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Los dos amigos pasaron la mañana hablando hasta que Becky se calmó y respiró algo más tranquila. Freen pudo descansar al leer el mensaje de Heng, al menos Becky estaba bien, pero no podía evitar pensar en ella cada minuto del ensayo. Fue una mañana terrible, era incapaz de concentrarse y parecía como si de repente hubiera olvidado todo lo relativo a su trabajo. Saint sabía que era el culpable del rendimiento tan nefasto de la joven así que decidió suspender el ensayo y mandarla a casa a descansar.

Huyó del teatro desde que pudo. Heng le había dicho que era mejor que no la buscara, que Becky le había rogado que no lo hiciera o no sería capaz de superarlo. Freen se detuvo delante de la casa de Becky, rota y arrepentida de todo el dolor causado y con la necesidad de pedirle que por favor la perdonara y volvieran a sus cálidos abrazos y a sus labios tiernos, pero fue incapaz de dar un paso hacia ella. ¿Acaso su historia de amor se iba aquedar así?, no podía soportar su falta de carácter ahora que lo necesitaba y se odiaba a sí misma por ello. Cabizbaja siguió su camino hasta casa.

A pie el recorrido hasta su casa era de algo menos de una hora, pero no era capaz de entrar en aquella casa en la que sólo tenía momentos con ella, así que decidió hacerlo andando. Al llegar volvió la vista hacia la entrada del parque... soñaba con que ella saliera de allí y corriera a abrazarla, olvidando todo el daño que le había provocado, dispuesta a perdonarla y a no separarse de ella jamás. Pero nadie dijo su nombre ni corrió a su encuentro.

La tristeza se instaló en sus hombros mientras abría la puerta, haciendo presión y encorvando su espalda cansada. Al abrir vio cómo algo se movía con la puerta; un papel doblado con su nombre por fuera. Era la letra deBecky. Su cuerpo respondió temblando, temiendo su reacción en aquellas palabras. Freen la conocía bien, tenía un corazón tan grande que sabía que sus palabras no podían herirla, pero aún así el miedo le impedía abrir el simple doblez de la hoja.

Se sentó en una esquina del sofá y trató de respirar... lentamente inspiraba para lentamente expirar... poco a poco sus manos dejaron de temblar sin control y se atrevió a leer. Dos lágrimas cayeron como un río en el papel al comenzar a leer. Freen alejó la carta de sus lágrimas para no perder ni una sola de aquellas letras y lloró como un mar que nace al sentir todo aquel amor en tan pocas palabras. Sus palabras eran sinceras y su deseo noble, pero Freen supo que jamás podría querer un éxito que la alejaba de la mujer de sus sueños.
Releyó la carta una y otra vez hasta que memorizó cada letra, cada trazo, cada sentimiento... podía saber en qué momento Becky había detenido su escritura para enjuagarse las lágrimas, conocía cada uno de sus gestos al escribir cada palabra, porque ella era todo, era su amor, y la conocía como nadie se había atrevido a conocerla.

Dejó el papel sobre la mesa y se dejó caer en el sofá cerrando los ojos. Ahora sabía que no podía ir a verla, no al menos hasta que estrenaran el musical y todo se calmase a su alrededor. Ahora sabía que la tristeza de Becky venía por la sensación de tener un amor a oscuras, así que cuando se decidiera a ir a buscarla, sería para pedirle que saliera con ella de la mano al mundo para así comenzar a rozar de nuevo la felicidad. Mientras ese momento llegaba, Freen decidió que pondría su corazón en estado de hibernación hasta que ella volviera a su lado.

Las dos mujeres pasaron el resto de la semana enfrascadas en el trabajo para evitar pensar ni sentir. Freen volvía a encontrarse bien para hacer su papel y Becky había doblado las horas de ensayo con su compañía para agilizar el estreno de su obra. Heng había intentado hacer recapacitar a Becky pidiéndole que fuera a verla antes del estreno, pero la joven de ojos miel sabía que esa era una malísima idea.

Aceptó de mala gana una entrada para el estreno que su amigo le llevó, bajo promesa de que estuviera lo suficientemente oculta para que no se notara su presencia. Había aceptado a regañadientes aunque la necesidad de verla se multiplicaba cada segundo que no estaban juntas.

El sábado llegó y Becky sintió que los nervios se apoderaban de ella sin piedad. Pasó el día como un animal enjaulado en su casa, luchando contra las ganas de ir a casa de Freen a desearle suerte y a llenarla de besos que la calmarán en la espera. Freen sin embargo peleaba con el teléfono en las manos para evitar llamarla y rogarle que fuera, que no sería capaz de hacerlo sin ella cerca. Ninguna de las dos cedió.

