Capítulo 39

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Diego

Cuatro años atrás

Levantó la mirada del libro de medicina de mi padre para mirar como Maddy dibuja en el cuaderno que le pase mientras canta alguna canción infantil y está contenta porque literalmente corrió a Bárbara de mi casa. ¡Dios! Es una celosa que piensa que soy solo suyo, y estoy comenzando a sospechar que es mi madre la que le dice que me vigile cuando estoy con una chica en mi habitación.

Mi teléfono vibra y lo tomo porque me siento un poco mal por Bárbara siempre pasa lo mismo cuando está en mi habitación

<De Bárbara a las 18:44 p.m.>

"Quizás puedas venir a mi casa, creo que a tu hermanita no le caigo nada bien, Diego"

Su mensaje me hace reír porque estoy casi seguro de que Barbara es una persona no grata para mi pequeña hermana Maddy.

<De Diego a las 18:48 p.m.>

"Lo siento, no sé por qué se comporta así, Bárbara, pero claro"

Alzó la vista de mi celular porque todo está muy silencioso y ya entiendo el motivo del silencio, Maddy está intentando tomar un camión de mi escritorio que es de Jacob y se pone de puntilla para tomarlo.

—¿Qué haces Maddy?

Ella da un pequeño salto y sus ojos me miran con mucha sorpresa que me hace reír. Me levanto de la cama y le pasó el camión que tanto quiere, lo toma con verdadera adoración y después me pide con sus manos que la alce y lo hago porque nadie se puede resistir a ella.

—¿Es de Jacob? —Pregunta tocando mi barbilla y asiento—. Entonces también es mío, ¿verdad?

Una risa escapa de mis labios porque eso no le va a gustar nada a mi hermano. La puerta se abrió y entró mi padre, por supuesto que Maddy se volvió loca con ver a mi padre y se removió en mis brazos.

—¡Papi! —grito con emoción—. Diego, abajo, abajo—me ordenó, pero mi padre la tomó en brazos—. Hola, papá.

—Hola, mi niña ¿Cómo estás? —pregunta mi padre acariciando la mejilla de Maddy quien le cuenta todo lo que hizo ella con emoción y me siento en la cama para seguir retomando mi lectura—. Maddy tu madre te está buscando.

Ella frunce sus labios.

—¿Mamá? —Pregunta pestañeando varias veces a mi padre—, pero quiero quedarme aquí.

—Creo que les quiere dar chocolate—dijo mi padre.

Eso fue todo lo que necesito la pequeña tormenta para salir corriendo a buscar a mi madre y su chocolate antes que se lo acabara todo Jacob. Mi padre tomó su libro de medicina y alzó una ceja.

—¿Entonces de verdad vas a querer estudiar medicina, Diego? ¿Vas a seguir los pasos de tu viejo? —Preguntó con un tono de burla, pero sus ojos brillaban de emoción—. Sabes que no tienes que estudiar medicina si no quieres, puedes escoger la carrera que tú quieras y no me voy a enfadar o decepcionar, Diego.

Afirmo con mi cabeza porque sé que no lo haría, pero realmente quiero estudiar medicina y ser como él.

—Sí, lo se papá, pero realmente quiero estudiar medicina—le aseguro con una verdadera sonrisa.

Una sonrisa auténtica de felicidad apareció en sus labios y su mano se posó en mi cabello despeinándolo con cariño que me hizo reír y mi madre apareció en la puerta nos miró con cariño.

—Hola, Diego—me saluda dándome un beso en la mejilla—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué está tan feliz, cariño? —Le pregunta mi madre a mi padre quien la toma de la cintura.

Hermosa DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora