—Tres.
—¡Detente, por favor...! No lo volveré a hacer. Estoy arrepentido...
—Dos.
El hombre ante mí hizo un intento de hablar, pero sus palabras se perdieron en su garganta, sin lograr salir.
—Uno.
—¡Por favor... tengo familia! Tenía que hacerlo—su voz se entrecortaba —. Mañana tengo una fiesta... es... es el cumpleaños de mi hija pequeña...
Ignorando sus palabras, cuando la última cifra de la cuenta regresiva resonó en el aire, no hubo más palabras. Mi dedo apretó el gatillo.
La Glock 17 en mi mano retumbó con un sonido sordo.
Pam...
Su estruendo habitual sofocado por el silenciador.
El hombre que había estado frente a mí, un ladrón convertido en asesino durante un robo fallido, se desplomó sin vida después de que la bala se alojó en su cerebro.
Bien, ahora solo quedaba la parte más desagradable del trabajo.
Levanté el cuerpo sin vida del hombre, maniobrando con cuidado para evitar ser visto.
También, había una pequeña caja de cartón envuelta en un papel rosa y un moño rojo en el centro.
—Asi que de verdad era el cumpleaños de su hija, ¿eh?
Observé por un momento el regalo, pero finalmente opté por recogerlo del suelo.
—Supongo que podría guardarlo para mí.
Eran alrededor de la una de la madrugada, con la luna reinando en el cielo despejado. La calle estaba desierta, lo que facilitó la tarea de cargar al criminal sobre mi hombro durante los pocos metros que separaban la escena del crimen de mi automóvil, donde lo deposité en el asiento trasero.
Akiyama Yamamoto, 36 años. Un hombre cuya vida había sido marcada por la adversidad y la pobreza. Atrapado en un sistema social desigual que sofocaba sus oportunidades, a pesar de su inteligencia y talento. Empujado a la desesperación, Akiyama había optado por la vía criminal, después de observar la opulencia de aquellos a quienes consideraba injustamente ricos.
Esos eran los detalles que me habían proporcionado sobre el hombre al que acababa de matar.
Vaya, esto de ser una especie de "Lycoris masculino" es aburrido. Pero, supongo que no tengo elección.
En el trayecto de vuelta al fiscal, el panorama fue monótono, nada digno de mención. Al llegar, permití que los peritos se ocuparan de los restos mortales de Akiyama, mientras yo me deslizaba hacia mi dormitorio.
Han transcurrido escasos tres días desde mi retorno con Kusunoki para dar a conocer mi cambio de parecer. Sin más dilación, me asignaron un sector para ejercer mi labor. Sin embargo, a diferencia de las otras Lycoris, trabajaré en soledad.
La ventaja de esta asignación es que ahora cuento con un cuarto propio, y resido en el corazón de la residencia, lugar al que todas las Lycoris anhelan llegar. Supongo que he tenido suerte, aunque, para ser honesto, no me importaba el lugar que me asignaran, simplemente ansiaba un hogar.
Llegué a la entrada de mi cuarto y rebusqué en el bolsillo de mis pantalones la tarjeta. Aquí, las llaves son obsoletas, todos poseemos una tarjeta. Con tal facilidad, utilicé la tarjeta para desbloquear la puerta de mi dormitorio. Qué avance tecnológico, o quizás es simplemente que no estoy acostumbrado a este sistema.
Al entrar, todo permanecía inalterado, exactamente como lo había dejado.
Este lugar es formidable, no solo te proporcionan un hogar. Otro de los privilegios es la comida sin costo, por lo que ese aspecto tampoco es una preocupación. Además, ¡no soy el único hombre aquí! Me sentiría extraño de ser así, pero, afortunadamente, hay un buen número de trabajadores masculinos por aquí. Claro, no son Lycoris.
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Lycoris Recoil: Deseo Morir - Fanfic
FanficCon una capa de autodefensa hacia el propio concepto de su humanidad, Hibiki Takahashi se encontró con una encrucijada entre la redención y un objetivo claro. Hibiki, ahora con un arquetipo redefinido de humanidad, enfrentará un último juego, decidi...