11-"Cámaras Secretas".

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Ya es diciembre, qué rápido pasa el tiempo.

Cuando me enteré que mi madre la asesinaron, he pensado si denunciar a mi padre. Lamentablemente, no tengo pruebas.

Volví hacer la rutina de siempre, comí, me bañé, me vestí y me puse a ver Instagram.

Ya huele a mi cumpleaños, ya casi es doce de diciembre. Así es, ya llevo mucho tiempo conociendo a Óliver y ya casi voy a ser mayor de edad. Óliver cumple veinte años el veintiséis de diciembre. Ya falta poco. También falta poco para irme de esta casa, y aún no puedo grabar al fantasma.

Volví a bajar a leer un libro que está en la estantería. Esta se encuentra pegada a la pared de las escaleras. Me senté en el sillón donde Óliver se sienta. Ya eran las seis de la tarde. Qué rápido pasa el tiempo.

No me podía concentrar, no sabía el porqué.

Hasta que miré a todos lados en busca de no sé qué.

Y vi una cámara... ¿Cómo?

No creía que era una cámara, no es posible. Pero sí, sí era una cámara. Nunca me di cuenta.

Si hay una cámara, de seguro hay un lugar donde se vean estas cámaras.

Empecé a buscar por todos lados. Moví todos los muebles que pude. Hasta que solo me faltaba uno: la estantería. La moví. Y sí. No era un lugar de cámaras. Pero en el suelo había como una puerta para ir al sótano.

Corrí a buscar mi celular arriba, aproveché de buscar mi USB y luego bajé al lugar en el que estaba. Encendí la linterna, todo estaba oscuro. Estaba pasando por un lugar muy estrecho. Caminé hasta que llegué al lugar. Habían muchas pantallas donde se veían las cámaras. Hasta en ese lugar había cámaras.

Busqué la fecha cuando había intentado grabar la conversación con Óliver.

- Dos de agosto del dos mil veintidós. - susurré varias veces para no olvidarme.

Cuando la encontré, puse la hora. A las doce. Vi salir del cuadro a Óliver. Aparecía de la nada en el sofá. Al igual que en el cuadro estaba sentado en ese sofá. Hizo las mismas acciones: se sentó en la silla del piano, lo comenzó a tocar. Y pasó lo mismo que ya conté.

Coloqué el USB para tener la grabación. Y cuando lo tenía listo, empecé a revisar todo. Hasta que se me ocurrió una idea: buscar el día en el que llegó Óliver a esta casa. Me costó, pero lo encontré.

Lo vi a él. Hace dos años. Se veía literalmente igual. No había cambiado casi nada. Buscó su celular, y empezó a buscar algo. Llamó a un número, (lo bueno de estás cámaras es que puedes hasta escuchar lo que dice). Y dijo: "Bueno, sí, usted es el pintor, ¿no? Sí qué bien. Quiero que venga a mi casa mañana, ¿puede?.... Perfecto, lo espero".

Busqué la cámara del día siguiente. La encontré. Qué suerte tengo.

Llegó el pintor, tenía su lienzo, las pinturas y aparte había llevado unos libros. Sospechoso. Creo que son los libros que están en la estantería.

Empezó a pintar a Óliver, que éste estaba sentado en el sofá. Cuando el pintor terminó, Óliver cerró sus ojos. Al parecer fue en ese momento que su alma había pasado a la pintura. ¿Por qué el pintor tuvo que hacer eso?

Cuando el pintor miró hacia todos los lados, pude ver su cara.

No...

Esto no es posible...

É-Él no pudo hacer esto...

¿O sí?..

El pintor que asesinó a Óliver fue...

Mi padre...

¿Recuerdan que el día en el que hicimos karaoke? Ese día les dije que mi padre era pintor, cuando estábamos cantando: Every Breath You Take.

También coloqué el USB. Guardé el video, ya que sería una prueba para poder denunciar a mi padre.

Me di cuenta que hay hasta cámaras en mi habitación. Dios mío, ni privacidad uno puede tener. También guardé el video del día que mi padre me había llamado diciéndome la noticia de mi madre. Tengo todas las pruebas que necesito.

Salí de ese lugar a las once de la noche. Tenía que irme de esa casa, tenía todo. Literalmente todo. Pero no quiero dejar a Óliver...

Me ha hecho vivir muy buenos recuerdos, ha estado conmigo cuando lo necesité, no le puedo pagar así. Pero es que ya casi cumplo los cinco meses, no quiero salir del equipo. Y si le digo que me voy a ir, me hará preguntas que no quiero responder. No le quiero decir que soy cazadora fantasmas. No puedo.

Corrí subiendo a mi habitación, me metí a bañar, me vestí poniéndome unos jeans, una camisa, y un abrigo. Acomodé mi maleta lo más rápido que pude, y cuando vi la hora, ¡faltaban dos minutos para las doce!

Tenía que irme lo más rápido posible. Busqué un Uber. Que llegaba dentro de cinco minutos. Algo es algo.

Bajé corriendo de las escaleras, llegué a la puerta. A punto de abrirla escuché su voz en mi espalda.

- Cariño... ¿A dónde vas?

- Emm... Óliver, me voy. A casa.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Porque quiero irme, ya no me gusta estar aquí - dije.

- No es eso. Dime porqué, April. ¿He hecho algo malo?

- No.. No es eso.

- Entonces qué es, April.

Esperé unos minutos para decirlo. Ya no tengo tiempo.

- Ya no te quiero... Nunca te quise...

En ese momento se me salió la verdad. Lo que tanto esperé decir.

Así es, queridos lectores, todo este tiempo estuve mintiendo y fingiendo. No solo a ustedes, también le mentí a Óliver. ¿Por qué? Creí que su amor me iba a servir para convencerlo de grabar. Pero no fue así. Encontré las cámaras secretas, y ya no me sirvió. Eso es todo.

Él no dijo nada y yo solamente le dije algo más.

- Necesito que me hagas un favor... Regálame tu libro.

Él lo consideró unos minutos. Y me señaló la estantería donde están los libros. Busqué el libro. Me paré frente a él.

- Gracias por todo, Óliver. Estoy encantada de haberte conocido. - le dije.

Para luego irme...

El Fantasma del Cuadro © |✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora