30

2.3K 265 36
                                    




Becky quiso apartar la mano de Freen de su pierna, pero no podía engañarse, en ese mismo momento habría dado la vida por estar a solas con ella, desnudarla y hacerla suya, para que aquella mujer supiera que ningún aplauso le iba a compensar la entrega y el amor que ella le ofrecía. Freen acarició su piel después de comprobar que aquellos ojos de miel no reprochaban sus actos. Se humedeció los labios en un acto reflejo, consumida por el deseo y calor que se multiplicaba y atacaba sus sentidos. Becky vio cómo su lengua acariciaba aquellos labios que tanto anhelaba y sintió que sus mejillas se encendían mientras era incapaz de controlar la humedad que comenzaba a surgir sin control.

Soltó un ligero resoplido y Freen retiró la mano sonriendo, había cosas que nunca cambiarían entre ellas.

− Hace un poco de calor aquí, ¿verdad? - dijo abanicándose con la carta de vinos mientras Heng aguantaba la risa como podía.

− Sí, se ve que se les ha ido la "mano" con la calefacción – contestó su amigo haciendo una mueca divertida a escondidas.

− Bueno, dime Freen, ¿cómo te has sentido en el escenario? - quiso cambiar de tema lo antes posible.

− La verdad es que ha sido algo increíble. ¿Recuerdas cuando nos colaste en la ópera?, ¿la sensación de estar en el lugar más perfecto de la tierra? - Becky recordó aquel susurro y aquel abrazo, la confirmación de que el paraíso existe y asintió con la cabeza, – pues fue algo parecido, era como estar en otro mundo, no sé, fue genial.

− Si hay algo claro es que naciste para esto, tienes todo lo necesario y algo más para triunfar. Me alegro muchísimo por ti – la miró con algo de nostalgia.

− ¿Y tú, Becky?, ¿por qué dejaste el montaje si tanto te apasionaba? - preguntó intrigada la madre de Freen buscando algo más de información de aquella mujer tan diferente.

− Bueno, como ya le dije no fue algo demasiado agradable – su mirada se apagó un poco – digamos que por "diferencias irreconciliables", como se suele decir en un divorcio, con la dirección del espectáculo. No teníamos la misma visión en algunos temas muy importantes para mí.

− ¿En relación a la estructura del espectáculo?, porque debo decir que mí me ha maravillado – la amable señora no terminaba de entender.

− No, no, en absoluto – empezaba a ponerse nerviosa y Freen estaba a punto del colapso.

− Mamá, no creo que sea de nuestra incumbencia el motivo por el que se fue – trató de ayudar intentando que el día de su triunfo no coincidiera con una salida del armario inesperada.

− Oh, lo siento si he tocado un tema delicado. Pensé por lo que me dijo Freen de ti que debía ser algo muy injusto, porque da la sensación de que eras una parte muy valiosa.

− No se preocupe – la tranquilizó – si le soy sincera fue sólo por un tema personal de percepción con el director y los patrocinadores. Digamos que no me gustó que quisieran dar una imagen tan... clasista. Creo que un espectáculo tan brillante como este debería llegar a todos los públicos, no sólo a los que llevan pajarita. No sé, creo que es una idea un tanto ingenua – mintió en parte, pero en parte creía lo que decía.

− Pues siendo así, creo que la injusticia es doble, porque no puedo estar más de acuerdo contigo.

Freen respiró viendo cómo su madre veía su curiosidad saciada, mientras Heng se debatía entre aplaudir su interpretación o no. El asistente salió al rescate una vez más con una conversación divertida y ajena a temas espinosos, mientras Freen acariciaba a escondidas a Becky reclamando su mirada. Sus hermosos ojos negros agradecieron la infinita prudencia en sus palabras, sabía que Becky odiaba mentir, y más si se trataba de asuntos del corazón, y eso la hizo sentirse un poco más lejos de ella. Freen sintió que las diferencias entre las dos se agrandaban, no podía permitir que la persona que amaba dejara de ser ella misma para protegerla, no era justo.