La joven de ojos miel, bella como pocas, llegó al teatro intentando enterrar los nervios bajo la alfombra roja de la entrada. Los fotógrafos gritaron para que se detuviera y posara pero ella era incapaz de escuchar nada y siguió andando dispuesta a pasar lo más desapercibida posible. Heng la vio acercarse y fue directa a ella, la sujeto de la cintura, galante y masculino y la giró disimuladamente hacia la prensa, enseñando dientes y acercándose a su oído.

− Sonríe, que hacemos una pareja divina – y le dio un suave pellizco en la cintura para que reaccionara.

Becky miró hacia él sin entender y sonrió en un acto reflejo de ver aquellos dientes tan blancos indicarle la forma de hacerlo.

− ¿Qué haces? - preguntó hablando entre dientes.

− Evitar que parezcas la rara del estreno. Además, necesito una pareja o no saldré en la prensa mañana, y estoy demasiado guapo como para dejar que el gran público se lo pierda – se ajustó la pajarita – por cierto, estás preciosa, cuando Freen te vea se va a morir.

El gesto de Becky cambió por completo.

− Heng, te lo dije bien claro – hizo el gesto de salir en dirección contraria pero el ayudante no la había soltado en ningún momento y no pudo moverse ni un paso.

− Tranquila, que no te verá... Jesús, cómo eres... - la besó en la mejilla – no te preocupes, está en los camerinos atacada de los nervios, creo que no reconocería al Papa aunque tuviera a ese señor de capa blanca y zapatos rojos de Prada delante.

− Deberías ir con ella y tranquilizarla – Becky se preocupó.

− Bueno, debería entrar antes de que me despidan, que Saint me tiene en su lista negra. Toma tu entrada. Nos vemos después, ¿ok?. Y tranquila, iré solo y desarmado – la besó otra vez y Becky se dirigió a la entrada.

Heng se quedó atrás un minuto y se acercó a uno de los fotógrafos. Becky pensó que su amigo era incapaz de cambiar a la hora de ligar y se adentró hacia el patio de butacas.

En el camerino Freen terminaba de arreglarse y de calentar la voz, ya en solitario para dejar atrás los nervios y concentrarse. Alguien golpeó en la puerta y dio un respingo en la silla mientras se retocaba un poco el maquillaje.

− Freen, soy yo, ¿puedo pasar? - Heng estaba al otro lado.

− Estoy terminando de arreglarme. Venga, pasa, pero un minuto – dijo Freen apurada.

− Ya, ya, un minuto – entró y cerró la puerta – me vas a adorar cuando veas esto. ¿Qué?, ¿no te da ni un poco de curiosidad? - sacó un iPhone del bolsillo de su chaqueta.

−¿Crees que haciéndome esas preguntas puedes relajarme?, ¿pero qué clase de tácticas usas tú? - Freen comenzaba a exasperarse.

− De verdad, cómo estáis de susceptibles, ¿eh? - Heng al contrario que sus amigas estaba en su salsa.

− ¿Estamos?, ¿qué quieres decir? - ahora sí le picaba la curiosidad.

Heng estiró la mano y le acercó el teléfono a su amiga.

− Perdona, te mentí cuando te pedí que me prestaras el tuyo porque el mío se había quedado sin batería.

Freen tomó el teléfono entre sus manos y vio una foto de Becky abrazada a Heng en el photocall de la entrada. Se acercó la imagen para verla mejor y al borde de las lágrimas la abrazó contra su pecho. Se la veía sonriente, tan hermosa y tan cercana que Freen sintió que no podía estar un segundo más sin tocarla y se puso en pie dispuesta a ir a buscarla.

− No Freen, ¿qué haces? - Heng la detuvo.

− Ir a buscarla, ¿has visto lo hermosa que está?. Ha venido... ha venido a verme.

Freen se hundió en el abrazo con su amigo, haciendo todo lo posible por mantener las lágrimas a raya o tendrían que empezar el maquillaje de nuevo.

− Ha venido porque te ama, eso no ha cambiado, y porque le dije que necesitabas que estuviera aquí. Viene porque le prometí que no la verías, si se entera que he hecho esto dejará de hablarme, y yo la quiero mucho, lo entiendes, ¿verdad?. Hoy es tu día, sal ahí y demuestra que el sacrificio merece la pena, que eres la mejor.

Otoño en Bangkok - FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora