VIII

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Cuando Peter se fue del departamento hubo un momento en el que creía que volvería y me diría que se quedaría a mi lado pero volví a la realidad después de unos segundos.

Peter B. Parker sin querer se estaba robando mi atención y el hacia que me olvidará que yo era un monstruo. Un monstruo del cual no podías escapar aunque quisieras.

Los días pasaban y no había novedad, ninguna noticia o un mensaje de Peter que me despertará o preguntará por mi. Y aunque esos detalles los consideraba "cursis" con el todo era lo contrario.

Quizá un "Buenos días Miguel, espero estés bien, espero verte de nuevo pronto" me hubiera alegrado mis días que se estaban convirtiendo en un tormento, ya que tenía que terminar algunas de mis obras inconclusas para la siguiente exposición que preparaban en el Museo Nacional de Las Bellas Artes y era la exposición más importante en mi carrera.

11.27 a.m fue cuando sonó mi celular, lo tomé después de limpiar mis manos llenas de óleo con un trapo viejo.

Era un mensaje del director del museo, avisándome que hoy en la tarde vendría a mi departamento para ver el avance de las obras.

" Ok, estaré esperándolo".

Por suerte ya había terminado tres obras, una de ellas se llamaba Lila. En esa pintura expuse mi preocupación por qué las inteligencias artificiales algún día reemplazaran a los artistas.

Un futuro que solo había visto en las películas y que ahora se estaba convirtiendo en una realidad a cuentagotas.

Gire hacia la izquierda donde en la pared todavía tenía un lienzo en blanco, era del tamaño de media pared. Ahí no sabía que plasmaria, tendría que ser algo importante, algo que cuando la gente lo viera se escandalizara o lo viera con interés.

Ya en la tarde un hombre de cuarenta años llegó a mi departamento, era el hombre del museo, lo invite a comer pero el se negó diciendo que tenía una agenda ocupada y que su visita le tomaría unos cuantos minutos.

Vió con interés cada obra que le enseñe y cuando vio el lienzo blanco, solamente con su mirada me dijo todo.

–Quiero algo pintado en ese lienzo Miguel, esta pieza tiene que abrir tu exposición–ordeno el hombre

–¿Lo que sea?-pregunte dudoso

–Es tu exposición O' Hara, haz lo que quieras.

El hombre se despidió de mi estrechandome la mano, lo encamine hacia la salida y cuando por fin estaba solo me pregunté:

¿Qué demonios podía plasmar en un lienzo tan grande?

Y de repente como una ráfaga de recuerdos se me vinieron a la mente los momentos más recientes en mi vida.

¡Ahí estaba mi obra! Sería algo apasionado y a la vez escandaloso.

Por siempre recordarian la exposición de Miguel O' Hara como una de las mejores, tan bella como escandalosa.

Y puse manos en la obra, puse un poco de música clásica en mi televisión y mientras dibujaba el borrador de mi obra en el lienzo, la sonrisa de Peter no podía quitarla de mi mente.

La Pasión de Miguel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora