cuadernito azul.

𝑫𝑹𝑰𝑽𝑬𓂅𓄹𝕸𝖎𝖓𝖇𝖎𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora