Capítulo 04.

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CILLIAN SE SENTÍA dubitativo. Ya las primeras horas del día sábado se habían ido y había estado todo el rato pensando si debería de escribirle a Angelina o simplemente actuar como si aquella propuesta nunca hubiese sucedido. 

Hizo las compras pensando en ello, cocinó pensando en ello, almorzó pensando en ello. En la llamada rutinaria con sus hijos siguió pensando en ello.

Ya eran las dos de la tarde y seguía pensando en ello. Y es que, sentía que tenía un poder en sus manos muy delicado.

Él no era tonto, era consiente de que aquella muchacha de cabellos castaños había empezado a gustar de él. Nadie le regala algo hecho a mano a otra persona solo por ser amable. Por lo tanto, se sentía mal de no haber pensado más de dos veces en invitarla a pasar a su departamento, alimentarla y además aceptar un encuentro con ella. Ahora, cualquier acto de amabilidad, Angelina lo interpretaría como coqueteo.

¿Y si en el fondo sí lo era?

Trató de alejar esos pensamientos de sus cabeza. Él meramente se sentía feliz con el hecho de tener a alguien con quien conversar y relacionarse en su nuevo hogar. Que, además, ni siquiera tenía conocimiento con anterioridad de su profesión y lo trataba como a cualquier otra persona en la medida de lo posible.

Se esforzó por pensar más en frío. Y, como el adulto que era, no ignoraría el hecho. Eso sería muy inmaduro y egoísta de su parte. Angelina era una muchacha muy atenta y amable, no quería hacerla sentir mal, mucho menos lastimarla. Así que, la llamaría y llevaría a cabo la salida que le había prometido, pero se aseguraría de empezar a trazar límites.

Dejó de perder más el tiempo en pensar al respecto y le escribió de una vez por todas.

[...]








La castaña presionó el botón de enviar y soltó una risita cargada de emoción.

Le acababa de confirmar a Cillian que si lo acompañaría a comprar los muebles y demás cosas necesarias. Angelina se sentía sumamente feliz de que mayor lo recordase y le escribiera, se sentía como cuando tenía 15 años y acababa de obtener una cita con el chico que le gustaba.

Cillian le dijo que dentro de una hora se encontrarían en el estacionamiento para partir. Así que salió corriendo a bañarse y arreglarse.

Angelina se daba palmaditas en la espalda. A pesar de a veces ser muy tímida y actuar como una tonta, le habían salido bien las jugadas. Justo en ese momento se sentía confiada. Sentía que tenía el control.

Se vistió y se arregló, pero no como cuando iría a la universidad, se dedicó más. Quería que Cillian la viera y pensara que era bonita.

Y por qué no, quería que la viera y sintiera ganas de besarla. Quería poner sus sentidos de punta.

En el encuentro anterior, algo en la forma que Cillian la miraba, le había dicho que si tenía oportunidad.

Ya lista, tomó sus cosas y salió del departamento. Hizo lo que Cillian le había indicado, bajó por el elevador hasta los estacionamientos, pero se encontró con que él aún no estaba allí, así que le esperó.

Luego de un par de minutos, la figura del mayor se reveló saliendo del ascensor, mirándose tan pulcro y atractivo como siempre. Él, al notar que ella ya estaba allí, se acercó con una sonrisa a labios sellados. La abrazó en un saludo fugaz el cual a Angelina ni le dio tiempo de corresponder y Cillian le indicó que lo sugiera hasta su auto.

Angelina realmente no esperaba que hiciera algún comentario o piropo con respecto a su apariencia, pero esperaba al menos alguna mirada que le indicase que se había llevado alguna grata sorpresa.

REAL MEN. cillian murphyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora