Cap. 03

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"En el fondo"

—No, ya te dije que no.


—¿Pero por qué? Nadie me necesita aquí... Dominik, por favor, déjame ir.

—Escucha, Zila... —mi hermano suspiró cansado, supe que estaba frustrado en el momento que pasó agresivamente una mano por su cabello. Pero aún así, trató de controlarse y parar frente a mí viéndome con una pena inmensa— ¿Qué dirían nuestros padres si regresas al tercer día de haberte ido a unas vacaciones de dos meses? Unas vacaciones que tú suplicaste por tener.

—Creí que sería diferente... —dije mientras sollozaba.

Había llegado a su habitación tocando la puerta, él al escucharme llorando abrió inmediatamente preguntando preocupado qué ocurría. Y yo soy una cobarde la cual estaba amenazada, así que me fue imposible explicar más allá de solo... "No fue como creí que sería", o, "no estaba llevándome bien con nadie".

Era comprensible su negación, sonaba como una niña caprichosa.

—Quisiste arriesgarte y perdiste, ahora afronta lo que pediste y sabías que probablemente pasaría.

Su regaño fue directo, ni siquiera me quiso ver a la cara mientras lo hacía, solo se dignaba a dar vueltas de un lado a otro por la habitación esperando a que mi perspectiva cambiara.

—Lo siento... —le dije en un murmullo, entonces él paró un instante. Me volteó a ver mientras yo estaba sentada en uno de los sofás de su habitación, no quería irme de ahí, me sentía segura solo con él— Sé que sueno muy inmadura, pero ya no soporto estar aquí... Me da miedo que algo empeore.

Dominik pasó una mano por su rostro, estresado y rindiéndose con aquella actitud dura que pretendía tener. Se acercó hacia mí con compasión.

—Te ayudaré a irte hasta principios de mes, no puedo hacer más por ti y sabes que no puedes llegar sola y tan pronto a casa.

—Tengo veinte años, Dominik, puedo irme sola.

—Yo sé que puedes hacer muchas cosas sola, pero también sabes cómo son nuestros padres. Quieren que te acompañe en este viaje y no los harás cambiar de opinión.

Él tenía razón, y yo ya lo había pensado, pero realmente creí que se podría hacer algo al respecto. Me intenté convencer de que esto era mejor que quedarme dos meses, podía con esto.

—Está bien —accedí finalmente, aunque no muy satisfecha—. Prométeme que vas a cumplir con tu palabra.

Dominik sonrió de forma sutil y asintió con su cabeza

—Te lo prometo.

• • •

Una semana después

11:54 p.m

No podía decir que todo estaba más tranquilo.

Una semana había pasado desde la última vez que insistí por irme de aquí, y no había sido fácil tener que tragarme las actitudes desatentas que abundaban en este lugar, pero lo sobrellevaba dando vueltas por la ciudad de vez en cuando y ayudando a la señora Adilene en el jardín de la parte trasera de la mansión. Ella lo mantenía por gusto propio, pues a Rhea no le interesaba mandar mantenimiento de jardinería a esos lugares. Es así como Adeline se encargaba de él por puro placer al trabajo y Rhea accedía a ello.

Lamentablemente, Adeline no podía con el mantenimiento de todas las jardineras sola, así que gran parte del lugar se veía más que abandonado.

Hoy estaba tan sola como los días anteriores, me sentía deprimida y desanimada, a veces no podía dormir bien y daba vueltas por la cama. La inmensidad de la habitación y el resto de la casa me hacían sentir más pequeña y perdida.

Rhea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora