Años atrás.
Estaba segura de que otra cosa no me dolería más adelante.
- Óliver, tengo que decirte algo...
- ¿Por qué tus ojos están decaídos? No me gusta verte así.
- Me mudaré. - fui directa. No quería darle tantos rodeos.
- ¿Q-Qué?
- Te dejaré solo... Lo siento. Sé que no estoy cumpliendo con mi promesa… - en ese entonces hicimos la promesa de no dejar al otro solo, pasara lo que pasara -. Pero, me tengo que ir.
- ¿Por qué te tienes que ir?
- Problemas económicos. Pero, de igual forma, Óliver..., estoy encantada de haberte conocido. - volteé dándole la espalda, limpiándome las lágrimas. Me fui alejando poco a poco y con cada paso que daba, me dolía más. En ese momento me di cuenta de muchas cosas. Una de ellas es que le quise, sin importar la situación: le quise, y aún lo hago: le sigo queriendo.
- Te quiero… - le escuché, pero fingí no haberlo hecho.
Salí de mis pensamientos.
Tengo que irme. - pensé.
Agarré los dos libros y los guardé en el bolso.
- Me tengo que ir. Muchas gracias, Olivia. Muy pronto volveré a visitarla. - dije, a punto de salir corriendo.
- Pero, ¿qué ha pasado?
- Me acabo de dar cuenta de algo.
Olivia esperó a que respondiera.
- Quiero a su hijo. Siempre le quise. El trabajo era una venda que tapaba mis ojos y no permitía darme cuenta de ello. Prometo explicarle luego.
Corrí lo más rápido que pude. Escalé de nuevo. Llamé un taxi, subí en él y me fui.
Salí a las nueve de la noche. Y llegué a las doce. El destino está a mi favor.
Abrí la puerta de la casa, y lo vi a él, sentado en el mueble leyendo un libro. Mi respiración estaba agitada.
- Óliver..., o mejor dicho: vecino.
Se estaba aguantando una sonrisa. Lo sabía. Hasta que se rindió y sonrió de lado.
- Vecina… - susurró, sonriendo.
- Óliver... - suspiré y tomé aire - Yo también te quiero... - le dije en modo de respuesta a lo que él me había dicho hace años, y hace meses -. Siempre te quise. Tuve que fingir, no quererte, porque si lo hacía: me iba a doler más la despedida. Pero, ya estoy cansada de hacerlo. Espero y me perdones.
Él no se lo esperaba. Y si soy sincera, yo tampoco.
- April... Yo también estoy cansado de fingir que no estoy loco por ti.
Sonreí; no saben lo bien que se siente compartir las mismas emociones, los mismos sentimientos.
- Y... Ahora qué quieres hacer, Óliver.
Sonrió y, luego, dijo:
- Quiero besarte.
Suspiré y luego pronuncié:
- Hazlo.
- ¿Qué?
- Bésame.
Se acercó. Coloqué mis dos manos en su nuca y él colocó su mano en mi barbilla. Sus cálidos labios se encontraron con los míos después de mucho tiempo. Me separé; nuestras frentes estaban unidas. Él sonrió, y a mí se me detuvo el mundo. Se sentó en la silla del piano y yo en el mueble que él estaba hace siete minutos.
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El Fantasma del Cuadro © |✔️
RomansaÉl ya no quiere nada con ella, o eso es lo que dice. Por más decepcionado que esté; él la sigue amando. ¿Cómo se cura un amor que no llegó a ser del todo cierto? ¿Cómo se olvida a la única persona que estuvo contigo en los mejores momentos de tu vi...