Capítulo 5

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Lugar: Desconocido
Hora: 5:30 am
Nombre en clave: Alfa
Operación: Death Mage

-Hay que hacer la incursión, buscar el archivador y eliminar completamente los documentos- anunció Alfa
-Recibido jefe- respondió Charly
-Beta, Delta y Omega en posición- dijo Omega
-Muy bien, ¿preparados?- volvió a decidir Alfa con voz seria y tajante
-¡Preparados!- respondieron sus compañeros
-Operación Death Mage en curso, procurad que no os maten- finalizó Alfa con tono malicioso y divertido mientras se adentraban en la nave industrial.

Me levanté y desayuné como un rayo, quería irme lo antes posible al bosque y empezar a investigar.
Me preparé, cogí una mochila de color camuflaje que me había regalado Mike y la llené con dos botellas de agua congelada, barritas energéticas, una navaja suiza, dos tapers con filetes empanados y ensalada y finalmente un chubasquero por si las moscas.
En cuanto a la vestimenta, me puse las botas de estilo militar de Mike, unos pantalones verdes grisáceos, una camiseta antigua de color marrón con un dibujo de un águila con las alas extendidas y encima una sudadera gris con capucha. Cogí las llaves del coche, el móvil recién cargado y me puse en marcha.

Aparqué y bajé las escaleras, esta vez iba tranquila y no tuve riesgo de darme la torta.
Caminé por la orilla como al día anterior, esta vez, desde que empecé a andar, no vi absolutamente a nadie, el río estaba completamente desierto. Los únicos sonidos perceptibles eran el transcurso del agua, al chapoteo de los peces y mis pisadas sobre las seca tierra.

Llegué al cambio de paisaje y minutos más tardes estaba enfrente de la montaña. Tenía miedo y el viento frío no ayudaba a calmarme. La montaña era tan alta que parecía un gigante dormido guardando un oscuro secreto.
Finalmente me decidí y con paso firme me adentré en el bosque.

Mis ojos no daban crédito a lo que veían, al principio, los árboles estaban dañados, destrozados, con apenas hojas, talados incluso, dejando ver un paisaje desolador, pero a medida que avanzaba, los árboles eran cada vez más altos, los troncos más anchos y las raíces sobresalían del suelo. Sin embargo, el ambiente era sobrecogedor, la luz solar solo pasaba por los huecos vacíos de las copas de los árboles, iluminando solo una pequeña parte del interior. Los aleteos de los pájaros me producían escalofríos y los arbustos moviéndose por la acción de la brisa me daban la sensación de que me estaban observando.
No tenía ni idea de donde estaba y de adonde iba, pero igualmente tenía que estar allí.

Me pasé horas recorriendo el angustioso bosque, estaba harta, incluso llegué a pensar que estaba en el lugar equivocado desde el principio, pero mi mente decía lo contrario, algo tendría que encontrar.

Paré unos minutos para descansar y al mirar arriba pude observar que los rayos eran más intensos, entonces imaginé que ya era hora de comer.
Me senté sobre una raíz y me apoyé en el tronco, abrí la mochila y saqué el taller de la ensalada y una botella de agua ya descongelada.
Con el tenedor de la navaja suiza empecé a comer acompañándome de pequeños buches de agua fría.
Me terminé la ensalada y seguidamente saqué los filetes empanados. Había hecho demasiados y me sobraron unos cuantos. La primera botella se me gastó en los últimos buches para empujar el trozo de filete que se me había quedado atrancado en la garganta.
Recogí las cosas y las volví a meter en la mochila, la dejé tirada en el suelo y me puse a reposar. Me quedé pensando y la verdad me sentía rara, una chica de ciudad, acostumbrada a luces artificiales y el ruido de los vehículos se encontraba en un lugar donde la única fuente de iluminación era la luz solar y el único ruido presente era el aleteo de los pájaros y el va y ven de las hojas, al final me quedé dormida.

Me despertó un ruido monótono impactando contra contra las hojas y el suelo, no había apenas luz y el poco cielo que se veía estaba gris.
Me incorporé, cogí la mochila y al salir de debajo de la copa del árbol resbalé y caí de espaldas. Al levantarme, tenía toda la cara mojada y la espalda y los pantalones sucios de barro. Estaba lloviendo.
Rápidamente volví bajo la protección del árbol, abrí la mochila y saqué el chubasquero de un tirón, me quité la sudadera, la envolví en sí misma de manera que el barro quedase oculto y la metí en la mochila.
Tenía que volver a casa, la tormenta empeoraba por momentos y era bastante tarde. Me puse el chubasquero y me dispuse a salir del bosque, pero me di cuenta de que me había perdido.
El pánico se apoderó de mi, las piernas me temblaban y no sabía que hacer ni adonde ir.
Consumida por el miedo, corrí todo lo rápido que pude en dirección a no se donde en el intento de que por una extraña casualidad diera con la salida, sin embargo, visualicé una pequeña choza construida con ramas y hojas.
No tenía otra opción, no sabía quién vivía ahí o que podría encontrarme, pero era la única posibilidad de resguardarme de la lluvia y esperar a que la tormenta pasase.

Corrí en dirección a la cabaña, salté la valla y entre enseguida.

Estaba todo oscuro, no me veía ni mis propias manos.
Tanteé la pared en busca de algún interruptor de la luz, pero me di cuenta que una choza perdida de la mano de Dios no podría tener electricidad, entonces, me moví con cautela en busca de algo que pudiera iluminar la estancia.
Llegué a una mesa y la palpé, sólo había un montón de papeles. Seguí tocando hasta encontrarme con una estantería llena de libros, pasé la mano por encima de todos ellos haber si encontraba algo, pero nada.
Me separé de donde estaba hasta colocarme en el supuesto centro de la habitación y entonces, en el suelo de una esquina vi una tenue luz rojiza, me acerqué a ella para ver que era, me agaché y justo al tocarla me vi cayendo al vacío seguido de unos cuantos papeles que había sobre la mesa del al lado.

¿Iba a morir?, ¿era esa luz una trampa para los intrusos y yo había caído en ella como una ilusa?
En ese momento me asaltaron un millar de dudas y mis últimos recuerdos los vi como una película.

De repente, caí en una especie de suelo extra blando y extra elástico. El corazón no paraba de latirme a velocidades vertiginosas, mi respiración aumentó hasta que yo misma la escuché, seguidamente se encendió una luz cegándome por completo y una voz masculina dijo:
-Bienvenida Ela, te estábamos esperando, has resuelto los dos primeros acertijos-

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2015 ⏰

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