1.7 Lucca

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Este extra transcurre antes de los hechos del capítulo 15.1 de "La melodía de nuestros corazones. Clave de sol".

Estaba habituado a dormir solo, pero tenía que admitir que despertarme con el cuerpo de Noah completamente pegado al mío, con sus piernas enredadas entre las mías y su cabello haciéndome cosquillas en el pecho, era una sensación increíble.

Me había acostumbrado a tenerlo pululando a mi alrededor, al ruido de las teclas de su portátil en medio de la noche o a sus continuas insinuaciones que solo buscaban provocarme y arrancarme una carcajada. Pensar que en dos días tendría que volver a Barcelona mientras él se quedaba aquí agriaba mi humor. Y lo peor de todo era que todavía no habíamos hablado del tema.

Llevábamos desde la boda de Lexi ignorando que el tiempo se nos estaba agotando. Esa noche la pasamos juntos, conociéndonos entre besos y caricias, y al día siguiente no dejamos de hablar durante todo el vuelo. Cada vez que recordaba la cara de Queen cuando le dije que le había cambiado el asiento a River sentía escalofríos. No sabía si reírme o sentirme mal por haberle hecho eso. Sabía de su pánico a volar, pero pensé que tal vez ella la ayudaría más que yo. Me pasé todo el vuelo pendiente, pero no hubo ningún incidente y pude relajarme y disfrutar de la compañía de Noah.

Desde entonces, nos habíamos dejado llevar y no me arrepentía. Noah me gustaba y no quería tener que reprimir las ganas de besarle o pasar tiempo con él solo porque mis compromisos laborales me obligasen a regresar a casa. Era contradictorio. Por una parte, quería volver; pero por la otra me apetecía quedarme y descubrir a donde llevaba esto. Dos semanas no era tiempo suficiente para averiguarlo, pero no podía demorar mi regreso por más tiempo. Tenía que finalizar el rodaje.

Noah se removió a mi lado y murmuró algo en voz baja que no conseguí entender. Le miré con una sonrisa y le aparté el pelo de la cara antes de dejar un beso sobre su frente y levantarme. Me costaba quedarme en la cama despierto sin hacer nada, así que aproveché para ir pidiendo el desayuno. Noah solía despertarse con hambre.

Estaba terminándome el café mientras revisaba el correo electrónico cuando sentí sus pasos a mi espalda. Le sonreí al ver como se frotaba los ojos y bostezaba. Cualquier persona tardaría más tiempo en mostrarse de una manera tan natural con otra a la que estaba conociendo, pero Noah no. Era transparente. Era una de las cosas que más me gustaban de él.

—Buenos días, bella durmiente. He estado a punto de llamar a los bomberos para que te despertasen.

—¿Qué hora es?

—Casi las once.

—Joder, es muy temprano.

Evité decir que yo solía levantarme todos los días a las ocho de la mañana para ir al gimnasio. En su lugar, me lo quedé mirando con una pequeña sonrisa hasta que se acercó a donde estaba yo. No dudó en sentarse a horcajadas y besarme de manera espontánea.

—¿Y esto?

—Me apetecía besarte.

—Ya...

Noah escondió la cabeza en el hueco de mi cuello y suspiró. Esta noche era el concierto de Queen en Madrid y habíamos quedado en pasar la tarde juntos antes de ir a ver a nuestras chicas. Pero primero teníamos una conversación pendiente. No podíamos retrasarla más porque estaba claro que a él todo esto le estaba afectando y a mí también.

—Noah...

—Si me vas a decir esas tres palabras malditas, ahórratelas. No las soporto.

No dejaba de sorprenderme lo intuitivo que era con todo.

—Lo imagino, pero es que tenemos que hablar, Noah. —Me miró con reproche por haber ignorado su petición. En respuesta, le besé. Eso siempre ayudaba a suavizar las cosas. ¿No?—. Tú eres el escritor. En los libros la gente siempre habla de sus problemas.

—Nosotros no tenemos problemas, Lucca. Está todo muy claro: en dos días volverás a Barcelona y ya está. Tienes que volver a tu casa y a tu trabajo. Lo entiendo. No pasa nada. A mí no me debes nada.

—Ya sé que no te debo nada, pero me gustas mucho. No quiero dejar de verte, y sé que tú tampoco quieres eso.

—Te lo tienes muy creído, me parece a mí.

Agradecí que tratara de ponérmelo fácil y quitara hierro al asunto, pero sus ojos decían algo muy contrario. No brillaban como el primer día que le conocí. Se esforzaba por aparentar normalidad, pero esto no era lo que quería.

—Noah...

—No tienes que intentar animarme. Y tampoco tienes por qué sentirte mal. Yo ya sabía que teníamos un tiempo limitado y lo acepté igualmente. No me arrepiento de nada, y tampoco es como si fueses a dejar de hablarme. Podemos seguir siendo amigos.

Siempre tan directo. Así era Noah.

Me mordí la lengua para no decirle que yo no quería ser solo su amigo. Sabía que él no quería mantener una relación a distancia. No quería que se sintiese presionado a eso.

Por un segundo estuve tentado a cometer una locura y pedirle que se viniese conmigo. Me contuve antes de que las palabras se me escaparan de los labios. No podía hacer eso. No podía hacerle eso. No era justo que Noah renunciase a todo lo que conocía para acompañarme. Él tenía su vida aquí. Su casa, su familia, a River... no podía pedirle que sacrificase eso por mí. No lo haría. Además, ni siquiera nos conocíamos tanto.

—Ni loco dejaría de hablarte. ¿Quién me va a subir el ego si no te tengo a ti? Necesito mi dosis diaria de tus cumplidos y de tus insinuaciones sexuales inesperadas para poder dormir en paz por las noches. Me he vuelto adicto a ellas.

—Tienes suerte de que yo sea un trocito de pan y esté dispuesto a sacrificar mi valioso tiempo libre para entretenerte y cuidar de tu autoestima. Sin mí estarías perdido.

—Sin duda. No sé cómo he podido vivir todos estos años sin tenerte en mi vida.

Noah ignoró el sarcasmo que tiñó mis palabras y me besó con ímpetu. Era un beso que sabía a despedida a pesar de que aún tuviésemos dos días para estar juntos. Cuando se separó, acuné sus mejillas entre las manos y le miré directamente a los ojos.

—¿Me prometes que estarás bien?

—Te prometo que estaré bien.

Ninguno de los dos nos lo creímos, pero no dijimos nada. Guardamos silencio mientras nos abrazábamos sin prisa, solo por el mero placer de tocarnos.

Ojalá las próximas horas fuesen eternas. Qué difícil iba a ser volver a casa esta vez.

La melodía de nuestros corazones. Escenas extra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora