Capítulo 6

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Un año había pasado ya, un año desde aquella noche que cambió su vida para bien. Su rutina, desde la diaria hasta la semanal, era cómoda para él: Despertaba todos los días abrazado al pecho de Draken, quien no podía evitar abrazar a quien fuera que durmiera a su lado, incluso desde que era niño, o eso dijo Masamichi, el padre de Ken, hombre que lo veía como si fuera otro hijo y lo trataba con cariño y respeto; despertaba a Draken para que fuera a la escuela mientras se arreglaba y se despedía de él en la entrada de burdel. Llegaba a la escuela y Taiju siempre lo esperaba en la entrada, se tomaban de la mano y se daban un pequeño beso; el peliazul al fin había tenido el valor de salir del closet, pero aún se cohibía en público, cosa que a Seishu no le molestaba, por el contrario, pensaba que era algo muy tierno. Daba las gracias al cielo estar becado y no haber bajado sus calificaciones, de otro modo habría tenido que dejar sus estudios y ahí sí que se hubiera matado. Después de clases siempre tenía cosas que hacer: los Lunes tenía que ir a terapia, tras todo lo ocurrido se convenció a sí mismo de que tenía que sanar las heridas del pasado y sólo Mitsuya, Izana y Takemichi (un amigo de Draken con el que se llevaba de maravilla) sabían de esto, se había negado rotundamente a contárselo a su novio, a Ken y a Tora; hablando de él, los Martes lo acompañaba a su chequeo de rutina, le habían dado ya el alta y había mejorado a pasos agigantados, pudiendo superar al fin todo el daño que su padre le había hecho; los Miércoles era el día de llevar a Taiju a sus clases de manejo de la ira, el psiquiatra estaba sumamente orgulloso, pues en ese año sólo había tenido una recaída y durante ella no golpeó a nadie, sólo fueron gritos, un avance enorme teniendo en cuenta lo que le había hecho al señor Inui y a Kokonoi; los Jueves iba a visitar a su madre al asilo mental, la mujer ya lo reconocía como Seishu y había aceptado la muerte de su hija, pero no saldría de ahí en muchos años, tenía problemas bastante graves que necesitaban cuidados intensivos y vigilancia constante, al menos podía hablar como una persona civilizada con su hijo; los Viernes era el mejor día, salía con Draken de compras para cumplir los caprichos de las chicas del burdel, se paseaban por todo Shibuya comprando chocolates, golosinas, algún "juguete", peluches, lo que ellas quisieran mientras estuviera en el presupuesto que Masamichi les daba... Siempre terminaban aquel periplo comprando helados, Draken de vainilla con nueces y Seishu de chocolate con menta, sentándose uno al lado del otro en la misma banca junto a la estatua de Hachiko, charlando sobre motos y como había estado su semana

- Se está haciendo tarde – mencionó el rubio observando el anaranjado cielo – Deberíamos volver – se acabó su helado e iba a lamerse los dedos por los cuales había escurrido un poco del mismo, pero Ken tomó su mano y lamió esta con los ojos cerrados

- Si, vámonos – dijo cuando acabó, poniéndose de pie como si nada hubiera pasado, dejando a un sonrojado y avergonzado Inui unos cuantos metros más atrás

En silencio, tomaron las bolsas y caminaron las pocas calles que faltaban para llegar al burdel, entregaron los encargos a cada chica y se turnaron para darse una ducha, se pusieron pijamas, se ayudaron mutuamente a secar sus largos cabellos y se sentaron en la cama; Inui miraba fijamente sus piernas, acariciándolas de abajo hacía arriba repetidas veces

- Qué estás haciendo, Seishu?

- Se siente tan raro tener vello en las piernas

- Verdad que tus viejos te obligaban a depilarte...

- No me gustaba, la cera dolía – hizo puchero – pero ahora no me siento cómodo con ellos

- Taiju te ha dicho algo al respecto?

- Dijo que no le molestaban, que eran suaves, pero no sé

- A ver, déjame – apoyó su palma derecha en la pantorrilla del de ojos verdes y subió la mano sin despegarla hasta la rodilla, sintiendo los finos vellos hacerle cosquillas – Son muy suavecitos, si – alzó la mirada sólo para encontrarse a un Seishu tan rojo que parecía que iba a explotar; rápidamente apartó la mano – L-lo siento

- No pasa nada – se acostó en la cama y le dio la espalda – Buenas noches

- Buenas- NO! Espera!