− Discúlpenme –dijo Becky colocando su servilleta sobre la mesa – voy un segundo al baño – se sentía algo agobiada.

Algo le presionaba el pecho que no la dejaba apenas respirar y necesitaba tomar distancia. Freen la vio alejarse y sintió que una vez más le había hecho daño. Apretó los puños controlando la tristeza y miró a Heng, que con la cabeza le hizo un gesto para que la siguiera.

− Yo también voy. Vuelvo enseguida – se levantó sin pensar y fue detrás de ella.

Becky se apoyó sobre el mármol del lavabo mirándose en el espejo, intentando descubrir qué debía hacer con su vida, cómo trazar un nuevo rumbo sin Freen a su lado. Mojó una de sus manos y la pasó por su nuca intentando relajar la tensión acumulada. La puerta se abrió y Becky se irguió buscando recuperar la compostura y la firmeza en sus pies cuando la vio. Freen abrió despacio la puerta y la vio separarse del lavabo y ponerse recta.

− Fr... Freen, no... por favor, no me hagas esto – se apoyó contra la pared intentando alejarse.

− Lo siento, no podía soportar la idea de que estuvieras aquí sola, sintiéndote mal... cuando me muero por abrazarte y sentir tus labios, cuando lo único que quiero es perderme en tus ojos y no salir de ti jamás – se acercó lentamente a ella.

− ¿No lo ves, Freen?, ¿no ves que tu vida y la mía no pueden ir de la mano ahora mismo? - aquella mujer tan hermosa se acercaba a ella mirándola fijamente a los ojos y no sabía cómo huir – alguna mala jugada del destino hizo que nos enamoráramos, pero es eso, un mala jugada y una mala idea.

− No estoy de acuerdo. Yo diría que fue una jugada perfecta – se colocó junto a ella, muy cerca.

− Sabes a lo que me refiero – sus ojos se posaron en aquellos labios y no pudo decir nada más.

− No sé nada, salvo que me muero por ti, que esta noche he cantado para ti porque sabía que estabas mirándome, que no puedo soportar la idea de que no me quieras, que me alejes de tu vida y no vuelva a sentir tus manos por mi cuerpo. Eso es lo único que sé ahora mismo.

Se acercó tanto que pudo escuchar los latidos del corazón de Becky acelerados y vibrantes.

− Tu corazón no me engaña – acarició su pelo y bajó por su mejilla mientras cerraba todas sus vías de escape – dime que no me quieres, que no deseas esto tanto como yo y me apartaré, te lo prometo – buscó su mirada para derretir su alma.

− Yo... no...

El calor de los dedos de Freen callaba su razón y no podía hacer nada por evitarlo. Ese calor la traspasaba y encendía el deseo irracional e incontrolable.

− Dilo... - puso sus labios a un milímetro de su boca – dilo... - insistió susurrando.

− Bésame – fue todo lo que Becky pudo decir.

Freen la sujetó por la cintura y en un movimiento seco y coordinado como un paso de baile, la introdujo dentro de uno de los reservados del baño cerrando la puerta tras ella. La colocó contra la puerta y su boca la calló con un beso hambriento, largo y húmedo. Becky la provocaba con el juego de su lengua, rozando sin rozar, y la excitación de Freen se disparó entre ligeros gemidos mudos. Sus manos subieron desde sus muslos buscando su sexo ardiente bajo el vestido. Freen lo acarició mientras Becky se aferraba a su cuello abrazada y hundiendo su boca contra su pecho para callar los gemidos.

− Vamos a casa – Freen le susurró a la oreja mientras jugaba con ella con su lengua – déjame hacerte el amor y saciarme de tu sabor, vuelve a mis brazos – separó su mano y la abrazó buscando sus labios una vez más.

Becky estaba a punto de perder todo rastro de su voluntad y ceder al chantaje del amor por encima de cualquier cosa.

La puerta se abrió.

− Freen, ¿estás aquí ? - la voz de su madre la trajo de nuevo al mundo de una bofetada.

Otoño en Bangkok - FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora