Mi hermanita me las conseguía 7
Queda poco para mi partida, y debo dejar a las chicas bien servidas y a mi polla bien dolorida. Pero sobre todo, zanjar algo evidente desde hacía años.
Nos despertó el timbre de la verja, por suerte Ellen no tenía llaves, y había vuelto andando con Andrea del instituto. Salte mordiendo un pecho de Raquel con ternura, y al mirar el reloj supe que era ella.
-Te has dormido capullo.- me dijo al entrar con Andrea sin darme mis besos, y esta sí se llevó un apretón de culo al darme los dos besos, y me sonrió reclamando mi mano por más partes de su cuerpo.
-Perdona cariño, me fui a patear esta mañana y he caído redondo en la siesta.- le mentí.
-Ya hablaremos, estoy enfadada, que lo sepas.- me dijo mi niña mimada, más bien para que le pegara un par de polvazos en cuanto pudiéramos.
-Pobrecito, déjalo que tiene que estar descansado antes de irse, joder tía. -le recrimino Andrea.
-¡Porque has tenido que recordármelo! ¡Joder ya!.- explotó, empezando a llorar, subiendo a su habitación corriendo.
Andrea fue tras ella, y yo resoplaba al darme cuenta de lo que le afectaba que me fuera otra vez. Pero no tenía más remedio que adaptarse. Me senté en la cocina y me calenté un poco de café del medio día.
Al poco rato Raquel bajaba las escaleras como vieja leona muy bien folláda, y a punto estuvo de ir a consolar a su hija, pero se fue al salón y se desplomó en su sofá resoplando de lo dolorida que estaba por los polvazos que le había pegado. Pero le hice un gesto con el dedo para que viniera, y se levantó seria, mirando hacia arriba y viendo que se habían encerrado en la habitación.
-¿Qué pasa mami? ¿no me das un beso de buenos días?- le pregunté pegándola a mí y mordiéndole un pecho con suavidad, mientras le sobaba el culo.
No tardó en respirar otra vez agitada, y al tenerme mordiendo sus pechos, solo pudo darme un beso en la frente, notando como le remangaba el camisón y colaba mis manos para amasar mejor su culo aún muy duro.
Enseguida me reclamaron sus pezones, que chupe sobre la ropa y empape. Ella empezó a gemir notando como mis manos ahora se paseaban por su entrepierna, bajando justo antes de llegar a sus agujeros, pero volviendo a su culo, que recibía buenos apretones, como sus pezones.
-Ya te puedes sentar, que mira cómo me estás poniendo, puta.- le dije estirándole los dos pezones con los dientes y besándole en la boca, que me recibió ansiosa.
Se dio la vuelta colocándose el camisón, y parecía que le había venido bien el magreo, ya no estaba tan dolorida. Poco faltó para que fuera tras ella y la enculara apoyada en el sofá, pero me contuve y salí para bajarme el calentón.
Al rato bajaron y vino a mi sentándose encima, abrazándome y diciéndome:
-Perdona tato, sé que tengo que ser más madura y fuerte.- y me sonrió después de un fuerte beso cerca de la boca.
-No te preocupes, te entiendo, ya te harás a la idea poco a poco, no lo pienses ahora, que aún quedan unos días.- le dije acariciando su espalda y arañándole como le hago cuando le como el coñito.
-¿Nos ponemos aquí, o en el salón?.- preguntó Andrea sacando un cuaderno de la mochila.
-Iros al salón, estaréis más cómodas. -les dije, y se fueron con el culo de mi hermanita llevándose un buen repaso, y mi polla un buen apretón.
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Mi hermanita me las conseguía.
RomansaUnos hermanastros muy bien allegados, una madrastra que lo quiere todo para ella, y el hermano siempre se le adelanta en sus planes. Pero las cosas cambian en casa, el ya no es ningún adolescente, él es ahora el hombre de la casa.