8-"Llamada".

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Amanecí con un dolor de garganta de tanto cantar ayer. Pero no me arrepiento de nada.

Me levanté y fui al baño, me cepillé los dientes y el cabello. Luego me volví a acostar, ya que aún eran las nueve.

Me asusté horrible cuando Eric entró sin tocar la puerta, traía el desayuno.

- ¡Tadáááá! - dijo orgulloso de lo que hizo.

- ¡Por Dios, Eric. Me asustaste! - dije, colocando mi mano en el corazón.

- ¡Ups! Lo siento. Bueno, te hice panqueques, pero no lo voltees.

- ¿Por qué no quieres que lo voltee? - le pregunté, divertida levantando una ceja.

Pues, al final lo hice y lo que vi es que la parte de abajo estaba quemada. La intención es lo que cuenta.

Eric se sentó en mi cama esperando mi reacción y mi comentario acerca de su masterpiece.

Cuando ya me iba a comer el primer bocado recibí una llamada de un número desconocido. De igual manera contesté.

- ¿Hola? ¿Con quién hablo?

- April, hablas con Max. El jefe me dijo que te llamara para saber cómo estás.

- Pues... Estoy bien. Tengo una grabación de voz del fantasma, pero aún no logro grabarlo cómo es. Siento que me va a costar un poco, pero lo lograré.

- Eso esperamos, April. Ya los queremos de vuelta aquí. Qué les vaya bien, chicos.

- Gracias, Max. ¿Algo más que quieras decirme?

- Sí, los vecinos tuvieron una queja, nos dijeron que hicieron mucho ruido ayer. Dijeron que se oían más personas en la casa, y que estaban cantando, y según dicen que cantaban como gallos.

Estaba que me reía con lo último, pero me tuve que aguantar.

-Mhm, qué raro. Nosotros no escuchamos nada. De seguro se confundieron de casa. - dije, tragándome la risa.

- Sí, tal vez. Bueno te dejo, April.

- Nos vemos, Max.

Luego de esa conversación, colgué y me empecé a reír como loca.

Eric me preguntó quién era y le conté todo. Él también soltó algunas carcajadas.

Terminé de comer los panqueques, no estaban tan mal como creía.

Agarré el libro y, luego lo llevé abajo, lo coloqué en la estantería para que Óliver no entrara sin mi permiso a mi habitación otra vez.

Se hizo de noche e iba a bajar al escuchar el piano. Toqué la puerta de Eric, que quería darme un beso, pero yo lo esquivé.

- Ahora no. - dije susurrando.

Él me miró confundido, pero luego me siguió.

Esto ya se volvió rutina.

- Óliver. - dijo Eric.

- ¿Cómo están, chicos? - preguntó Óliver.

Ya llevamos más de una semana en esta casa. Por esa razón nos tenemos más confianza.

- Con dolor de garganta. - dije yo.

- ¿Te duele mucho? - preguntó Óliver, levantándose de su sitio preocupado.

- Sí, lamentablemente, no traje pastillas.

- En la habitación hay.

- ¿En cuál? Yo la busco - me ofrecí.

- Te acompaño. - dijo Óliver.

Subimos al segundo piso. A la habitación principal.

Óliver se quedó mirando los cuadros de su familia.

- Concéntrate, Óliver.

- Sí, lo siento. Es que los extraño muchísimo. Hace tiempo que no veía esas fotos... Las pastillas están en esa mesa de noche. - dijo señalando.

- ¿En cuál de todas las gavetas?

- Ya voy.

Óliver se acercó mientras yo revisaba todas las gavetas. Cuando digo que se acercó es porque literalmente se acercó demasiado. Otra vez estábamos como ayer.

Lo miré y llevé mis manos a su barbilla, él me miró. Acerqué su boca a la mía sin tocarla. Jugué con nuestras narices juntas.

Al cabo de unos minutos Óliver dijo en un susurro:

- Voy a besarte ahora, y no sé si me detenga luego.

No se aguantó, y se acercó más hasta rozar sus labios a los míos, sentí algo diferente a lo que sentí con Eric. Sentí libertad, sentí como si quisiera estar así siempre, junto a él. No entendía cómo una persona le puede gustar otra en tan solo unos días. Cómo ocurrió tan rápido. Lamentablemente al corazón no se le puede manipular.

Nos separamos lentamente, a pesar de ello seguía sintiendo las mariposas en el estómago. Quería buscar agua y tomarla para así ahogarlas a todas.

- Tenemos que bajar. - dije.

- Emm, sí, claro - empezó a buscar entre todas las pastillas -. Es esta - dijo, entregándomela.

- Gracias. - dije, y luego le di un beso rápido.

- April, April, April. No hagas esto a propósito. - dijo en un tono divertido.

Bajamos y vimos a Eric sentado.

- Tardaron demasiado. - dijo este.

- Sí, es que no... Encontrábamos la pastilla.

Fui a la cocina, Óliver también me siguió. Serví agua y me tomé la pastilla. Luego dejé el vaso en donde estaba, me volteé y vi a Óliver detrás de mí. Me dio un beso que no me lo esperé, aunque él mismo lo dijo: "No sé si me detenga luego".

- Me debías una. - dijo Óliver con una sonrisa de lado. Yo solo lo miré con los ojos chinitos, en forma de advertencia.

Pero sí te gustó

Un poquito.

Mentirosa.

Bueno, vale. Sí me gustó.

Ahora que recuerdo, a Eric le gusto. Y no sé si le gusto a Óliver.

Pero... En realidad, a mí quién me gusta.

El Fantasma del Cuadro © |✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora