Capítulo 23

35.4K 1.7K 710
                                    

Bajo las escaleras de la casa y busco a mi abuela en la cocina donde la escucho tarareando una canción que me hace sonreír. Ella alza mi mirada al sentir que entro en la cocina donde tomo una manzana verde para comerla después de la sesión con el psicólogo.

—¿Vas a salir, pequeña? —Pregunta mientras sigue amasando la masa de harina en la mesa.

Asiento con mi cabeza.

—Sí, tengo hora como psicólogo, así que vuelvo en dos horas más—le informo—. ¿Siguen llamando mis padres?

—Sí.

—¡Ah bueno! Me voy porque si no voy a llegar tarde a mi cita—afirmó e intentó sonreír, pero me sale más una mueca—. Te quiero abuelita.

—Yo igual, mi niña y cuídate mucho.

Camino por varias cuadras hasta que siento una mirada sobre mí que me hace sentir incómoda, miró de reojo a las personas que caminaban por mi lado, algunos pasan más rápido y otros más tranquilos. Niego con la cabeza y continuo con mi camino, pero ese sentimiento no desaparece, sino que crece con cada paso que doy.

Miró por encima de mi hombro y mi corazón se detiene cuando veo que Nicolás está sentado en la banca y me saluda. Me quedo paralizada en mi lugar y varias personas chocan conmigo que me hacen poner de nuevo en movimiento y cruzó la calle con rapidez. Mis ojos lo buscan, pero ya no está sentado en la banca, lo busco, pero no está por ninguna parte.

Me llevo una mano al corazón porque está latiendo muy rápido «¿Qué está pasando? ¿Fue real que lo vi? ¿Me estoy volviendo loca por la falta de sueño?»—pregunto a mí misma mientras entro en edificio para mi siguiente cita con el psicólogo.

Los días pasan volando y ya no quería salir de la casa de mi abuela porque sé que lo vería en cada esquina acechándome en la sombra. Miro por la ventana de mi cuarto y puedo verlo apoyado en su auto donde me da una enorme sonrisa. Marco el número de la policía y le explico lo mismo de cada día que está afuera de la casa y recibo la misma respuesta que me hace colgar enojada porque no hacen nada.

Escucho como la madera del suelo cruje con los pasos de alguien que se está acercando y me removí en el colchón, sentí la presencia de una persona en mi cuarto y abro los ojos con terror cuando vi esos ojos azules y él puso un dedo en su boca indicando que me quedara callada.

—Hola, Darling—dijo con enorme sonrisa—. Pensabas que no te iba a encontrar, Anastasia. Tú jamás vas a escapar de mí, ¿Qué te parece este nuevo juego que tenemos?

Él sacó un arma y la apuntó en mi cabeza. Intento moverme, pero hizo más presión en mi frente y lágrimas gruesas comenzaron a caer por mis mejillas. Él se sentó a su lado y tomó un mechón de mi pelo, se lo llevó a su nariz.

—Por qué no me dejas en paz, Nicolás, por favor—susurro con la voz rota y él me limpió las lágrimas que caen por mis mejillas—. Tienes una orden de alejamiento, no puedes...

Él acarició mi pierna que me hizo callarme e intento alejarme porque su tacto me repugna. Llevo meses escapando de él desde esa noche que destruyo mi vida y me sigue atormentando. Han pasado ocho meses desde la muerte de mi hermano en la cual me he sentido muerta, apenas duermo, sonrió y salgo de mi casa por su culpa.

—Ya te he dicho que esa orden alejamiento no sirve para nada—dijo, tomando mi barbilla entre sus dedos y me removí para que me soltara, pero él hizo más fuerza—. Me estimula a espiarte a la distancia de vez en cuando me gusta estar cerca de ti, pero esta noche necesito tener más cerca como cuando éramos novios.

Suelto un pequeño sollozo y me da un suave beso en la esquina de mis labios.

—¿Qué vas a hacer? Vete antes que llame a la policía—lo amenazó con voz rota.

Hermosa DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora