Cap. 08

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“Propuesta indecorosa”


Su respuesta fue rápida y precisa, mi inquietud había aumentado. Volteé a verla y aún a pesar de nuestra distancia, me sentía intimidada por ella y su sonrisa ladina, mantenía sus brazos cruzados y estaba recargada en la pared al lado de su puerta abierta; esperando.

—¿De qué quieres hablar? —le pregunté.

—No hablaré contigo aquí afuera.

Exhalé en mi desasosiego. Tallé con la yema de mis dedos mis párpados como indicio de una frustración inminente; pero no quería hacerlo más evidente.

—De acuerdo —respondí finalmente—. Solo un rato, estoy cansada y quiero ir a la cama.

—Por supuesto —aseguró, echó un vistazo rápido de nuevo a la puerta como si estuviese apuntando a donde dirigirme. Me ahorré las palabras.

Entré escuchando sus pasos lentos y concisos detrás de mí, no podía tenerla cuidándome la espalda mucho tiempo, necesitaba verla directamente a los ojos para sentir que al menos podría defenderme ante cualquier acusación, petición o charla común que tuviera con ella.

Tomé asiento en uno de sus sofás, ella prosiguió y se acomodó también en otro frente a mí. El silencio era soportable, pero seguía siendo incómodo.

—¿Y bueno? —interpelé; buscaba una respuesta rápida.

—Quería agradecerte por comprometerte a hacer el postre que te pedí —dijo—. Sé que aún no está listo pero fue algo importante para mí.

Fruncí un poco mi entrecejo, inmediatamente lo deshice al darme cuenta que eso la podría molestar. Pero, la sorpresa de su gratitud repentina era demasiada. De igual forma, me dejaba atonita el cambio de humor tan drástico que estaba sosteniendo. Hasta hace unos minutos, ella estaba realmente molesta y desesperada, tal como un leon enjaulado.

Suponía que por algo estaba a punto de salir de su habitación; quizás no soportaba estar ahí más tiempo.

—No te preocupes, también significa mucho para mí, como ya te lo dije —le expliqué—. Y espero mañana esté listo, hoy con la salida repentina de mi hermano, fue imposible.

—Entiendo —asintió—. Y, lamento que me hayas visto antes así. Estaba algo... Inquieta —su incapie a la palabra fue lento pero marcado, ciertamente eso resonó en mi cabeza—. No sé controlarme muchas veces.

Eso me quedaba claro.

—No te preocupes, tú no necesitas darme explicaciones—sonreí falsamente, ignorando la incertidumbre que había terminado de plantar en mí—. Si eso es todo, creo que ya me debo retirar.

Me levanté procurando verme despreocupada, igualmente ella lo hizo y asintió a mi petición.

—Ten buena noche —le dije.

Me di la vuelta, estaba aliviada, y con dirección a la puerta di pasos firmes pero rápidos. Ansiaba poder estar en un ambiente en el que solo yo pudiera estar, uno en el que podía aflojar mis músculos cansados y relajar mis pensamientos, pues en un sitio como este y con ella de compañía, me llegaban muchos de repente, no los podía analizar correctamente. Su presencia desarmaba toda organización que pudiera tener en mi cabeza.

—Espera.

Su voz me detuvo en seco, de nuevo, volteé solo para verla directamente y asegurarme de estar atenta para lo que sea que fuese a decir. Al parecer seguía estando a la defensiva con ella.

—¿Sí?

—No quiero solo hablar contigo —aceptó, se acercó a mí considerablemente esta vez, sentí su cálido respirar frente a mi rostro de un instante a otro. Y pude haberme movido en contra de eso, pero permanecí estática. En especial cuando sus manos tersas me tomaron por las muñecas haciéndome más difícil cualquier movimiento en contra—. Haberte tocado aquél día cambió la forma en la que te veía, y no me gusta.

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2023 ⏰

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