- Qué? No grites o las chicas vendrán a callarte – le miró mal

- Mañana tienes algo que hacer?

- No. Tenía planes con Taiju, pero llega su papá y sabes que le gusta pasar los fines de semana a solas con sus hijos

- Eso explica por qué Mitsuya si va a ir...

- Ir a dónde?

- Es el cumpleaños de Mikey y quería invitarte

- Claro, por mi bien – y volvió a girarse – Ahora sí, buenas noches

- Buenas noches, Seishu – se acostó a su lado evitando tocarlo, pero ambos sabían que iban a despertar bien acurrucados, como siempre


La fiesta había sido una locura, medio mundo estaba borracho, los que no ya se habían ido para no tener que andar cuidando de los que estaban tirados inconscientes y mucho menos de esos que andaban haciendo pendejadas; Seishu y Draken reían dibujándoles penes en la cara a Takemichi, Mikey y Baji con plumón permanente, mientras Chifuyu grababa intentando aguantar la risa, Kazutora por su lado sacaba fotos sin flash para no despertarlos, Peyan y Pachin estaban diciéndose que se querían y Nahoya les gritaba " A ver! Dense un beso de compas!" con el teléfono en mano listo para sacarles una foto y extorsiónalos, viendo que podía sacar de provecho, Mitsuya para sorpresa de todos, estaba sumamente borracho y mandaba notas de audio a Hakkai cada dos minutos, diciéndole lo mucho que lo amaba y lo feliz que lo hacía; Draken al verlo supo que su amigo de cabello lila se iba a arrepentir de todo eso, pues no se iba a quitar a Hakkai de encima en lo que quedaba de año

- Yo no voy a limpiar todo este desastre, saben? – dijo Emma inflando sus mofletes

- Ya sabemos, amor – le sonrió Draken, para luego darle un beso en la frente – Dónde está Izana?

- Se fue temprano con sus amigos

- Ah, por eso Mucho no anda por aquí intentando quitarle el celular a Smiley – rió al ver que el de cabello esponjoso había logrado su cometido y reía como villano de caricatura

- Bueno, voy al baño – el tatuado se puso de pie y dejó a Inui a solas con la rubia de ojos color ámbar, quien miraba fijamente al delgado muchacho; como por arte de magia, Seishu agachó la cabeza y se quedó callado

- Qué? No me vas a decir nada?

- Emma, yo-

- Sin excusas. Sé que duermen juntos, en serio NUNCA has manoseado a MI novio?

- Claro que no, Emma. Yo estoy con Taiju y lo amo – no era capaz de mirarla a la cara; la chica era muy dulce y amable, incluso con él, pero cuando lo veía demasiado cerca de Draken se volvía loca

- No te creo nada

- Eh?

- Ayer los vi tomando helados frente a la estación de Shibuya y vi como lamió tu mano... Eso no lo hacen los amigos – fingía una sonrisa mientras clavaba sus largas uñas en el dorso de la mano izquierda de Inui, quien aguantó el dolor como pudo – Aprende cual es tu lugar, "Inupi". No tengo nada contra los gays, Baji es de mis mejores amigos y quiero mucho a Izana, pero contigo no tendré piedad si se te ocurre enamorarte de él, me oyes?

- Emma, por favor, tienes que creerme, yo lo quiero como si fuera mi hermano. Además, él te ama con locura, siempre que estamos a solas habla de ti... Suéltame, me estás lastimando – soltó un sollozo y la chica retiró sus uñas, las cuales tenían rastros de piel y sangre

- Te creo, Draken me adora y tú eres la zorra que quiere ganar puntos con él

- Te juro que no. Yo sólo quiero a Taiju

- Ah!! Meé un montón!! – gritó el tatuado volviendo a la sala

- Amor! No seas vulgar!

- Hehe perdón, Emma – en eso notó como Seishu parecía deprimido, se arrodilló junto a él y acarició su hombro – Pasa algo? – el chico negó ocultando su mano lastimada disimuladamente – Oh, vamos, puedes decirme

- Nada, sólo... me acordé de cosas feas – sonrió – No sabes lo agradecido que estoy con la vida que tengo ahora

- Aww, que tierno – Draken lo abrazó con fuerza y Seishu sólo podía rogar que lo soltara, sintiendo la mirada asesina de Emma clavada en él


No soy Akane! (Drakenui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora